Muere Jos¨¦ Luis Abell¨¢n, historiador antifranquista del pensamiento espa?ol
El intelectual que proyect¨® su racionalismo cr¨ªtico sobre el erasmismo, el exilio y el Ej¨¦rcito ha fallecido a los 90 a?os en Madrid
Ha muerto en Madrid Jos¨¦ Luis Abell¨¢n, intelectual sistematizador de la Historia del Pensamiento Espa?ol de cuya disciplina fue catedr¨¢tico en la Universidad Complutense. Su muerte fue confirmada por directivos del Ateneo de Madrid, instituci¨®n cultural que ¨¦l dirigi¨® durante ocho a?os. Ser¨¢ enterrado en San Lorenzo de El Escorial, donde ten¨ªa un pante¨®n familiar. Estuvo casado y era padre de dos hijos.
Jos¨¦ Luis Abell¨¢n hab¨ªa nacido en el madrile?o Postigo de San Mart¨ªn el 19 de mayo de 1933. Era hijo de un ama de casa y de un letrado. Su infancia y adolescencia transcurrieron en ?vila, hasta que a los 15 a?os lleg¨® a Madrid para seguir sus estudios de bachillerato en el Instituto Ramiro de Maeztu. Al culminarlos y tras cursar dos a?os de Derecho, abandon¨® esta carrera para iniciar la de Filosof¨ªa y Letras, donde se doctor¨® en 1957 con una tesis dirigida por el Profesor Jos¨¦ Luis L¨®pez Aranguren. En el campus Complutense vivi¨® en primera persona las revueltas estudiantiles antifranquistas de 1956, orientadas contra el Sindicato Espa?ol Universitario, de sindicaci¨®n obligatoria y de corte fascista. Por ello, ser¨ªa detenido y encarcelado en la prisi¨®n de Carabanchel junto con el exl¨ªder falangista Dionisio Ridruejo y los entonces dirigentes estudiantiles comunistas Ram¨®n Tamames, Enrique M¨²gica, Javier Pradera y el poeta Jes¨²s L¨®pez Pacheco, as¨ª como con Gabriel Elorriaga, entre otros.
Los cargos que la polic¨ªa pol¨ªtica y los jueces franquistas le imputaron ¡ªy por los que fue procesado¡ª fueron de ¡°complicidad con la propaganda ilegal, por omisi¨®n¡±. Pese a no tener militancia org¨¢nica en ning¨²n partido, la Polic¨ªa afirmaba que Abell¨¢n tuvo en su poder ejemplares del ¨®rgano comunista Mundo Obrero y como no lo denunci¨®, es decir, como no se acus¨® a s¨ª mismo, era culpable. Un indulto por la muerte de P¨ªo XII le salv¨® de cumplir condena. Con el estigma de sus antecedentes policiales, el horizonte profesional en Espa?a, abocado hacia la ense?anza universitaria, qued¨® para ¨¦l zanjado. En 1961 viaj¨® a Puerto Rico, donde se desempe?ar¨ªa como profesor visitante de Literatura Espa?ola. All¨ª entrar¨ªa en contacto con el exilio intelectual y acad¨¦mico espa?ol acogido por las autoridades puertorrique?as, ¨¦xodo sobre el cual centrar¨ªa parte de su obra filos¨®fico-pol¨ªtica. La figura y la obra del pensador Jos¨¦ Gaos, a quien all¨ª conoci¨®, fueron decisivas en su trayectoria intelectual. Tras aquel encuentro, Jos¨¦ Luis Abell¨¢n comenz¨® a combatir lo que consideraba el mito seg¨²n el cual Espa?a carec¨ªa de una trayectoria de pensamiento filos¨®fico propio. Por el contrario, seg¨²n escribi¨®, ¡°a partir del siglo XVI, floreci¨® una estela de extraordinarias personalidades intelectuales, la constelaci¨®n de los erasmistas, desde Luis Vives a los hermanos Vald¨¦s, muchos de ellos estigmatizados por la persecuci¨®n ideol¨®gica, la proscripci¨®n y el exilio, condenados al olvido por la intolerancia y el dogmatismo¡±.
