Heteropesimismo, sexo y juegos de poder: las nuevas ficciones de j¨®venes colgadas de hombres mayores
La adaptaci¨®n de ¡®Un amor¡¯ y otras novelas recientes exploran relaciones desiguales desde la desconfianza y la autodestrucci¨®n
¡°Una burrada de a?os¡±. Desde que se las dijo su amante, esas cuatro palabras atormentan hasta el delirio insomne a Nat, la traductora que, huyendo de s¨ª misma, se ha instalado sola en una casa cochambrosa bajo un monte perturbador en Un amor. La protagonista de la novela fen¨®meno editorial que public¨® Sara Mesa en Anagrama en el verano de 2020, y que Isabel Coixet ha adaptado al cine con Laia Costa interpret¨¢ndola, siempre consider¨® que la juventud era una estrategia para seducir a los hombres, pero no una amenaza. Porque ¡°una burrada¡± no son los 10 o 12 a?os que la separan de Andreas, el cincuent¨®n del que se ha colgado en ese pueblo feo y asfixiante. ¡°Una burrada¡± ¡ªm¨¢s de 20, le dice¡ª es el abismo entre este top¨®grafo parco y la edad de la que fue su primera mujer. Es enterarse de la insultante juventud de la anterior y empezar a ver fantasmas de celos hasta en las chavalas que se le acerquen.
La de la novela de Sara Mesa no es la ¨²nica hero¨ªna literaria colgada por un se?or que podr¨ªa ser amigo de su padre. Tambi¨¦n es la apuesta narrativa de Raven Leilani en Brillo (Blackie Books, 2020); Megan Nolan en Acts of Desperation (todav¨ªa sin traducci¨®n del ingl¨¦s y editada por Little, Brown and Company en 2021); Emma Cline con su sonad¨ªsima The Guest (que traducir¨¢ al castellano Anagrama en 2024); Sheena Patel en Soy Fan (Alpha Decay, 2023) o Jenny Erpenbeck en Kair¨®s (Anagrama, 2023). Autoras que, parafraseando a la canci¨®n de Becky G, han hecho del ¡°a m¨ª me gustan mayores / de esos que llaman se?ores¡± un nuevo paradigma en las narrativas de la heterosexualidad.
En esta tangente de la trama amorosa (porque de amor, tal y como lo entend¨ªamos, aqu¨ª hay m¨¢s bien poco) se radiograf¨ªa la psique de j¨®venes que, en su veintena o treintena, se obsesionan con amantes de una generaci¨®n anterior a la suya. Una brecha vital que servir¨¢ como muleta narrativa para desplegar juegos de poder sobre deseo, sexo y expectativas.
Nada bobaliconas ni indefensas, estas protagonistas son independientes y valientes, pero atrapadas en la contradicci¨®n de haber heredado unos ideales rom¨¢nticos de los que reniegan, o eso creen ellas, buscando nuevas salidas. Novelas para entender qu¨¦ pasa cuando, ya sea por desd¨¦n con los de su quinta, aspiraci¨®n de clase o confort vital o por puro yonquismo emocional, su obsesi¨®n es conseguir la atenci¨®n de un hombre mayor.
?vulos como capital
Ahora que se repite tanto aquello de que es m¨¢s f¨¢cil imaginar el fin del mundo que el del capitalismo, no sorprende que en algunas de estas ficciones la juventud de sus protagonistas se interprete como una moneda de intercambio, el capital simb¨®lico en la transacci¨®n amorosa.
En Un amor, Nat considera que esa d¨¦cada entre ella y Andreas la hace ¡°poderosa¡± y ¡°eleva su valor de mercado¡±. Algo similar ocurre en Soy fan, donde la protagonista sin nombre cree que ostentar el pico m¨¢s alto de su fertilidad le aporta valor a?adido frente a su amante maduro. ¡°Pienso: soy joven, tengo ¨®vulos, puedo engendrar vida para ¨¦l [¡]. Podr¨ªa lucir mi relativa juventud y mi belleza en comparaci¨®n con su mujer¡±, reflexiona en cierto momento de la novela esta artista entre la veintena y la treintena, integrante del precariado cultural; hija de migrantes en Londres, cansada de convivir con un novio p¨¢nfilo y obsesionada con un artista mayor que ella que, adem¨¢s de estar casado con otra mujer (mayor), la ningunea frente a otra amante, m¨¢s blanca, m¨¢s rica, m¨¢s estilosa y con m¨¢s seguidores en Instagram.
