Marcos Giralt Torrente, escritor: ¡°Los hijos tienen que saber decodificar c¨®mo son sus padres¡±
El autor, que publica ¡®Alg¨²n d¨ªa ser¨¦ recuerdo¡¯, confiesa que para escribir necesita ¡°todo el tiempo del mundo¡±
Marcos Giralt Torrente (Madrid, 55 a?os) recibe una tarde soleada de mayo en su casa del centro de Madrid ocupada por libros y cuadros. El escritor ya tiene en la calle, tras una presentaci¨®n multitudinaria, Alg¨²n d¨ªa ser¨¦ recuerdo (Anagrama), un libro que re¨²ne textos publicados para hacerlos dialogar entre ellos.
Pregunta. Dice que tiene usted una concentraci¨®n dispersa.
Respuesta. Yo soy un escritor nocturno. Mi tendencia natural me pide vivir de noche. Eso fue una desgracia en mis largos tiempos de noctambulismo, pero en la noche siempre he encontrado tranquilidad y concentraci¨®n.
P. Hasta que fue padre.
R. Y tuve que aprender a escribir de d¨ªa, que b¨¢sicamente consiste en aprender a escribir cuando tu hijo est¨¢ en el colegio. Un per¨ªodo de adaptaci¨®n que todav¨ªa no estoy seguro de haber logrado. Hay muchas maneras de escribir, y como t¨² escribas no te hace ni mejor ni peor escritor. Hay gente que es capaz de sentarse en la mesa el mismo n¨²mero de horas. Yo, en cambio, necesito tener todo el tiempo del mundo: habitar el libro. Lo cual no quiere decir que est¨¦ todo el rato escribiendo.
P. Cito una frase de su ¨²ltimo libro: ¡°Los padres llegan tarde a la vida de sus hijos¡±.
R. Todos tenemos una vida un poco secreta. Hay una intimidad que no comunicas, o comunicas de aquella manera. Yo fui padre a los 41 a?os. Ya estaba muy hecho. Los hijos tienen que saber decodificar c¨®mo son sus padres y a veces no se logra, evidentemente, porque hay un mont¨®n de informaci¨®n de la que carecen. Tus padres siempre son una inc¨®gnita que puede convertirse tambi¨¦n en un est¨ªmulo, en un enigma que quieres descifrar.
P. Cuenta, tambi¨¦n en Alg¨²n d¨ªa ser¨¦ recuerdo, c¨®mo Jos¨¦ Bergam¨ªn le cont¨® que durante su infancia hab¨ªa visto en el Retiro de Madrid a unos ind¨ªgenas enjaulados que eran la principal atracci¨®n de una exposici¨®n so?bre las antiguas colonias americanas. ¡°El recuerdo de un recuerdo recordado, la distorsi¨®n de la distorsi¨®n¡±, dice referente a la historia, que no sabe si es cierta. Pero a Bergam¨ªn usted s¨ª le recuerda bien.
R. Bergam¨ªn previamente hab¨ªa tenido una correspondencia con mi abuelo [Gonzalo Torrente Ballester] pese a que mi abuelo hab¨ªa hecho la guerra en el bando nacional, formando parte del aparato de propaganda de Franco en Burgos junto con Dionisio Ridruejo, Rosales¡ Se hicieron amigos epistolarmente. Y cuando Bergam¨ªn vino por primera vez del exilio, se conocieron personalmente y las dos familias tuvieron mucho trato en ese momento. Mi madre era una bonita adolescente y Bergam¨ªn la mim¨® mucho, la llevaba a los toros, la llevaba a comer, a cenar. Luego Bergam¨ªn, producto de una carta que se firm¨® por parte de intelectuales en protesta por una huelga de mineros en Asturias en el a?o 63 (firmaban tambi¨¦n Aranguren y mi abuelo), volvi¨® al exilio. Cuando regres¨® de nuevo a Espa?a, yo ya hab¨ªa nacido y mi madre me lo present¨®.
P. Le conquist¨®.
R. Totalmente. De alguna manera me enamor¨¦ de ¨¦l como se puede enamorar un ni?o de un adulto; era un seductor nato: ten¨ªa esa cualidad que no tienen todos los adultos, que es saber tratar a los ni?os. Un adulto que sabe dar ese lugar al ni?o, y eso pasa por tratar al ni?o como si tuviese cabeza, sentimientos y dem¨¢s, no como una rid¨ªcula caricatura. Ten¨ªa ese talento. Para m¨ª era el ejemplo de lo que hab¨ªa que hacer. Por republicano, por rebelde, por contestatario. Yo adoraba a mi abuelo Gonzalo, y me parece un grand¨ªsimo escritor, pero yo era muy de izquierdas y entonces me parec¨ªa que mi abuelo Gonzalo hab¨ªa optado por el bando equivocado. Y Bergam¨ªn lo ten¨ªa todo.
