El lutier de los instrumentos locos de Les Luthiers desvela sus secretos
Hugo Dom¨ªnguez visita Espa?a para grabar un documental y fabricar una de sus guitarras de lata
En el mundo del inventor y artesano Hugo Dom¨ªnguez (Buenos Aires, 77 a?os) cada instrumento formal tiene su contraparte informal. Dom¨ªnguez inventa y fabrica artefactos musicales alejados de la nobleza de la madera de palosanto brasile?o, arce o abeto y se inclina m¨¢s por materiales como PVC, corcho, vidrio, pino o metacrilato. Pero el material no es lo m¨¢s llamativo, sino los objetos que utiliza: termos de agua caliente, bid¨¦s, duchas, sartenes, latas de comida o globos. Ese libertinaje ingenieril no impide, sin embargo, que sus instrumentos suenen a lo que deben, a m¨²sica. Graciosos, pero musicales, as¨ª son los instrumentos informales de Dom¨ªnguez. Con frecuencia, la risa es el primer efecto en el p¨²blico que los ve. Y estos locos cacharros se han visto principalmente en las actuaciones de Les Luthiers, la m¨ªtica banda humor¨ªstico-musical argentina, que encara este a?o su gira de despedida de los escenarios. Hugo Dom¨ªnguez es, desde 1997, el lutier de Les Luthiers, que adem¨¢s recientemente anunci¨® su retirada. Este verano est¨¢ pasando una breve temporada en Espa?a, a caballo entre M¨¢laga y Granada, donde la productora malague?a Play It Again est¨¢ grabando un documental sobre su historia.
Recuerda Dom¨ªnguez que los instrumentos informales nacieron en la Nueva Orleans del jazz y las brass bands (bandas de metal) de mitad del siglo pasado, y no son otra cosa que aparatos construidos con todo tipo de elementos ajenos al mundo de la m¨²sica. En su origen, porque no quedaba otra que hacer m¨²sica con lo que se tuviera a mano por cuestiones econ¨®micas y, ahora, con frecuencia, por diversi¨®n. Un ejemplo paradigm¨¢tico de ello es el nomeolbidet, versi¨®n alocada del organistrum, un instrumento medieval de cuerda que, cambiando la madera por tubo de PVC y un bid¨¦, acaba sonando casi como si fuera el original.
La relaci¨®n de Dom¨ªnguez con estos artefactos nace en su ni?ez, all¨¢ en la d¨¦cada de los sesenta en Buenos Aires. Su primer instrumento fue un banjo que reun¨ªa un m¨¢stil encontrado en la calle y pisoteado por un coche con una lata de dulce de batata. Ese fue el comienzo de una historia de amor-utilidad con, por ejemplo, las muy argentinas latas de cinco kilos de dulce de batata. Aquel banjo le permiti¨® incorporarse a una banda de jazz en su Buenos Aires natal. Nunca se ha despegado de la m¨²sica desde entonces y ya han pasado m¨¢s de 60 a?os y decenas de instrumentos informales en su curr¨ªculo desde aquel primer objeto hasta la guitarra dulce ¡ªdulce no por el sonido, sino porque est¨¢ fabricada con dos latas de dulce de batata¡ª que ha construido durante su visita a Granada para exponerla este verano en el Museo Interactivo de la M¨²sica de M¨¢laga.
Casi 30 a?os despu¨¦s de trabajar para Les Luthiers, cualquier fan de estos artistas reconocer¨ªa los instrumentos de Dom¨ªnguez: el alambique encantador, el nomeolbidet, la exorcitara y otros muchos. El artesano explica, no obstante, que esa guitarra no es, precisamente, una de sus invenciones, sino del anterior lutier del grupo argentino. En estas casi tres d¨¦cadas, desde que entr¨® a formar parte del equipo de Les Luthiers, Dom¨ªnguez ha desarrollado m¨¢s de dos docenas de instrumentos originales propios, aunque entre sus tareas est¨¢ tambi¨¦n replicar algunos de los inventados antes de su llegada que, por el uso, ya no se pod¨ªan utilizar.
Entre su primer banjo y el comienzo de su trabajo con Les Luthiers, Dom¨ªnguez se dedic¨® a la fabricaci¨®n de artefactos de todo tipo. En el ¨¢mbito sanitario, fabric¨® ¡°las primeras jeringuillas descartables de Argentina y las primeras bolsas para almacenar sangre¡±, cita a modo de ejemplo. No termin¨® la formaci¨®n secundaria y, de hecho, comenta entre risas: ¡°No recuerdo si lo dej¨¦ en segundo o tercero. Siempre he sido un autodidacta¡±.
