Johnny Cash, una contradicci¨®n con patas
Las posturas pol¨ªticas del Hombre de Negro todav¨ªa son objeto de pol¨¦micas. Y hasta pueden provocar manifestaciones
En 2004, el Partido Republicano se reuni¨® en Nueva York para designar al candidato a las elecciones presidenciales; all¨ª volvieron a nominar a George W. Bush. Las convenciones pol¨ªticas tienen una dimensi¨®n social y en esa r¨²brica cab¨ªa el acto convocado por los delegados de Tennessee: una fiesta en la sala de exposiciones de Sotheby¡¯s, donde se mostraban objetos privados de Johnny Cash y su esposa, June Carter, que subastar¨ªan d¨ªas despu¨¦s. Pagaban la factura empresas gas¨ªsticas.
La gala no pas¨® desapercibida. Una multitud se acerc¨® a la sede de Sotheby¡¯s para abuchear a los invitados. Reivindicaban a Cash como liberal (¡°izquierdista¡±, en t¨¦rminos estadounidenses) y lanzaban acusaciones como ¡°profanadores de tumbas¡±. Confusi¨®n entre unos republicanos que nunca dudaron de que Johnny encarnaba al patriota de derechas.
Un libro flamante argumenta que ambos bandos se equivocaban al encajar al cantante en un determinado ideario. En Ciudadano Cash. El compromiso pol¨ªtico y social de Johnny Cash (Liburuak), el historiador Michael Stewart Foley matiza muchos de los episodios de una vida turbulenta. Ofrece el contexto social, generalmente ausente. Explica que Dyess, el lugar donde creci¨® Johnny, era un producto del New Deal de Franklin D. Roosevelt, que buscaba proporcionar casa y tierras a campesinos pauperizados por la Depresi¨®n. No se trataba de regalos y Stewart Foley rescata las quejas de aquellos colonos y sus dificultades para sindicarse. Con todo, era mejor que la miseria anterior y esclarece los motivos de que, por lo que se sabe, Cash tendiera a votar dem¨®crata.
En contra de su imagen de soldado leal, Cash intent¨® evitar ser reclutado. Tras la eclosi¨®n de la Guerra de Corea, se alist¨® en las Fuerzas A¨¦reas, lo que le alejaba de las trincheras. Se present¨® voluntario para aprender a transcribir emisiones de morse del enemigo. As¨ª consigui¨® un destino blando en Alemania, donde pudo interactuar con las chicas nativas y formar un grupo musical. Con todo, nunca dej¨® de apoyar a las tropas estadounidenses: hasta gir¨® por las bases de Vietnam. Lamentaba en canciones las desdichas de aquellos reclutas, pero no criticaba moral o pol¨ªticamente la guerra de Indochina, ni mencion¨® a los vietnamitas y camboyanos, principales v¨ªctimas de aquel conflicto.
Igual miop¨ªa se detecta en su ardiente defensa de los indios estadounidenses. Encomiable, pero ignoraba a la principal minor¨ªa marginada de su pa¨ªs, los afroamericanos, entonces movilizados por el reconocimiento de sus derechos civiles. Hab¨ªa una desconexi¨®n intelectual entre su humanismo y la sangrienta historia del Sur: se identificaba con los confederados, esencialmente paladines de la esclavitud.
Una teor¨ªa sobre los bandazos de Johnny arguye que procuraba congraciarse con p¨²blicos nuevos sin renunciar a su conservadora parroquia country. No lo parece: segu¨ªa sus impulsos, aunque fuera en contra de sus intereses. Por ejemplo, fue cargando de contenidos religiosos su Johnny Cash Show, hasta que la cadena ABC cancel¨® el programa.
Para Stewart Foley, Cash practicaba la pol¨ªtica de la empat¨ªa. No pensaba en t¨¦rminos de ideolog¨ªas; se mov¨ªa por vivencias, simpat¨ªas, intuiciones; su afinidad por los indios pod¨ªa derivar de que cre¨ªa tener sangre cheroqui (la prueba del ADN de una hija demostr¨® que aquello era un mito familiar). Como dec¨ªa aquel hermoso verso de Kris Kristofferson, era ¡°una contradicci¨®n andante, en parte verdad y en parte ficci¨®n¡±.
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