P. ?Cu¨¢ntos a?os ten¨ªa usted cuando muri¨® su abuelo?
R. Ten¨ªa 31. Mi primer libro s¨ª lo ley¨®. Fue muy elogioso, me da pudor recordarlo porque no dejan de ser las palabras de un abuelo hacia su nieto. Mi siguiente libro, Par¨ªs, gan¨® el Herralde, pero no lleg¨® a leerlo ni a saber del premio porque muri¨® meses antes.
P. Lleva con Anagrama desde el primer libro.
R. Anagrama ya era mi editorial preferida, no solamente por el cat¨¢logo de extranjeros que ten¨ªa, sino porque los escritores espa?oles en los que me fijaba m¨¢s, como Enrique Vila-Matas o Javier Mar¨ªas. Y adem¨¢s incorporaba ya a j¨®venes que estaban cercanos a mi edad, como Mart¨ªnez de Pis¨®n. Anagrama era donde yo quer¨ªa publicar, pero mi madre era amiga de Beatriz de Moura, de Tusquets. Pens¨¦ que ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil publicar ah¨ª por el hecho de ser amiga de mi madre. Y le mand¨¦ el manuscrito a Beatriz y Beatriz demostr¨® su amistad con mi madre envi¨¢ndome una carta de rechazo m¨¢s larga de lo habitual. En vez de las cinco l¨ªneas habituales, me mand¨® como dos p¨¢ginas. Y citaba a Orson Welles, cosa que tampoco acab¨¦ de entender. Yo creo que no ley¨® el libro de una manera desprejuiciada precisamente por ser hijo de su amiga. Terminaba con algo as¨ª como que ¡°una vez aprendido el oficio, tal vez esto podr¨ªa convertirse en un posible libro¡±. Aquello me aniquil¨®.
P. ?Qu¨¦ hizo?
R. Mi entorno me anim¨® a seguir buscando fortuna. Se lo pas¨¦ a Carmen Mart¨ªn Gaite y a Javier Mar¨ªas, y a los dos les gust¨®. Es muy divertido porque les gust¨® por razones completamente antit¨¦ticas. Tengo guardados los manuscritos comentados por uno y otro. Donde Javier tachaba muy enfadado un p¨¢rrafo, Carmen lo destacaba con un solecito pintado. El cuento que m¨¢s le gustaba a Carmen, Javier lo mandaba quitar del libro, y viceversa. Fue bueno. Si solamente lo hubiera le¨ªdo uno de ellos, probablemente le habr¨ªa hecho caso al 100% en todo, pero de pronto tuve dos lecturas tan opuestas que ten¨ªa que elegir: o hac¨ªa caso a Javier o hac¨ªa caso a Carmen. Y entonces a veces hac¨ªa caso a Javier, a veces a Carmen, y muy a menudo a ninguno de los dos. Segu¨ªa mi propio instinto. Y los dos me facilitaron la llegada a Anagrama. Jorge [Herralde, editor de Anagrama] fue muy generoso porque, como sabes, los cuentos no son muy apetecidos por parte de los editores y mucho menos los primeros libros de cuentos.
P. El libro abarca un tiempo suyo en los libros, en los peri¨®dicos. Hay algo de vanidad en elegir textos que usted ha escrito, pero tambi¨¦n verg¨¹enza por lo que uno ha escrito y ya no se reconoce.
R. Cuando me puse a hacer la selecci¨®n, una de las sorpresas que me llev¨¦ es que piezas m¨ªas que ten¨ªa en la memoria y que me parec¨ªa que iban a estar, no me gustaban nada y hab¨ªan envejecido muy mal. Te llevas esa clase de sorpresas. Tuve que hacer una criba, sobre todo porque yo quer¨ªa que los textos se miraran, que hubiese un juego de espejos. Y al final queda un autorretrato al trasluz.
P. El t¨ªtulo, Alg¨²n d¨ªa ser¨¦ recuerdo.
R. Parece grandilocuente, pero es un texto que me pidieron en el peri¨®dico Clar¨ªn de Argentina hace a?os sobre la cobard¨ªa. De que una vez que intent¨¦ ense?arle a ser valiente porque vino cariacontecido una tarde en la que unos ni?os mayores le hab¨ªan mojado con las pistolas de agua. Al d¨ªa siguiente fui yo a esperarle y esa misma noche un t¨ªo me sac¨® 20 euros de la manera m¨¢s absurda. Fui un cobarde cuando quer¨ªa ense?arle a mi hijo a ser valiente.
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