¡°La juventud es algo que las mujeres pueden usar contra otras mujeres. Es un miedo que te asalta. Como mujer, sabes que podr¨¢s ser reemplazada¡±, explica Patel en un intercambio de correos electr¨®nicos a prop¨®sito del uso del capital de la fertilidad en su novela. Inspirada por las memorias Vida con Picasso, de Fran?oise Guilot, esta ayudante de direcci¨®n que se lanz¨® a escribir en el colectivo 4 Brown Girls Who Write afirma que en su debut, el juego de poder entre estos amantes no solo se ejecuta a trav¨¦s de la edad (¡°algo que ya se ha explorado mucho en el pasado¡±), sino en la influencia de lo que exponen en su yo virtual. ¡°Lo nuevo e interesante es ver esa din¨¢mica de las redes sociales entre ellos. Quer¨ªa que la narradora tuviese poder, pero que tambi¨¦n estuviese sometida a otros¡±, afirma.
Renegadas de su tiempo
Algo de todas estas hero¨ªnas que puentean a sus coet¨¢neos por estr¨¦s o puro desinter¨¦s conecta con la lectura social y el sesgo de confianza en la heterosexualidad que est¨¢n explorando autoras de ensayo como Asa Seresin, Katharine Angel o Amia Srinivasan. La primera defini¨® hace unos a?os en The New Inquiry a esta era como la del ¡°heteropesimismo¡±, marcada por un desapego femenino hacia los hombres, vistos como la ra¨ªz del problema en la teor¨ªa, aunque se siguen deseando, sin esperanza, en la pr¨¢ctica. La segunda extendi¨® la teor¨ªa al hablar de c¨®mo ha calado entre las mujeres de forma generalizada el arrepentimiento, la verg¨¹enza ajena y la desesperaci¨®n en sus relaciones en El buen sexo ma?ana. Y la tercera, analizando a sus estudiantes de Oxford en el texto Hablando de porno con mis alumnos, lleg¨® a la conclusi¨®n de que si sus universitarias eran m¨¢s feministas que las de su generaci¨®n (que no se consideraban p¨²blicamente como tal, o no llegaron a plante¨¢rselo) era porque ¡°existe un empeoramiento de sus circunstancias en materia de sexo¡± con los de su edad. ?C¨®mo van a hablar ahora las novelas de amor si ah¨ª afuera solo se siente desconfianza por los dem¨¢s?
¡°M¨¢s all¨¢ del hecho de que los hombres mayores tienen una econom¨ªa m¨¢s saneada y un conocimiento distinto del cl¨ªtoris, est¨¢ la potente droga que es el profundo desequilibrio de poder¡±, piensa Edie, la coordinadora editorial que malvive a sus 23 a?os en Nueva York y que protagoniza la novela Brillo. El aplaudido debut de Raven Leilani dispara a bocajarro sobre el hast¨ªo de las j¨®venes por sus iguales. Edie, que presume de ¡°masticar¡± y comerse a los de su edad ¡°por imperativo biol¨®gico¡±, acabar¨¢ embarrada en una relaci¨®n a tres bandas con Eric (su ¡°papi total¡± y ¡°el ¨²nico hombre en mi memoria reciente que ha hecho que me corra, pero ni siquiera est¨¢ en Twitter¡±) y la mujer de este, Rebecca, que establece las reglas, condenadas a fracasar, entre los encuentros de Edie y Eric.
