La inspiraci¨®n art¨ªstica
Gin¨¦s Mar¨ªn, dos orejas, y Morante, una, interpretaron dos bellas faenas a una desigual corrida de El Torero
Gin¨¦s Mar¨ªn y Morante de la Puebla desparramaron inspiraci¨®n art¨ªstica por el ruedo de La Maestranza con dos faenas de distinto corte, pero con el denominador com¨²n de la expresi¨®n, el valor, la t¨¦cnica, la personalidad y el aroma de la cara torer¨ªa.
Mar¨ªn busc¨® con todas sus fuerzas el modo de interpretar el toreo con el noble y muy blando toro sexto que le hubiera abierto la Puerta del Pr¨ªncipe. Alarg¨® la faena hasta lo imposible y consigui¨® en su empe?o que el animal se desplomara en el albero, agotado por el af¨¢n incansable de su matador.
No fue posible, pero Mar¨ªn hab¨ªa dejado un hondo perfume en su primero, con una labor muy sentida, plena de naturalidad y garbo, ante un toro de embestida pujante.
Se luci¨®, primero, en un precioso quite a la ver¨®nica a un toro que pele¨® bien en el primer puyazo y lo cuidaron en el segundo para preservar su fortaleza. Grande fue su inicio de faena de muleta por alto; seguidamente, una labor medida, justa, templada, honda, de torero con oficio y un estilo emocionado y c¨¢lido que cal¨® en los tendidos por su buen corte y sabor. Temple con la mano derecha, y profundidad, belleza y buen gusto con la zurda ante un toro temperamental, encastado y noble que se prest¨® a colaborar con el artista. La buena estocada precedi¨® al corte de dos justas orejas.
Y Morante se empe?¨® en cerrar su Feria de Abril con olor a a?eja torer¨ªa y grandeza de torero capaz, sorprendente, valiente y t¨¦cnico.
El primer toro suyo se fren¨® en los capotes de salida, y sus reacciones anunciaban, como as¨ª fue, que sus entra?as eran mansas y huidizo en la pelea. Desapareci¨® del caballo y no quiso entendimiento con los banderilleros.
Pero el que s¨ª quer¨ªa era Morante. En un quite, le mostr¨® el capote con tal decisi¨®n que el toro obedeci¨® y brotaron al aire cinco ver¨®nicas y una media impensables instantes antes.
Se dobl¨® por bajo con la muleta y mostr¨® a su oponente el modo de dar sentido a su vida; y entre ambos interpretaron un largo natural y dos pases de pecho que supieron a gloria.
Y hubo m¨¢s. A pies juntos, una tanda de muletazos largos, y otra, templad¨ªsima, con el toro ya convencido de qui¨¦n ten¨ªa raz¨®n en aquella contienda. Hasta aqu¨ª estuvo dispuesto a llegar el animal, pero algo m¨¢s quer¨ªa Morante: un intento no consumado al natural, y una honda tanda final con la mano derecha, culminada con un molinete y un torero desplante.
No fue faena de alboroto, pero s¨ª medida, inteligente, de gran fondo art¨ªstico; tanto es as¨ª que aunque no hubo petici¨®n mayoritaria se le concedi¨® una merecida oreja que hac¨ªa honor a su entrega y expresi¨®n.
El cuarto embest¨ªa con la cara por las nubes y sin facilidad alguna, y el torero no se arredr¨®, de modo que trag¨® el car¨¢cter incierto del oponente, le consinti¨® y lo someti¨® a pesar de la manifiesta dificultad.
A Cayetano le toc¨® en suerte uno de los dos toros bravos y nobles de la corrida. Obrero era el nombre de su primero, que empuj¨® con energ¨ªa en el primer puyazo. Embisti¨® humillado en la muleta por ambos lados, pero la faena no alcanz¨® el vuelo esperado ni hubo conjunci¨®n; s¨ª buen trazo en muletazos aislados, pero no una faena reunida como se esperaba.
En el otro, se enfad¨® ostensiblemente con el presidente en la creencia de que el toro sufr¨ªa alg¨²n problema en la vista. Manso y descompuesto s¨ª era, pero lo de la vista no fue posible comprobarlo por razones obvias. Por all¨ª anduvo con dignidad el torero y se march¨® con cara de pocos amigos.
Abri¨® plaza el rejoneador portugu¨¦s Antonio Ribeiro Telles, que celebraba sus 40 a?os de alternativa. Al parecer, su presencia obedec¨ªa a una propuesta de Morante para recuperar lo que era habitual en los a?os setenta y ochenta: un rejoneador por delante en una corrida de tres toreros.
El caballeiro disfrut¨® de lo lindo con su presentaci¨®n en Sevilla despu¨¦s de tan larga carrera a caballo, y su actuaci¨®n fue sobria, discreta y elegante, pero muy alejada del nivel alcanzado por el moderno rejoneo espa?ol.
Passanha/El Torero/Ribeiro, Morante, Cayetano, Mar¨ªn
Un toro despuntado para rejoneo de Passanha, bien presentado, noble y descastado, y seis de El Torero, bien presentados y de desigual comportamiento: manso y encastado el primero, bravos y nobles segundo y tercero, y mansos, ásperos y sin clase los demás.
Ribeiro Telles: pinchazo y rejón trasero, contrario y bajo (ovación).
Morante de la Puebla: estocada corta baja (oreja); media baja (ovación).
Cayetano: estocada trasera y tendida _aviso_ y un descabello (silencio); estocada y un descabello (silencio).
Ginés Marín: estocada (dos orejas); pinchazo y estocada desprendida _aviso_ (ovación).
Plaza de La Maestranza. 29 de abril. Decimotercera corrida de abono. Lleno.
Babelia
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