Nuevas revelaciones en la biograf¨ªa de Arturo Barea, el gran cronista de la Guerra Civil: ¡°Empez¨® a escribir para sobrellevar su miedo a enloquecer¡±
La traducci¨®n por primera vez al espa?ol de sus dos textos pol¨ªticos y la reedici¨®n de una obra sobre su vida subrayan la versi¨®n m¨¢s comprometida del autor de ¡®La forja de un rebelde¡¯, al que la literatura sac¨® del hoyo de las crisis mentales
Escribir para evitar volverse loco, para exorcizar el horror a morir despanzurrado por un ob¨²s, por el p¨¢nico a que hubiese llegado el ¨²ltimo d¨ªa mientras los latidos del coraz¨®n golpean tu cuello. El escritor Arturo Barea (Badajoz, 1897-Faringdon, Inglaterra, 1957) vivi¨® casi d¨ªa y noche durante un a?o en el edificio de Telef¨®nica de la Gran V¨ªa de Madrid, conocida durante la Guerra Civil con el amargo sobrenombre de ¡°avenida de los obuses¡±. El rascacielos era diana predilecta de la artiller¨ªa rebelde y Barea, que trabajaba en la parte m¨¢s alta como censor de prensa extranjera al servicio del Gobierno republicano, sufri¨® varias crisis que le destrozaron los nervios.
El londinense Michael Eaude, autor de Triunfo en la medianoche del siglo (Renacimiento), ¡°biograf¨ªa cr¨ªtica¡± del creador de la trilog¨ªa La forja de un rebelde que acaba de ser reeditada, cuenta por tel¨¦fono que ¡°las charlas que Barea empez¨® a dar por radio y el libro de cuentos Valor y miedo [su primera obra, de la primavera de 1938, que ¨¦l mismo calific¨® de ¡°historias de propaganda¡±] le ayudaron a sobrellevar ese gran miedo a enloquecer¡±. ¡°Empez¨® a escribir en serio cuando ten¨ªa 40 a?os a ra¨ªz de sus crisis mentales¡±. En el ap¨¦ndice gr¨¢fico del libro de Eaude se ve a un hombre casi siempre con camisa y corbata y un cigarrillo entre los dedos (Barea llegaba a fumar m¨¢s de cincuenta al d¨ªa y sin filtro). Antes, hab¨ªa sido un ni?o muy humilde del barrio madrile?o de Lavapi¨¦s, que gracias a un t¨ªo con dinero pudo ir a un colegio de se?oritos hasta los 13 a?os. Una formaci¨®n que le facilit¨® varios trabajos y ganar dinero: bancario, representante de un comerciante de diamantes, copropietario de una f¨¢brica de juguetes... hasta quiso ser payaso de circo.
En la guerra sufri¨® no solo por ¨¦l, tambi¨¦n como testigo que ve¨ªa desangrarse a personas en las calles de Madrid; era su segundo encuentro con la muerte. El primero fue como soldado en la guerra de Marruecos, durante el servicio militar, cuando tuvo que recoger, entre moscas y el hedor de la carne humana podrida, los cad¨¢veres al sol de los espa?oles que hab¨ªan ca¨ªdo en el desastre de Annual. ¡°Con sus libros intentaba contar lo que le hab¨ªa sucedido a su generaci¨®n. Escrib¨ªa sobre las cosas que hab¨ªa visto, olido, sentido y palpado¡±, a?ade Eaude, traductor afincado en Espa?a.
Otro brit¨¢nico expatriado en suelo espa?ol es William Chislett, periodista y ensayista, art¨ªfice de que por fin se hayan editado en castellano ¡°los dos ¨²nicos escritos expl¨ªcitamente pol¨ªticos de Barea, publicados originalmente en ingl¨¦s¡±, responde por correo electr¨®nico. Se trata de Lucha por el alma espa?ola, de julio de 1941, y Espa?a en el mundo de la posguerra, de 1945, reunidos por la editorial Espasa con el t¨ªtulo de Contra el fascismo. Son dos obras que escribi¨® ya exiliado en Inglaterra, donde hab¨ªa llegado en febrero de 1939 con su segunda esposa, la austriaca Ilsa Kulcsar, ¡°rendido de cuerpo y esp¨ªritu¡±, seg¨²n sus propias palabras. ¡°Sali¨® de Espa?a bastante decepcionado pol¨ªticamente. ?l no fue nunca comunista, milit¨® en la UGT y luego en Inglaterra en el Partido Laborista¡±, a?ade Chislett.
