Diez razones por las que ¡®Flash¡¯ es mucho m¨¢s que otra pel¨ªcula de superh¨¦roes
Un repaso a las claves (Maribel Verd¨² como madre, un actor protagonista ¡®enfant terrible¡¯ o dos Batman cruzando sus l¨ªneas temporales) que resaltan en el filme de Andy Muschietti que solo chirr¨ªa en su final
Las aspiraciones de ¨¦xito de Flash (200 millones de d¨®lares de presupuesto, e inspirada en la serie de c¨®mics Flashpoint) son un misterio. Las dificultades de producci¨®n han sido enormes, los retrasos, continuos, y, en una decisi¨®n harto dudosa, el estreno mundial ¡ªeste viernes 16¡ª se produce apenas un par de semanas despu¨¦s del de Spider-Man: cruzando el multiverso, brillante obra de animaci¨®n de Sony y Marvel que est¨¢ arrasando en los cines. En un momento en el que DC C¨®mics ha apostado por James Gunn como nuevo responsable de su universo cinematogr¨¢fico, las dudas se acrecientan con uno de los ¨²ltimos productos de la etapa comandada por su anterior jefe, Zack Snyder. Aqu¨ª van diez virtudes de la estupenda Flash, una pel¨ªcula que se aleja del rodillo creativo rutinario habitual del cine de superh¨¦roes... aunque alg¨²n pero tiene.
Ezra Miller, su protagonista, un actor convertido en el nuevo ¡®enfant terrible¡¯ de Hollywood
Desde que se convirti¨® en la f¨¢brica de sue?os, Hollywood es lo que es por sus historias, pero tambi¨¦n por sus intrahistorias. Por las pol¨¦micas, por los desmanes, por las noticias en la prensa de sus estrellas, a veces m¨¢s relacionadas con las p¨¢ginas de sucesos que con las de espect¨¢culos. Por sus pesadillas. Y ah¨ª Ezra Miller es un especialista y, en lugar de superh¨¦roe, deviene un supervillano: el actor de, entre otras, Tenemos que hablar de Kevin, Las ventajas de ser un marginado y las sagas Animales fant¨¢sticos y La Liga de la Justicia, en esta ya dando vida a Flash, ha sido acusado en los ¨²ltimos tiempos de conducci¨®n temeraria con posesi¨®n de drogas, agresi¨®n a una fan, alteraci¨®n del orden p¨²blico y acoso a una pareja, robo de un pasaporte y una cartera, secuestro y hasta de liderar una secta.
Tambi¨¦n Ezra Miller, ese int¨¦rprete excepcional
En Tenemos que hablar de Kevin, pel¨ªcula que reflexionaba sobre la verdadera naturaleza del mal (?Nace o se hace, es cong¨¦nito o es la sociedad la que convierte a una persona en malvada?), era directamente la vileza encarnada en el joven cuerpo y en la perversa mente de un chaval. Y estaba inquietante. Desde ah¨ª, y a pesar de las pol¨¦micas, ha mezclado en su carreta t¨ªtulos de corte m¨¢s independiente con superproducciones, y siempre ha demostrado sus virtudes, sumadas adem¨¢s a un atractivo rostro anguloso, unos extra?os ojos rasgados y una mirada, sin duda, penetrante. En Flash hace un doble papel: uno, despreocupado, juvenil y a¨²n sin poderes; otro, profesional y expansivo, neur¨®tico y ansioso. Dos posibles Barry Allen en distintos tiempos del multiverso, pero reunidos a lo largo de buena parte de la historia, en la que desarrolla una gran variedad de registros, desde la vis c¨®mica hasta el dolor supremo, pasando por la fisicidad de la acci¨®n. Una buddy movie, o pel¨ªcula de colegas, con dos personajes que en realidad son el mismo.
