Elegante curso de enfermer¨ªa
Gin¨¦s Mar¨ªn cort¨® una oreja a un inv¨¢lido toro de la deslucida y descastada corrida de Montalvo, y otro ap¨¦ndice pase¨® el rejoneador Diego Ventura.
Vaya por delante que la corrida de Montalvo fue una birria. No es f¨¢cil adivinar los motivos por los que este hierro est¨¢ anunciado en la feria, pero lo cierto es que el juego de los cuatro toros lidiados fue lamentable de principio a fin. Correctos de presentaci¨®n y bravucones en los caballos ¡ªalgunos acudieron con br¨ªo, empujaron con la cara alta y pocas ganas¡ª, sin fuerzas, sin casta y con una soser¨ªa desbordante en las entra?as. As¨ª, es imposible el toreo; se pueden dar pases, insulsos en su mayor¨ªa, pero se extiende el aburrimiento y el tedio.
Gin¨¦s Mar¨ªn fue el ¨²nico que se sobrepuso a las circunstancias y cort¨® una oreja del sexto, que supo m¨¢s a recompensa por el hast¨ªo padecido que a premio por los m¨¦ritos contra¨ªdos.
Estuvo dispuesto Mar¨ªn; de hecho, brind¨® al p¨²blico y se empe?¨® en sacar agua de lo que parec¨ªa un pozo sin fondo. Un noble animal ten¨ªa delante, tan bueno como mortecino, y el torero, al estilo de Enrique Ponce, se levant¨® las mangas y ofreci¨® un curso completo de enfermer¨ªa. Eso s¨ª, con elegancia y aroma. Su labor fue intermitente por la invalidez del animal, pero lo mantuvo en pie, que no fue poca cosa, y le rob¨® airosos derechazos y naturales que se jalearon m¨¢s de lo debido. Sobre todo, porque lo que ten¨ªa delante era un moribundo.
Fue un garboso curso de enfermer¨ªa, con detalles bonitos, pero no m¨¢s. El toreo exige un toro, que es lo que no hab¨ªa.
Amuermado fue su primero, y mientras intentaba dar medios pases, se escucharon t¨ªmidas palmas de tangos en protesta por el endeble animal.
Tampoco tuvo suerte Paco Ure?a; el quinto, un inv¨¢lido; y el segundo parec¨ªa que¡ pero nada. Se lo brind¨® al torero murciano Pep¨ªn Jim¨¦nez, quien por la ma?ana hab¨ªa sido objeto de un homenaje en esta misma plaza. Comenz¨® por estatuarios, una trincherilla y un largo pase de pecho, torero pr¨®logo de lo que no pudo ser. Un mundo le costaba embestir al animal, preso de la falta de casta. Aun as¨ª, le pudo robar un par de naturales, pero el buen gusto del torero supo a muy poco.
En este toro se produjo el momento m¨¢s interesante de la tarde. Gin¨¦s Mar¨ªn realiz¨® un precioso quite por chicuelinas, abrochadas con una media de cartel, y Ure?a le contest¨® por ce?idas gaoneras. Y no hubo m¨¢s
Abri¨® la tarde el rejoneador Diego Ventura quien ayer dec¨ªa en este peri¨®dico que el rejoneo debe abrirse a otros encastes para mantener la vigencia del espect¨¢culo, y har¨ªa bien en convertir ese deseo en algo habitual. El toro de Guiomar Cort¨¦s de Moura parece dise?ado y criado para ser un fiel y noble convidado de piedra en el c¨®modo triunfo del caballero; y de la bondad al tedio no hay m¨¢s que un paso. No basta que la cuadra de caballos sea torera en grado sumo, que lo es; no basta el oficio y la alta condici¨®n t¨¦cnica y art¨ªstica de Ventura, que se le supone con creces¡ Falta toro, codicia, viveza, casta, fiereza¡ Es decir, falta un elemento esencial para que brote la emoci¨®n.
Por eso, y no por otra raz¨®n, la lidia del primer toro de rejoneo pas¨® desapercibida: fue un animal bonach¨®n, obediente hasta la insipidez, con el que Diego Ventura entren¨® como si estuviera en su finca, sin que su labor tan limpia como vac¨ªa llegara a los tendidos.
Mejor ante el cuarto, porque hubo un oponente m¨¢s vivo, ennoblecido de pura cepa, pero con m¨¢s br¨ªo y fortaleza en su carrera. Con este animal se luci¨® Ventura a lomos de N¨®mada, con el que templ¨® a dos bandas por todo el anillo del ruedo, y levant¨®, por fin, los ¨¢nimos; a continuaci¨®n, sali¨® Bronce, un torero de cuatro patas, y aquello se pareci¨® por fin a la emocionante lidia de un toro de rejoneo.
Cort¨¦s de Moura-Montalvo/Ventura, Ure?a, Mar¨ªn
Dos toros despuntados para rejoneo de Guiomar Cortés de Moura, justos de presencia y muy nobles; y cuatro de Montalvo, correctos de presentación, nobles, bravucones, descastados, sosos y muy blandos
Diego Ventura: pinchazo y rejón en lo alto (ovación); pinchazo y rejón en lo alto (oreja).
Paco Ureña: estocada caída (palmas); estocada (silencio).
Ginés Marín: estocada trasera (silencio); estocada _aviso_ (oreja).
Plaza de Las Ventas. 13 de mayo. Cuarto festejo de la Feria de San Isidro. Lleno (22.342 espectadores, según la empresa).
Babelia
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