Muere a los 77 a?os Terence Davies, exquisito director brit¨¢nico urdidor de un cine sobre la memoria
El cineasta ahond¨® en sus propios sentimientos como ni?o de la posguerra y en sus gustos literarios para crear una filmograf¨ªa impecable con t¨ªtulos como ¡®Voces distantes¡¯, ¡®El largo d¨ªa acaba¡¯ o ¡®Benediction¡¯
El cineasta brit¨¢nico Terence Davies muri¨® a los 77 a?os el s¨¢bado por la ma?ana en su casa en Mistley (Essex) tras una corta enfermedad, seg¨²n anunci¨® su agente a los medios de comunicaci¨®n brit¨¢nicos. Con Davies desaparece un artista muy especial, que construy¨® una filmograf¨ªa rotunda, impecable, en la que ahond¨® en su biograf¨ªa como ni?o que sufri¨® la posguerra dentro de una familia de clase obrera en Liverpool. Cuando no hablaba de esos a?os y de esos sentimientos, devenido en un ap¨®stol de la melancol¨ªa en la pantalla, su cine vol¨® ¡ªbien en proyectos de encargo, bien en producciones arrancadas por ¨¦l¨D por sus gustos literarios. Su ¨²ltimo trabajo, Benediction, era el biopic del soldado y poeta Siegfried Sassoon, con lo que el filme, Premio del Jurado en San Sebasti¨¢n en 2021, se mostraba como un compendio de sus interesantes. Entre sus otros filmes m¨¢s conocidos est¨¢n Voces distantes (1988), El largo d¨ªa acaba (1992), La casa de la alegr¨ªa (2000), The Deep Blue Sea (2011) o Historia de una pasi¨®n (2016). Por suerte, en la ¨²ltima d¨¦cada recibi¨® el reconocimiento que durante a?os le fue injustamente hurtado.
En persona, Davies era un brillant¨ªsimo conversador con una voz tan juvenil como rota. De impecable educaci¨®n, tambi¨¦n lleno de un humor socarr¨®n que m¨¢s parec¨ªa latino que ingl¨¦s, el cineasta sab¨ªa muy bien en qu¨¦ terreno art¨ªstico se mov¨ªa y breg¨® por no salirse de ¨¦l. En una entrevista a EL PA?S en 2016 por el estreno de Sunset Song aseguraba: ¡°Todas mis pel¨ªculas reflexionan sobre la naturaleza del tiempo, en concreto acerca del tempus fugit. Y siempre ruedo en el presente de la historia. Aunque me gusta que el espectador me acompa?e en reflexiones como ?es un tiempo actual? ?Es un tiempo necesario? Porque en realidad, la percepci¨®n del tiempo por parte del espectador depende de muchas cosas. Le pongo un ejemplo: en la acci¨®n del presente alguien huele algo y recuerda, rememora sensaciones y hechos pasados. As¨ª que todo esto acaece en el ahora, pero el pasado es tan poderoso... Es tan poderoso que marca a mis personajes. En fin, lo que quer¨ªa responderle es que soy un obseso del tiempo y por eso me encanta poner en mis pel¨ªculas puertas y ventanas, elementos arquitect¨®nicos por los que escapa el tiempo¡±.
Nacido en Liverpool en noviembre de 1945, Davies era el peque?o de los 10 hijos de un matrimonio de clase obrera. Su padre muri¨® cuando el futuro cineasta ten¨ªa siete a?os (y siempre habl¨® de su progenitor como ¡°un psic¨®pata¡±) y su madre le inculc¨® un catolicismo exacerbado, del que Davies reneg¨® a los 22 a?os, defini¨¦ndose desde entonces como ateo. ¡°Mi madre sufri¨® much¨ªsimo y, sin embargo, nunca fue una amargada. Nunca. Vi lo mejor de la familia en mi madre y en mis hermanas. Amo a mis hermanos, pero yo nunca hice deporte, era in¨²til, y ni siquiera sab¨ªa actuar. Hab¨ªa poca camarader¨ªa masculina entre nosotros. En cambio, el lado femenino de los Davies fue tan cari?oso...¡±, contaba a este diario. A los 11 a?os cambi¨® de colegio, descubri¨® su homosexualidad y se acab¨®, bromeaba, su felicidad. ¡°Yo era profundamente cat¨®lico, y durante siete a?os rec¨¦ para que Dios me cambiara¡±.