Maribel Verd¨², la madre del superh¨¦roe
Nora Allen, su personaje, fue creado en 1962 por el escritor John Broome y por el dibujante y editor Carmine Infantino en el n¨²mero 126 de la serie The Flash. Era rubia y ten¨ªa los ojos azules. El director argentino Andy Muschietti, sin embargo, convenci¨® a la actriz espa?ola Maribel Verd¨², en principio reacia a meterse en este berenjenal de acci¨®n, para que hiciera el papel con una tipolog¨ªa f¨ªsica bien distinta: interpretando a una hispana. Su tiempo de presencia en pantalla no es muy elevado (las secuencias se pueden contar con los dedos de una mano), pero su importancia es suprema: por ella Flash hace lo que hace; su existencia mueve la historia y a una parte importante de los personajes. Est¨¢ soberbia, tanto en un registro costumbrista, lindando con lo c¨®mico, como en otro mucho m¨¢s dram¨¢tico, filmado por Muschetti con hermosos primeros planos que elevan las emociones en momentos esenciales del relato.
Andy Muschietti, un director con criterio
La primera hora y media de Flash es ejemplar. Tiene sentido del humor y, sobre todo, del ritmo. Presenta a un personaje atractivo, establece con convicci¨®n su conflicto y fusiona bien la jarana c¨®mica con la tralla de acci¨®n y, ojo, con el drama. Y posee algo m¨¢s, un matiz que se echa de menos en otras pel¨ªculas de superh¨¦roes, principalmente en ciertos t¨ªtulos de Marvel, y no tanto en los de DC: un sentido del realismo en la acci¨®n que provoca que en todo momento el conglomerado de escenarios cotidianos, gentes y fantas¨ªa no parezca creado (aunque lo est¨¦, claro) a trav¨¦s de las im¨¢genes generadas por ordenador. Es decir, que no se intuya la pantalla verde detr¨¢s de lo engendrado, que la tramoya no asalte la mente del espectador mientras est¨¢ completamente metido en la emoci¨®n. En ese trecho, Muschietti, director de las terror¨ªficas Mam¨¢ e It, se luce con la fant¨¢stica secuencia de la maternidad del hospital y los beb¨¦s cayendo desde las alturas hacia el rocoso asfalto. Un prodigio de comicidad y finura, de detalles t¨¦cnicos, art¨ªsticos y de montaje.
El regreso de Michael Keaton y Ben Affleck como Batman
En Birdman, de Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu, magn¨ªfica obra sobre la conciencia art¨ªstica con continuos mensajes metaficcionales, ganadora del Oscar a la mejor pel¨ªcula, Michael Keaton se fustigaba como una antigua estrella de producciones de superh¨¦roes que intentaba una vana redenci¨®n como figura teatral gracias a un texto de Raymond Carver. Keaton, protagonista de Batman (1989) y Batman Returns (1992), ambas dirigidas por Tim Burton, se enfunda de nuevo el apretado traje del caballero oscuro, a los 71 a?os, para cerrar el c¨ªrculo de la imposibilidad de una (ir)reprochable conciencia art¨ªstica, adem¨¢s de ofrecer una melanc¨®lica variante en el universo alternativo al que viaja Flash. El multiverso, tanto en Marvel como en DC, est¨¢ sirviendo tambi¨¦n para eso: para el toque nost¨¢lgico con la reuni¨®n de int¨¦rpretes, y la consiguiente piel de gallina del fan¨¢tico. Junto a Keaton, Ben Affleck vuelve a interpretar al Batman de la l¨ªnea temporal original.
La nueva Supergirl tiene sangre colombiana
En una entrevista con El cine en la Ser durante la promoci¨®n de estos d¨ªas en Espa?a, Barbara Muschetti, hermana de Andy, y productora de Flash, afirm¨®: ¡°La audiencia latina es el grupo de p¨²blico que m¨¢s va al cine en Estados Unidos¡±. La presencia de la actriz estadounidense de padres colombianos Sasha Calle, con un f¨ªsico alejado de la rotundidad en las formas de anta?o (el contraste con Gal Gadot, que da vida a Wonder Woman, que tambi¨¦n participa en la pel¨ªcula, es llamativo), refuerza las palabras de Muschietti. Nuevos tiempos en torno a las superhero¨ªnas.