Su historia profesional cambi¨® un d¨ªa de 1995. Estaba en uno de sus proveedores habituales buscando materiales cuando alguien le coment¨®: ¡°Ch¨¦, Hugo, ?te enteraste de que falleci¨® el lutier de Les Luthiers?¡±, recuerda Dom¨ªnguez. ¡°A los cinco minutos¡±, contin¨²a, ¡°estaba hablando con la producci¨®n del grupo, ofreci¨¦ndome. Esa audacia ahora no me la puedo creer porque Les Luthiers era lo m¨¢s en ese momento¡±.
El grupo le pidi¨® que escribiera algo sobre sus habilidades e intenciones. ¡°Me dijeron que preparara una carta con mis pretensiones. Prefer¨ª que la escribiera mi hija: le cont¨¦ mis ideas y ella le dio la forma oportuna a la cuartillita. A los 10 meses, cuando yo hab¨ªa olvidado el tema, me respondieron. Quer¨ªan conocerme y ver qu¨¦ pod¨ªamos hacer juntos¡±. La llamada era en realidad para una puja con muchos otros postulantes. Le pidieron ideas nuevas. Junto a la carta inicial hab¨ªa presentado ocho o diez ideas de instrumentos, pero al ver que hab¨ªa competici¨®n, ofreci¨® ¡°cuatro o cinco m¨¢s¡±. En la primera entrevista con los artistas recuerda un peque?o traspi¨¦s: le preguntaron su opini¨®n sobre sus obras. ¡°Les dije la verdad. No hab¨ªa visto ninguna en directo, solo los hab¨ªa o¨ªdo por la radio. Cuando ustedes estaban, yo no ten¨ªa dinero. Cuando tuve dinero, ustedes no estaban¡±, les explic¨®.
A continuaci¨®n, lo invitaron a ver la obra que estaban representando. ¡°Un d¨ªa despu¨¦s¡±, relata, ¡°me meto en la ducha y escucho el ruido de las gotas de agua al caer en la rejilla met¨¢lica, que estaba suelta. Ah¨ª vi lo que luego ser¨ªa la desafinaducha¡±, un instrumento fundamental en la obra Loas al cuarto de ba?o¡±. Finalmente, consigui¨® el puesto de lutier de Les Luthiers gracias a un dibujito a mano alzada de la imaginada desafinaducha, que tuvo que vencer, recuerda, ¡°a las propuestas de 40 miembros de la Sociedad de Inventores de Argentina y de dise?os dibujados con perfecci¨®n ingenieril¡±. Luego se enter¨® de que sus cacharros gustaron tanto como divirtieron a Les Luthiers, que le contaron que estuvieron ri¨¦ndose de su carta de intenciones largo y tendido, aunque a¨²n no sabe por qu¨¦.
Tambi¨¦n entonces aprendi¨® que no hay que meterse en el territorio de los genios del humor. ?l propuso su desafinaducha con el nombre de duchafon, rechazado desde el primer momento. Jam¨¢s ha vuelto, admite, a poner nombre a sus cacharros. Ya lo har¨¢n los que saben, aunque, como todo se pega, la charla con Dom¨ªnguez est¨¢ plagada de iron¨ªa y de segundos significados.
El artesano est¨¢ orgulloso de la durabilidad de sus instrumentos. En la ¨¦poca de mayor ¨¦xito de Les Luthiers deb¨ªan resistir alrededor de siete a?os de uso y viaje intenso. ¡°Tres o cuatro de gira por Argentina, otros dos por Sudam¨¦rica y, finalmente, otros dos por Espa?a¡±. Tambi¨¦n, dice, hay que dimensionarlos para la escena. ¡°Deben ser visibles para todos los espectadores, sin importar si est¨¢n cerca o lejos, as¨ª que hay que construirlos grandes, quiz¨¢ un 20% por encima de lo que ser¨ªa su tama?o normal¡±.
El futuro profesional de Hugo Dom¨ªnguez no depende, ahora que Les Luthiers han anunciado su retirada, exclusivamente del grupo argentino. Tambi¨¦n ha trabajado para el museo de ciencia m¨¢s importante de Buenos Aires, grupos de teatro y, en los ¨²ltimos a?os, para artistas pl¨¢sticos como Cai Guo-Qiang, Eduardo Hoffmann, Marta Minuj¨ªn o Mart¨ªn Bonadeo. Ellos tienen una idea y Dom¨ªnguez, que una vez se defini¨® como ¡°constructor de objetos maravillosos¡±, la convierte en realidad.
Babelia
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