¡®Unicornios¡¯: una mirada amarga a la generaci¨®n de Instagram y de las relaciones l¨ªquidas

Una chica acude a la casa de campo de su novio para una celebraci¨®n familiar y, ya en el postre, con la tarta, observa a una pareja de ancianos que se mira a su vez con dulzura, ambos cogidos de la mano. ?l cumple 84 a?os. La joven los mira sin ternura. Con indiferencia. Seguramente con la mayor de las incomprensiones. Es un ser de otro planeta ante unos sentimientos que desconoce por completo. Pero un alien¨ªgena desde luego consecuente con lo que cree. O al menos con lo que cree que cree.

Los planos de la pareja de mayores en su acci¨®n y de ella en su (falta de) reacci¨®n son rapid¨ªsimos. Duran apenas un segundo cada uno. Pero son dos de las mejores im¨¢genes de Unicornios, interesante debut en el largometraje de ficci¨®n del cortometrajista, documentalista, montador y fot¨®grafo ?lex Lora. Una pel¨ªcula sobre una parte de la nueva generaci¨®n de mujeres, la de los veintitantos, la que aborda la existencia desde la necesidad del registro de cada momento, la de la falta de compromiso, la de la b¨²squeda del like, la del ciberrecibimiento de sus actos con el rictus del disgusto entre ceja y ceja. La radiograf¨ªa de un tiempo y de unos seres humanos ni mejores ni peores que los anteriores, seguramente m¨¢s complejos, pero que Lora retrata con luz tenue y esp¨ªritu l¨²gubre. Con el ¨¦xtasis de la aflicci¨®n constante. Consciente o inconscientemente, el director y sus coguionistas, Pilar Palomero, Mar¨ªa M¨ªnguez y Marta Vivet, han compuesto una oda a la autodestrucci¨®n.

El personaje interpretado por Greta Fern¨¢ndez, actriz de gesto hosco y sonrisa dif¨ªcil en la inmensa mayor¨ªa de sus trabajos, perfecta pues para el papel, se desenvuelve afectivamente alrededor del poliamor y las relaciones l¨ªquidas, que si no son lo mismo se parecen mucho. Una aspirante a fot¨®grafa y a instagramer que, en el momento en que ese novio de la celebraci¨®n familiar le propone que no tengan relaciones sexuales con m¨¢s gente, que sean mon¨®gamos, decide poner tierra de por medio en busca de su propio yo, de la plena libertad, de una sucesi¨®n de relaciones l¨¦sbicas y heterosexuales desarrolladas en un santiam¨¦n. Quiz¨¢ en busca de la nada.

Lora, que, como su personaje protagonista, parece obsesionado por las texturas, filma a sus criaturas con bella fotograf¨ªa de dise?o, juegos con la relaci¨®n de aspecto y las im¨¢genes en vertical de los m¨®viles, y espor¨¢dicas rupturas en el continuo secuencial a trav¨¦s del montaje. Y se deleita ¡ªen alg¨²n momento quiz¨¢ demasiado¡ª con la b¨²squeda de esa mirada art¨ªstica que le reclaman a la chica en su propio trabajo, y que el director acaba encontrando a partir de la desesperanza. Todo se fotograf¨ªa, todo se graba, todo se registra, hasta flirtear con la prostituci¨®n en un paso que ser¨¢ el espectador el que deba juzgar como consecuente con lo que se est¨¢ contando o como de gratuito tremendismo. Un salto que, desde luego, no parece chirriar en un mundo como el que se retrata.

¡ª?T¨² me vas a dar clases de feminismo!

¡ªNo, yo solo quer¨ªa pasarla bien con vos un rato.

Este di¨¢logo entre la chica y un espor¨¢dico ligue argentino da cuenta de una de las mejores conversaciones de una historia en la que la madre de ella podr¨ªa ser el rol con el que se pueda identificar buena parte de la platea. Unicornios, que en alg¨²n momento parece la hija malencarada de After, de Alberto Rodr¨ªguez, sobre la generaci¨®n de anteayer, no es una pel¨ªcula activista sobre un posible modo de vivir. Tampoco una denuncia reaccionaria de las peligrosas derivas de ciertos comportamientos. Pero lo que no es con toda seguridad es una pel¨ªcula condescendiente. La indulgencia queda para otro tipo de cine, seguramente mucho mejor recibido en seg¨²n qu¨¦ ¨¢mbitos, pero bastante menos estimulante.