El multiverso es un plato de pasta
Frente a las explicaciones pomposas, est¨¦riles e incomprensibles de no pocas pel¨ªculas de superh¨¦roes acerca de los mecanismos que mueven algunas de sus tramas, y ah¨ª el teseracto de Vengadores: la era de Ultr¨®n podr¨ªa ser el paradigma, Muschietti y sus guionistas, Christina Hobson y Joby Harold, se esfuerzan en ofrecer una instrucci¨®n bastante m¨¢s esclarecedora sobre lo que significa el multiverso gracias a unos espaguetis, previos a su cocinado y ya en el plato.
Gui?os a la cultura popular
En una pel¨ªcula de viajes en el tiempo en la que el joven Flash regresa al pasado para intentar evitar el asesinato de su madre, las concomitancias con Regreso al futuro son inevitables. De modo que, conscientes de ello, Hobson y Harold han jugado con gracia exultante acerca de las posibilidades que ofrece el multiverso. As¨ª, la hist¨®rica circunstancia cinematogr¨¢fica de que la m¨ªtica pel¨ªcula de Robert Zemeckis no empez¨® con Michael J. Fox como protagonista sino con otro actor, un mucho m¨¢s soso Eric Stoltz, sustituido tras cinco semanas de un rodaje en el que nunca dio la talla, provoca unas cuantas l¨ªneas de guion harto brillantes. Solo para entendidos, s¨ª, pero aqu¨ª hasta el m¨¢s nuevo de los espectadores parece saberse al dedillo los entresijos de la reciente historia del cine popular. Que Saoirse-Monica Jackson, de la serie Derry Girls, tenga un peque?o papel (casi un cameo) con su caracter¨ªstica pose desvergonzada entra dentro de la sistem¨¢tica.
Una pel¨ªcula marcada por la dualidad en el arte y la vida
No es dif¨ªcil imaginar los sucesivos gabinetes de crisis en los despachos de DC C¨®mics y Warner cada vez que el inefable Miller comet¨ªa otra de sus turbias fechor¨ªas y los medios se hac¨ªan eco de ello. Seg¨²n Rolling Stone, tras el rodaje de Flash una parte del equipo lo ha definido como una persona ¡°a la que se le va la cabeza¡±. A la vista de apartados anteriores, el del debe y el del haber, se abre una doble bifurcaci¨®n que, desde fuera, desde el an¨¢lisis cultural y social, resulta interesante en una sociedad como la contempor¨¢nea: Primera: ?puede afectar a la taquilla el comportamiento de Miller, ahora mismo en tratamiento psicol¨®gico; es decir, habr¨¢ espectadores reacios a colaborar con un producto protagonizado por alguien acusado de acoso y secuestro? Y segunda: si la pel¨ªcula funciona, visto el talento del pol¨¦mico actor, ?seguir¨¢n contando con ¨¦l en DC para interpretar a Flash en pr¨®ximos t¨ªtulos?
Sorpresas para los entusiastas
Adem¨¢s de las novedades que se pueden contar, pues ya se entreve¨ªan en los tr¨¢ileres, Flash se guarda varios ases m¨¢s en la manga. Quiz¨¢ no salven del todo un tercer acto demasiado extendido, un tanto confuso y mucho m¨¢s convencional que el resto de la pel¨ªcula, pero seguro que dejar¨¢ amplias sonrisas en los entusiastas de siempre.
Y el pero: el tropez¨®n del tercer acto
El tercer acto de Flash, m¨¢s o menos los ¨²ltimos 40 minutos de sus dos horas y media de metraje, resulta tan rutinario y anodino como el de muchas de sus compa?eras de generaci¨®n. Adem¨¢s de excesivamente largo, el agotador desenlace parece olvidar (casi) en todo momento la efervescencia anterior, en pos de una grandilocuencia ya demasiado habitual, en torno a un villano que importa apenas nada. No es ning¨²n desastre, aunque s¨ª un evidente m¨¢s de lo mismo. Su vigor est¨¢ en los dos primeros actos.
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