El hondo y lento toreo de ?lvaro Lorenzo

La tradicional corrida del d¨ªa de la Paloma en Las Ventas, celebrada ayer, sorprendi¨® con una oreja totalmente de saldo para Francisco de Manuel, todav¨ªa m¨¢s devaluada si se compara con la que le neg¨® el palco a ?lvaro Lorenzo por una faena de mucha m¨¢s entidad por lo templado que se mostr¨® el toledano, informa Javier L¨®pez.

Lorenzo llegaba a Madrid consciente de lo que se jugaba. Sin apoderado, su nombre ha ido desapareciendo poco a poco de las ferias. Necesitaba, por tanto, otro toque de atenci¨®n para demostrar que todav¨ªa tiene mucho que decir. Y qu¨¦ mejor sitio que en Madrid un 15 de agosto, fecha de gran solera en el calendario taurino.

Y, posiblemente, ayer haya sido la vez que m¨¢s despacio ha toreado. A su primero, un toro con mucha clase de Fuente Ymbro, pero cogido con alfileres, al que Lorenzo condujo a c¨¢mara lenta por los dos pitones, muy asentado, m¨¢s ajustado que otras veces y con hondura. Pero a la faena le falt¨® ese plus de emoci¨®n, de romper de verdad; primero, por la falta de transmisi¨®n del toro, y tambi¨¦n, quiz¨¢, por ciertos desajustes antes de los bonitos ayudados por alto de final de obra. Tampoco contribuy¨® la colocaci¨®n del acero. Dio una merecida vuelta al ruedo tras no atender el palco la petici¨®n de oreja que hubo desde el tendido.

El cuarto fue un ¡°mastodonte¡± de 630 kilos que tuvo fachada y mal estilo, sin clase alguna, y sin ir nunca metido en los enga?os. ?lvaro Lorenzo hizo un notable esfuerzo para robarle muletazos de uno en uno en una labor firme, pero de escaso eco en los tendidos.

Por su parte, Francisco de Manuel qued¨® pr¨¢cticamente in¨¦dito con un tercer toro muy desagradable, un animal remiso que antes del embroque tiraba ya el tornillazo y con el que fue imposible el lucimiento por mucho que lo intent¨® el madrile?o.

El sexto tampoco colabor¨® por su corto viaje y la falta de clase que manifest¨®, pero fue, al menos, suficiente para que De Manuel pusiera fibra y pudiera justificar su paso por Madrid. No fue de recibo la oreja que cort¨®, un premio sin ning¨²n tipo de peso ni fundamento, pero Madrid est¨¢ como est¨¢, y lo malo es que esto ya es algo tristemente habitual.

Amor Rodr¨ªguez no tuvo oponente propicio en el toro de su confirmaci¨®n, un sobrero de Alcurruc¨¦n manso de salida y, pese al buen fondo que escond¨ªa, no pudo desarrollarlo por sus nulas fuerzas; perdi¨® continuamente las manos y desluci¨® las buenas intenciones del madrile?o, que, en su haber, ense?¨® su cl¨¢sico concepto y el gusto que atesora sobre todo al natural, por donde dibuj¨® exquisitos muletazos sueltos.

El quinto, que hiri¨® al banderillero Ra¨²l Mateos, fue un toro sin raza ni clase que iba de aqu¨ª para all¨¢ pero sin humillar y soltando la cara. Rodr¨ªguez, que mostr¨® tambi¨¦n su sentido del temple, porfi¨® con ¨¦l, pero sin poder sacar nada en claro en lo art¨ªstico.