Tras abandonar los estudios a los 16 a?os, trabaj¨® de contable en oficinas portuarias hasta que entr¨® en la escuela dram¨¢tica de Coventry. Entre 1976 y 1983 dirigi¨® tres cortometrajes en los que ahondaba en su infancia y auguraba su posible muerte. Esa trilog¨ªa, que agrupada se la conoce como The Terence Davies Trilogy, recibi¨® numerosos premios y le abri¨® las puertas al cine. Con todo, siempre le cost¨® sacar adelante sus proyectos: film¨® tan solo ocho largometrajes y un documental.
Voces distantes (Distant Voices, Still Lives) (1988), su primer largo, serv¨ªa como mapa para entender la clase obrera de Liverpool de la posguerra, en lo que nunca escondi¨® que era un estudio autobiogr¨¢fico; recibi¨® el premio de la cr¨ªtica internacional en Cannes y alabanzas de creadores como Jean-Luc Godard. El largo d¨ªa acaba (1992) ahondaba en el momento en que alcanz¨® su mayor¨ªa de edad y entendi¨® que su pasi¨®n, el cine, deb¨ªa de significar tambi¨¦n su senda vital y profesional. ¡°Una vez, una espectadora me pregunt¨® tras una proyecci¨®n: ¡®?Por qu¨¦ la pel¨ªcula es tan lenta y deprimente?¡¯. Y yo solo pude responderle: ¡®Se?ora, es un don¡¯. No entiendo por qu¨¦ la gente se enfada as¨ª con el cine. Al final del d¨ªa es solo una pel¨ªcula m¨¢s¡±, bromeaba, en una de esas historias con las que jalonaba sus conversaciones.
Una vez, una espectadora me pregunt¨® tras una proyecci¨®n: ¡®?Por qu¨¦ la pel¨ªcula es tan lenta y deprimente?¡¯. Y yo solo pude responderle: ¡®Se?ora, es un don¡±
Posteriormente dirigi¨® La biblia de ne¨®n (1995) y La casa de la alegr¨ªa (2000), adaptaciones de sendas novelas de John Kennedy Toole y Edith Wharton. De la primera hasta ¨¦l mismo qued¨® descontento, aunque, contaba, le sirvi¨® para conseguir las herramientas art¨ªsticas con las que encarar la segunda pel¨ªcula, con Gillian Anderson, Laura Linney y Eric Stoltz, que mostraba los desprecios y los l¨ªmites que creaban las altas clases sociales estadounidenses, es decir, el mundo Wharton. Empez¨® entonces a levantar el proyecto para adaptar Sunset Song, la novela hom¨®nima de Lewis Grassic Gibbon, pero a pesar de su renombre en el mundo de los festivales no logr¨® la financiaci¨®n. Esos problemas siempre lastraron su carrera; ¨¦l mismo sent¨ªa que, a pesar de su talento, en Reino Unido no era apreciado: nunca obtuvo mucho eco en, por ejemplo, los premios Bafta. ¡°Mi mayor placer lo encuentro cuando arranco un proyecto. El resto es doloroso, doloroso¡±, confesaba.
Me voy quedando solo art¨ªsticamente. Y estos tiempos actuales no entienden de reposo, sino de mordiscos, de devorar la vida del hombre¡±
Por eso se dedic¨® a la radio, a dirigir el documental Of Time and the City (2008), sobre el crecimiento de Liverpool en los cincuenta y sesenta. ¡°Me voy quedando solo art¨ªsticamente. Y estos tiempos actuales no entienden de reposo, sino de mordiscos, de devorar la vida del hombre. En lo tecnol¨®gico solo tengo un m¨®vil, y se me olvida tantas veces que lo poseo que cuando suena salto asustado por los aires. Soy un tecn¨®fobo. No entiendo el mundo en que vivimos. No existe nada m¨¢s deprimente que ir en un tren y ver a los pasajeros con sus aparatitos. ?Pero, por dios, ?es que nadie disfruta ya del viaje?! Soy un extra?o en el siglo XXI¡±, y muestra de ello que es ninguno de sus filmes transcurrieron en este siglo.
