Daniel Luque, deslumbrante claridad
?ngel T¨¦llez sufri¨® una tremenda voltereta en un quite por gaoneras al primero que lo mantuvo en la enfermer¨ªa hasta la lidia del cuarto toro
Cuando un torero lo ve claro, no es necesario que lo anuncie a los cuatro vientos; se ve y se nota en cuanto pisa el ruedo y despliega el capote. Ese es el caso de Daniel Luque, un torero en estado de gracia, que posee un misterio y lo muestra con las zapatillas asentadas en la arena, unas mu?ecas que acompasan y templan las embestidas de los toros, y una cabeza prodigiosa que le funciona como un reloj.
Eso es, al menos, lo que ha vuelto a decir esta tarde en Madrid tras su exitoso paso por la Feria de Abril. Sali¨® el primer toro, distra¨ªdo y corret¨®n, y en el tercio se pos¨® Luque, y su figura transmit¨ªa ya una serena seguridad propia de figura del toreo. Y as¨ª fue. No hubo lucimiento en los compases de recibo, pero s¨ª en un buen quite a la ver¨®nica, tan templado como los andares del torero por el ruedo. Comenz¨® el ¨²ltimo tercio por alto, firme como una vela, a pesar del intenso viento reinante, y la trincherilla final supo a antiguo cartel de toros. Blando y noble era el animal, pero Luque supo armonizar la fortaleza de su oponente y sac¨® lo mejor de su endeble calidad en tres tandas de muletazos con la mano derecha en los que sobresali¨® la templanza, la cadencia y el buen gusto. Cuando tom¨® la izquierda, el toro presentaba un aspecto cadav¨¦rico y fue, entonces, el torero el que embisti¨® entre los pitones. Las manoletinas finales alargaron la labor y permitieron que sonara un aviso antes de matar de una estocada trasera y desprendida que dej¨® el premio en una ovaci¨®n.
Fue en ese toro en el que ?ngel T¨¦llez cit¨® en un quite por gaoneras en el centro del ruedo y al tercer capotazo fue arrollado de lleno por el vientre, vol¨® por los aires y cay¨® desmadejado en la arena, donde recibi¨® adem¨¢s una patada del animal. Qued¨® inerme y tuvo que ser levantado por sus compa?eros, que lo trasladaron a la enfermer¨ªa. All¨ª estuvo hasta la lidia del cuarto toro, momento en el que se incorpor¨® a la lidia con un traumatismo dorsolumbar de pron¨®stico reservado.
A¨²n le quedaba otro toro a Luque, pero ese cuarto fue un manso descastado, de incierta mirada, con el que el torero hizo acopio de magisterio para salir airoso de un envite que se presentaba harto dificultoso.
Por cierto, que los toros eran del prestigioso, exigido y tambi¨¦n denostado hierro de Juan Pedro Domecq. Pero hete aqu¨ª que el cartel no era de figuras de pitimin¨ª. No hay misterio. Los seis toros de esta tarde pertenec¨ªan a familias de artistas, pero ellos no eran m¨¢s que meritorios, aspirantes en todo caso y, en verdad, los que ponen el caf¨¦ en la ganader¨ªa.
Prueba de ello es que fueron nobles, blandos, mansones, de escaso recorrido, con la carita siempre a media altura¡ Es decir, artistas modestos, de muy segunda fila. Y queda la duda: ?ser¨¢ que el ganadero conoce el grado de calidad de sus productos y los elige en funci¨®n del cartel?
De todos modos, la deslumbrante claridad de Luque fue la que les falt¨® a Francisco de Manuel y ?ngel T¨¦llez, dos j¨®venes que alcanzaron el estrellato en esta plaza la temporada pasada y a los que se les esperaba con enorme ilusi¨®n.
Ambos decepcionaron. Lo intentaron, s¨ª, pero ninguno de los dos fue capaz de superar las dificultades de sus oponentes y destacar con su concepci¨®n torera. Los dos son artistas y ambos sucumbieron ante la embestida tan noble como irregular de sus lotes. Demasiados pases insulsos, espesura en la cabeza, nervios a flor de piel, faenas largas en la b¨²squeda de un arca que estaba perdida¡ y el viento, muchas rachas y muy molestas, y el intenso fr¨ªo reinante que rompe los cuerpos. En fin¡
Qued¨®, al menos, el magisterio de un extraordinario torero que irradia claridad desde que se rompe el pase¨ªllo. Y eso, en los tiempos que corren, tiene un alto precio.
Domecq/Luque, T¨¦llez, De Manuel
Toros de Juan Pedro Domecq, justos de presentación, muy blandos, mansos, nobles y descastados.
Daniel Luque: estocada trasera y desprendida (petición y ovación); estocada trasera y atravesada (silencio).
Ángel Téllez: -aviso- pinchazo y estocada tendida (silencio); pinchazo y estocada (silencio).
Francisco de Manuel: -aviso- dos pinchazos y estocada -segundo aviso- (silencio); dos pinchazos y estocada -aviso- (silencio).
Plaza de Las Ventas. 12 de mayo. Tercer festejo de la Feria de San Isidro. Casi lleno (20.307 espectadores, según la empresa). Tarde de mucho frío y fuertes rachas de viento.
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