¡°Pensaba que la acci¨®n pol¨ªtica no conduc¨ªa a nada¡±, contin¨²a Eaude, quien sostiene que ¡°con el tiempo Barea fue suavizando sus posiciones; ello combinado con su pesimismo, casi nihilismo¡±. ¡°Empez¨® apoyando al Partido Comunista, pero luego odi¨® c¨®mo manipulaban, y adem¨¢s le echaron de su puesto de censor¡±. Eaude afirma, sobre la visi¨®n que se ha tenido de Barea, que ¡°como en la Transici¨®n hab¨ªa el deseo de pasar p¨¢gina, de ¨¦l y otros escritores del exilio se omiti¨® su parte m¨¢s revolucionaria¡±. ¡°Creo que el final del bipartidismo y la llegada de Podemos influy¨® hasta cierto punto en un cambio. ?l dijo que hab¨ªa que hacer una revoluci¨®n socialista, pero entendido en el contexto de lucha a muerte contra el fascismo. Es una voz que puede seguir hablando a las actuales generaciones¡±.
Chislett, comisario de la exposici¨®n de 2018 sobre Barea en el Instituto Cervantes, en Madrid, explica que Lucha por el alma espa?ola se escribi¨® en las postrimer¨ªas o ¡°justo despu¨¦s de la Batalla de Inglaterra¡±, la ofensiva a¨¦rea nazi que fracas¨® finalmente en octubre de 1940. ¡°Es un texto que explora las ra¨ªces ideol¨®gicas del franquismo, iba dirigido a un lector izquierdista y no muy sofisticado¡±.
Para ello, se nutri¨® de informaciones de prensa, fuentes oficiales, testimonios y su propia experiencia. Destaca el cap¨ªtulo dedicado a Franco y su formaci¨®n en Marruecos. ¡°Es un relato en el que sorprende su ecuanimidad¡±, apunta Chislett. ¡°[Franco] pertenece a la categor¨ªa del hombre que nunca ha sentido miedo y para quien la valent¨ªa es una condici¨®n natural¡±; ¡°un hombre de una fr¨ªa inteligencia militar, pero carente de las cualidades de un estadista¡±, escribi¨®.
Otros apartados de este texto, de poco m¨¢s de 130 p¨¢ginas, que no tuvo mucho ¨¦xito comercial, se ocupan de cuestiones como ¡°la casta¡± que dirig¨ªa el pa¨ªs o ¡°la izquierda espa?ola¡±. Barea lamenta, sobre todo, ¡°que democracias como la brit¨¢nica o la francesa hubieran dejado sola a la espa?ola contra el fascismo en la Guerra Civil bajo la excusa de la no intervenci¨®n¡±, subraya Chislett.
Cuando se public¨®, Barea colaboraba con una charla semanal en la BBC en el servicio para Am¨¦rica Latina (fueron 856, cada una de unos 15 minutos). ¡°No lo pod¨ªa hacer para la secci¨®n espa?ola porque se le consideraba demasiado comprometido pol¨ªticamente. Eran reflexiones sobre la vida inglesa vista por un forastero simpatizante con su pa¨ªs de acogida. En 1948 obtiene la nacionalidad¡±, explica Chislett. No vivi¨® en Londres, sino en peque?os pueblos. ¡°Beb¨ªa mucho y se le ve¨ªa en los pubs contando an¨¦cdotas a obreros y labradores¡±, a?ade Eaude.
Sin embargo, en esta felicidad hab¨ªa un desgarro que ennegrece su biograf¨ªa: dej¨® en Espa?a a su primera esposa, Aurelia, de la que se hab¨ªa divorciado en 1937, y a los cuatro hijos que tuvo con ella, que acabaron en Brasil, viviendo en la pobreza. Barea escribi¨® a su hija Adolfina tres a?os despu¨¦s: ¡°En esta historia existe el desastre de vuestras vidas; pero la mayor parte de culpa ha sido ajena a m¨ª¡±.
La otra publicaci¨®n, Espa?a en el mundo de la posguerra, escrita al alim¨®n con Ilsa, que adem¨¢s era su traductora al ingl¨¦s, es bastante menos atractiva. Es un alegato para que el Gobierno brit¨¢nico, laborista, ¡°emprendiese alguna acci¨®n contra Franco, pero no tard¨® en alinearse con la pol¨ªtica exterior de EE UU en la Guerra Fr¨ªa¡±, agrega Chislett. ?En verdad cre¨ªa Barea que Franco caer¨ªa como fruta madura tras el fin de Hitler? ¡°No se sabe, pero era la esperanza de muchos exiliados y cuando no sucedi¨® fue una gran decepci¨®n para ¨¦l¡±.
Barea falleci¨® de un ataque al coraz¨®n en la Nochebuena de 1957. Ilsa lo cont¨® en una sobrecogedora carta: ¡°Se muri¨® agarr¨¢ndose a m¨ª, en mis brazos, de trombosis coronaria, que es un fin r¨¢pido, gracias a Dios¡±. Fue el adi¨®s de un rebelde que vivi¨® casi veinte a?os con el dolor de no poder volver a su patria. Como dijo en una entrevista: ¡°Un dolor agudo al que no llego a acostumbrarme¡±.
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