En 2011 estren¨® uno de sus dramas m¨¢s populares, The Deep Blue Sea, con Rachel Weisz y Tom Hiddleston, adaptaci¨®n de una obra de teatro de Terence Rattigan, que ilustra c¨®mo la esposa de un juez brit¨¢nico se ve envuelta en una historia de amor autodestructiva con un piloto de la fuerza a¨¦rea. ¡°Necesito imperiosamente ver la secuencia inicial en mi cabeza, sobre todo si estoy adaptando un libro. A partir de esa visi¨®n, tiro del hilo. A veces incluso construyo secuencias seg¨²n las visualizo y tras seis meses de escritura las estructuro. En ocasiones, descubro en el rodaje qu¨¦ me hab¨ªa inspirado, la pel¨ªcula que hab¨ªa anidado en mi inconsciente, y me da la risa¡±, explicaba sobre su m¨¦todo de trabajo.
Por fin, en 2015, logr¨® sacar adelante Sunset Song, que transcurre en un pueblo escoc¨¦s de inicios del siglo XX, toda una lecci¨®n de estilo f¨ªlmico que jam¨¢s devora la historia, que queda subordinado al tono y al guion. Al a?o siguiente, en una velocidad ins¨®lita en su filmograf¨ªa, estren¨® Historia de una pasi¨®n, la biograf¨ªa de la poeta estadounidense Emily Dickinson, a la que encarn¨® Cynthia Nixon. Otra obra maravillosa en la que reh¨²ye del artificio, porque para alcanzar lo sublime no hace falta pomposidad. En Nixon, Davies encontr¨® una aliada en lo que para el cineasta ten¨ªa que ser el verdadero trabajo de los actores: ¡°La mayor parte de los actores dedican mucho tiempo a actuar. Nadie quiere ver eso en pantalla. Lo que deben hacer es sentir, eso es lo aut¨¦ntico¡±. Esa definici¨®n procede de la ¨²ltima entrevista que concedi¨®, hace dos semanas, a la web Film Fest Gent.
En 2021, tras la pandemia, Davies present¨® en el festival de San Sebasti¨¢n Benediction, la biograf¨ªa del poeta homosexual y militar antibelicista (lo que no es contradictorio) Siegfried Sassoon, cuya vida en realidad serv¨ªa para que el cineasta hablara de dos de sus obsesiones: las heridas del amor y las de la guerra (Sassoon particip¨® en la Primera Guerra Mundial). Como en Historia de una pasi¨®n, Davies alumbr¨® otra clase magistral de c¨®mo hacer biopics alej¨¢ndose de todos los t¨®picos del g¨¦nero, y por ello gan¨® el Premio del Jurado del Zinemaldia.
A inicios de este a?o, el cineasta, que viv¨ªa solo porque as¨ª se sent¨ªa c¨®modo (¡±Solo he estado en pareja en una relaci¨®n heterosexual; la escena gay no es para m¨ª¡±), anunci¨® que iba a rodar The Post Office Girl. Su financiaci¨®n se hundi¨® y por ello comenz¨® a escribir otro guion que transcurr¨ªa en Jamaica. Como entretenimiento, rod¨® y estren¨® hace dos semanas un corto de tres minutos, Passing Time, sobre Essex. Si con su muerte el mundo pierde a un divertido conversador, correoso y humor¨ªstico analista de personas y atm¨®sferas, el cine brit¨¢nico ¡ªque nunca le otorg¨® el merecido reconocimiento¡ª se queda sin un creador ¨²nico, sin herederos art¨ªsticos.
Babelia
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