El gran p¨²blico adoraba a Charlton Heston. Con raz¨®n
Hace 100 a?os naci¨® un triunfador nato, siempre convincente en g¨¦neros variados, un tipo con autenticidad y magnetismo, sobrio, en posesi¨®n de algo ¨¦pico
Charlton Heston habr¨ªa cumplido 100 a?os este mes. Se fue de este mundo con 84. Y al parecer con su cuerpo y su mente devastados a causa de un alzh¨¦imer especialmente cruel. Y cuesta mucho imaginarte tan enfermo y d¨¦bil a una persona que desprend¨ªa tanta vitalidad como fuerza, personalidad y magnetismo, tono ¨¦pico en muchos de los hist¨®ricos personajes que interpret¨®. La ¨²ltima vez que le vi en una pantalla fue ya estando muy tocado, enga?ado por el listo, oportunista y artero Michael Moore, que se propuso entrevistarle en el documental Bowling for Columbine (2002) con la exclusiva intenci¨®n de colocarle a perpetuidad la etiqueta de fascista, ya que Heston fue presidente de la muy peligrosa y nociva Asociaci¨®n Nacional del Rifle. Es triste que eso le ocurriera a un liberal que particip¨® en la marcha sobre Washington por los derechos civiles. Tambi¨¦n a alguien que se enfrent¨® a los productores de Sed de mal y de Mayor Dundee cuando estos pretendieron echar del rodaje a Orson Welles y a Sam Peckinpah y sustituirles por directores m¨¢s d¨®ciles. Heston impuso su condici¨®n de estrella para impedirlo, se la jug¨® por ellos, y gracias a su gesto, disfrutaremos siempre de esas dos obras maestras del cine negro y del w¨¦stern.
Cuando piensas en los grandes actores de ¨¦pocas doradas del cine estadounidense, en cl¨¢sicos irremplazables, en gente que llenaba la pantalla, en posesi¨®n de un registro o de muchos, siempre cre¨ªbles, atractivos y comunicativos, con una presencia y una aureola que consegu¨ªa que el p¨²blico llenara las salas por el placer de verlos actuar, est¨¢ claro que esos se?ores se apellidaban Grant, Cooper, Tracy, Stewart, Fonda, Wayne, Douglas, Bogart, Peck, Mitchum, Brando, Newman. Es dif¨ªcil que la memoria integre a Heston en ese irreemplazable cuadro de honor. Pero si repasas su filmograf¨ªa, descubres que fue un triunfador nato, siempre convincente en g¨¦neros variados, un tipo con autenticidad y magnetismo, sobrio, en posesi¨®n de algo ¨¦pico.
Fue el monarca, y su s¨ªmbolo, introduci¨¦ndose en la piel de personajes hist¨®ricos, de leyendas mejor o peor contadas. Le identificas con el pr¨ªncipe Ben-Hur, con Mois¨¦s, con el cardenal Richelieu, con el Cid, con Juan el Bautista, con Miguel ?ngel Buonarroti, con el general Charles Gordon, con Marco Antonio, con el rey Enrique VIII. Siempre lo hizo bien. Tambi¨¦n frecuent¨® el w¨¦stern con personajes veros¨ªmiles. Estaba muy bien en Horizontes de grandeza, El m¨¢s valiente entre mil y, ante todo, interpretando al ¨¦pico, arrogante y autodestructivo Amos Dundee, aquel militar que persegu¨ªa obsesivamente al indio Sierra Charriba, y que sab¨ªa que para ¨¦l la guerra no terminar¨ªa nunca porque la llevaba dentro de su alma.
Y triunf¨® tambi¨¦n a niveles inolvidables en el complicado universo de la ciencia ficci¨®n. Ning¨²n espectador va a olvidar la desolaci¨®n de aquel astronauta cuando constata al ver la derruida Estatua de la Libertad que ese planeta extra?o y habitado por los simios fue durante milenios la Tierra. Ocurre en el desenlace de la memorable El planeta de los simios. Ni al angustiado polic¨ªa que descubre en Cuando el destino nos alcance que la poblaci¨®n alimentada por Soylent Green sobrevive gracias a la carne de la gente muerta, y de la eterna explotaci¨®n.
Identificamos a Heston con un cine espectacular, con h¨¦roes falsos o verdaderos a la medida de un Hollywood que se permit¨ªa todo tipo de licencias con la verdad hist¨®rica, m¨¢s pendiente de la taquilla que del arte. Pero la f¨®rmula funcion¨® a toda hostia durante mucho tiempo, y Heston les garantizaba el fervor del p¨²blico. Este actor tambi¨¦n era vers¨¢til. Pod¨ªa tener misterio y complejidad, su recuerdo me resulta grato. Y no quiero imagin¨¢rmelo en el actual, vacuo y repetitivo cine de superh¨¦roes. ?l pose¨ªa algo ¨¦pico y tambi¨¦n parec¨ªa de verdad.
Babelia
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