El albacea musical de David Bowie
Diplom¨¢tico y discreto, Tony Visconti ha quedado como modelo de productor flexible
El de productor discogr¨¢fico es otro de esos oficios capitidisminuidos en la era digital. Desde luego, siguen surgiendo productores para la m¨²sica del momento, aunque con funciones restringidas dentro de equipos amplios, que incluyen creadores de beats, letristas, expertos en estribillos, cazadores de samples etc... Lo que escasea ahora es la demanda por el tipo de productor aventurero, que dedicaba meses a cada proyecto, que viajaba a estudios remotos con artistas tal vez inseguros o demasiado cre¨ªdos, dispuesto a navegar en el Mar de los Sargazos de los egos que pueden paralizar la evoluci¨®n de una banda.
As¨ª que se agradecen las recopilaciones panor¨¢micas, que resumen ¡ªpor ejemplo¡ª la trayectoria de Tony Visconti, con sus 60 a?os de actividad. Produced by Tony Visconti (Edsel Records) contiene 4 CD o, en la reducida versi¨®n vinilo, 6 elep¨¦s: resumen de una asombrosa ejecutoria marcada por el eclecticismo y el buen gusto. Entre par¨¦ntesis, no entiendo que se le atribuyan grabaciones de Joe Cocker, Procol Harum o The Move, correspondientes a sus primeros tiempos, cuando era un ayudante del productor oficial, Denny Cordell (fallecido en 1995, Cordell no puede protestar).
En colecciones como esta, que requieren negociar con m¨²ltiples derechohabientes, ignoramos si las ausencias obedecen a decisiones del recopilador o a la avariciosa cerraz¨®n de disqueras y m¨¢nagers: puede que eso explique la omisi¨®n de Morrissey o los Stranglers. Choca tambi¨¦n que aparezca Carmen, grupo californiano que electrificaba aires flamencos, pero se evite a Osibisa, pioneros en su caso de presentar los ritmos de ?frica Occidental ante el p¨²blico del rock.
La revelaci¨®n de Produced by Tony Visconti consiste en la enmienda de su imagen, de chico terco de Brooklyn que ense?aba a los brit¨¢nicos a hacer rock fuerte y accesible. Ten¨ªa una veta tierna, evidenciada en su querencia por cierta m¨²sica folky: produjo a Ralph McTell, Tom Paxton, los Strawbs y Mary Hopkin (ella y Tony estuvieron casados durante 10 a?os). Tambi¨¦n delata su simpat¨ªa por la vertiente m¨¢s amable del progressive rock: Gentle Giant, los Moody Blues, Renaissance, Rick Wakeman.
Sin embargo, el principal m¨¦rito de Visconti para la posteridad reside en su estrecha colaboraci¨®n con Marc Bolan y David Bowie, dos amigos/enemigos surgidos del Londres mod. Gui¨® a Bolan desde sus a?os underground, con Tyrannosaurus Rex, a su asombrosa conversi¨®n en ¨ªdolo de multitudes, al frente de T-Rex. La apabullante cosecha de ¨¦xitos fue agriada, piensa Visconti, por la metamorfosis de Bolan en una criatura caprichosa, manejadora y, vaya, taca?a. Aparte, rechazaba evolucionar en lo musical y lo tem¨¢tico.
Ese estatismo no era un problema para Bowie, que mudaba de sonido, imagen y concepto pr¨¢cticamente con cada disco. Tras un patinazo inicial ¡ªse neg¨® a producir Space Oddity, por considerarla una canci¨®n oportunista¡ª, Visconti se convirti¨® en el c¨®mplice favorito de David. Juntos hicieron unos 14 discos, con un par¨®n de casi 20 a?os cuando Visconti pill¨® un globo: se preparaba para trabajar en lo que ser¨ªa Let¡¯s Dance y Bowie no le avis¨® que ya estaba bregando con Nile Rodgers.
Ahora, Visconti ocupa extraoficialmente el papel de albacea del legado discogr¨¢fico de David, preparando reediciones y rescates. Eso s¨ª, nada de revelaciones sobre el desaparecido: ha firmado un f¨¦rreo contrato de confidencialidad.
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