¡®Saben aquell¡¯: cine cre¨ªble, triste y bonito sobre la vida de Eugenio

El personaje que coprotagoniza esta pel¨ªcula tan viva como atractiva (comparte el protagonismo con su primera, decisiva, inteligente, comprensiva y admirable esposa) logr¨® en su vida profesional algo impagable como es hacer re¨ªr a un p¨²blico inicialmente selectivo y despu¨¦s masivo. Utilizando de forma magistral algo tan popular como el contar chistes, en el escenario habitual de los bares y las reuniones de amigos. Se llamaba Eugenio.

Ya s¨¦ que cada espectador se r¨ªe con las cosas que le hacen gracia, incluida la sal gorda o la caricatura grosera, pero es indiscutible que este c¨®mico estaba en un nivel superior, que compart¨ªa el Olimpo en este pa¨ªs con moradores tan ilustres e incontestables como Gila, Tip y Coll, Martes y Trece y otros con capacidad para seducir a los paladares m¨¢s variados, provoc¨¢ndoles la sonrisa, la risa y la carcajada, sensaciones tan gozosas como terap¨¦uticas.

Combinaba la gracia que sal¨ªa de su boca con una puesta en escena ins¨®lita. Era un se?or de apariencia muy seria, sentado en un taburete, que convert¨ªa en arte sus silencios, ritualmente acompa?ado por una copa en la mano y un cigarrillo en la boca, con capacidad hipn¨®tica, voz profunda, maestro de la pausa, con un sentido del humor tan brillante como ex¨®tico. Con elementos m¨ªnimos creaba espect¨¢culo: desprend¨ªa magnetismo y una gracia muy particular. Igualmente, los chistes que grababa en casetes, eran celebrados masivamente por la gente, en soledad, en compa?¨ªa o en familia.

Y antes del ¨¦xito multitudinario, ¨¦l y su esposa, Conchita, buscaron su lugar bajo el sol formando un d¨²o musical. Con un ¨¦xito muy discreto que daba lo justo para poder comer ellos y sus hijos. Actuaban en pubs y locales peque?os, aunque una vez representaron a Espa?a en Eurovisi¨®n. Se quer¨ªan mogoll¨®n. Y se entend¨ªan. Sobre todo, ella a ¨¦l. La depredadora enfermedad se ceb¨®, se ceb¨® con la guardiana de la familia. Pero esta mujer tan inteligente fue consciente antes que nadie de que la originalidad y el supremo talento de su pareja no radicaba en las canciones que creaban e interpretaban conjuntamente, sino en su creatividad como humorista.

David Trueba narra admirablemente la historia de esta pareja singular. Tambi¨¦n de la ¨¦poca que vivieron. Hace todo cre¨ªble, complejo, lleno de vida, emocionante en algunos momentos. Como el llanto final y desolado de ese hombre gen¨¦tica o vocacionalmente introvertido y secreto, lleno de miedo y de inseguridad cada vez que ten¨ªa que actuar en soledad ante los espectadores, aficionado a la huida provisional o larga de las cotidianas responsabilidades familiares.

Existe un guion potente y un mod¨¦lico traslado a las im¨¢genes. Los sentimientos est¨¢n descritos con sutileza. Tambi¨¦n la intimidad de estas personas, sus deseos y sus incertidumbres, sus sue?os, el terror a la p¨¦rdida, la llegada del ¨¦xito por un camino que no pod¨ªan sospechar. Cu¨¢ntas cosas ocurr¨ªan en el interior de aquel se?or que nos alegraba la vida, cada vez iniciaba su gozoso trabajo con el inconfundible: ¡°Saben aquell que diu¡±.

Y la pel¨ªcula se detiene antes de que llegue el temible ocaso del personaje. Al parecer su autodestrucci¨®n fue larga y sombr¨ªo el desenlace. Pero el guion, cofirmado por Albert Espinosa, y el retrato en movimiento que ha hecho David Trueba de ¨¦l, prefieren centrarse en el nacimiento y desarrollo de un amor, incluso de los momentos en los que apareci¨® el esplendor en la hierba. Tambi¨¦n en el afianzamiento de un arte. Y prescinde del derrumbe de ese hombre, de su progresiva inmersi¨®n en el volc¨¢n. Carolina Yuste est¨¢ haciendo memorable cada personaje que interpreta. Aqu¨ª, el suyo est¨¢ repleto de matices, resueltos con una naturalidad encomiable. No conoc¨ªa a David Verdaguer. Peor para m¨ª. Su creaci¨®n es magn¨ªfica.