Conscientes de los privilegios y abismos de clase que las separan de sus amantes, ellas, en su mayor¨ªa, malviven compartiendo casa; ellos han alcanzado el confort de una vida alejada de la precariedad. Si para Edie ¡°un hombre mayor es una maravilla porque lleva treinta y ocho a?os pagando las facturas del gas, ha tenido salmonelosis y no se ha quitado la vida¡±; para Alex, la escort de 22 a?os camuflada en los Hamptons y protagonista de The Guest, la angustia se dispara al pensar en todo lo que debe demostrar a los veintea?eros. ¡°Los m¨¢s j¨®venes ten¨ªan que hacer que todo en ella significara algo, convertir cada elecci¨®n y preferencia en un refer¨¦ndum sobre su personalidad¡±, cuenta en la novela de Emma Cline. Por eso ha iniciado una relaci¨®n con Simon, un ricach¨®n que la ha llevado a su casa de veraneo sin saber que ella se prostituye habitualmente, arrastrando deudas y decepciones con todo aquel que haya pasado por su vida. ¡°Es mucho mejor tener el amortiguador de una generaci¨®n completamente diferente a la tuya: los hombres mayores no ten¨ªan contexto, ni siquiera pod¨ªan comenzar a reconstruir, sin darse cuenta, alguna apariencia de tu verdadero yo¡±, se a?ade sobre la deriva de una joven perdida, cuyo futuro solo atina a proyectar si transcurre junto a su amante.
Maestras del autodesprecio
¡°Estamos todas inmersas en un proceso colectivo de autolesi¨®n¡±, reflexiona sobre su particular condena la protagonista en Soy fan. No est¨¢ sola. En Acts of Desperation, la novela de la irlandesa Megan Nolan sobre otra veintea?era sin nombre obsesa por un cr¨ªtico de arte mayor, la bajada a los infiernos por la atenci¨®n de un amante, rozando el porno del trauma, ser¨¢ la m¨¢s ag¨®nica de todas. ¡°Qu¨¦ pobre se hab¨ªa vuelto mi vida interior por la b¨²squeda de una muestra de amor de alguien que no quer¨ªa ofrec¨¦rmela¡±, piensa la protagonista, trastornada por sus sentimientos.
Sin un gui?o al manoseado romanticismo con el que Hollywood educ¨® sentimentalmente a estas mujeres, la sensaci¨®n de enfangamiento lo impregna todo. ¡°Por primera vez en su vida, un hombre adulto la ama. Por primera vez, se ve m¨¢s y m¨¢s arrastrada con cada encuentro¡±, cuenta la voz que narra Kair¨®s, la ¨²ltima novela de Jenny Erpenbeck. En esta ficci¨®n, el idilio descompensado entre Hans, un escritor cincuent¨®n, y Katharina, una joven de 19 a?os, se inicia a finales de los ochenta, poco antes de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. El salto generacional, a diferencia del resto de las novelas, ser¨¢ el tel¨®n de fondo para narrar la desaparici¨®n del pa¨ªs en el que se crio la autora, Alemania del Este. ¡°Quiz¨¢s las mujeres de hoy en d¨ªa sean un poco m¨¢s conscientes de que hay que decir no cuando algo no les parece bien¡±, reflexiona Erpenbeck en un intercambio de correos.
Aunque esta ¨²ltima es la ¨²nica autora que descubre al lector qu¨¦ piensa el amante durante el idilio, en el resto de las novelas ellos ni sienten ni importan. Son ficciones donde se omite el pensamiento masculino. La ¨²nica voz protagonista, la aut¨¦ntica voz censora, es una psique femenina que, por s¨ª sola, ya viene entrenada en el ninguneo, autodesprecio y la obsesi¨®n por la mirada del otro sobre su cuerpo. Oscar Wilde dijo que ¡°todo en la vida es sexo menos el sexo, porque el sexo es poder¡±. Y si algo desprenden estas historias es que toda narraci¨®n sobre deseo femenino es sobre poder. Y no hay relaci¨®n m¨¢s compleja que la que establece con sus pensamientos una mujer.
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