De este modo se propuso sistematizar una historia cr¨ªtica del pensamiento espa?ol, que condens¨® en siete tomos editados por Espasa Calpe, obra que se convirti¨® en el corpus filos¨®fico espa?ol m¨¢s vertebrado desde el esfuerzo realizado por Marcelino Men¨¦ndez y Pelayo en su Historia de los heterodoxos espa?oles. ¡°Pese a su espl¨¦ndida erudici¨®n¡± ¡ªexplicaba Jos¨¦ Luis Abell¨¢n¡ª ¡°don Marcelino sigui¨® una pauta apolog¨¦tica hacia la religi¨®n cat¨®lica; por mi parte, en mi Historia del Pensamiento, me guie por la raz¨®n cr¨ªtica¡±, se?alaba.
Erasmismo
Sus estudios y escritos versaron, entre otros temas, sobre el erasmismo espa?ol, ¨¢mbito en el que inclu¨ªa a Miguel de Cervantes; sobre el exilio, como ¡°estigma permanente¡± de la historia de Espa?a, ¡°flagelo y legado de una herencia inquisitorial¡±; en torno al Ej¨¦rcito, enjuiciado por ¨¦l desde los efectos de la persistente injerencia militar y autonom¨ªa en la pol¨ªtica espa?ola, ¡°avaladas por la siniestra ley de Jurisdicciones de 1906¡å, en frase suya. Tales fueron algunos de los enjundiosos universos que Abell¨¢n ha abordado a lo largo de su dilatada trayectoria intelectual, con conferencias impartidas por Europa, Am¨¦rica, incluso por Ocean¨ªa, donde realiz¨® una estad¨ªa de varios meses de 2011 en Nueva Zelanda, como profesor invitado por la Fundaci¨®n Vista Linda, que distingue anualmente a intelectuales espa?oles como Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, quien le precedi¨® en Auckland y falleci¨® en Bangkok durante una escala de su retorno a Espa?a.
Jos¨¦ Luis Abell¨¢n rigi¨® durante ocho a?os el Ateneo de Madrid y vivi¨® de cerca las vicisitudes ideol¨®gicas y pol¨ªticas que tan vivamente agitan la veterana instituci¨®n madrile?a, que ¨¦l vincular¨ªa a cuestiones reglamentarias, ¡°por los exiguos plazos electorales para renovar sus cargos directivos¡±, seg¨²n ¨¦l mismo explicaba a este diario. Igualmente, se vio concernido en pol¨¦micas intelectuales y acad¨¦micas que demostraron su adscripci¨®n al racionalismo cr¨ªtico, de cuya praxis intelectual se reclamaba adscrito.
A prop¨®sito de la Generaci¨®n del 98, el pensador madrile?o abogaba por su desmitificaci¨®n, por cuanto que, a su juicio, solo mostraba como aglutinante un cruce de biograf¨ªas entre los a?os 1900 y 1915 y un trasfondo com¨²n: la crisis de la peque?a burgues¨ªa. Consideraba, pues, que tres fueron los nombres fundamentales de los que no cab¨ªa duda alguna sobre su pertenencia a la generaci¨®n: Juan Mart¨ªnez Ruiz Azor¨ªn, P¨ªo Baroja y Miguel de Unamuno, que tuvieron en com¨²n su colaboraci¨®n en revistas como Germinal. Empero, entre sus respectivos rasgos ideol¨®gicos Abell¨¢n destacaba la tibieza que caracterizaba a Baroja, el socialismo a Unamuno y el anarquismo, al primer Azor¨ªn. La mitificaci¨®n hist¨®rica y excluyente de Castilla respecto de otras ¨¢reas de Espa?a, por parte de algunos de ellos, ¡°ideada con miras terap¨¦uticas sobre el postrado ¨¢nimo nacional¡± consecutivo a la p¨¦rdida de las colonias tras la guerra hispano-estadounidense del 98, se?alaba Abell¨¢n, fue percibida por los nacionalismos perif¨¦ricos, incipientes entonces, como un agravio a las respectivas contribuciones hist¨®ricas de Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco a la historia general de Espa?a, causando, a su juicio, la ulterior desafecci¨®n.
Autor de numerosos libros, ensayos y traducciones, galardonado con numerosos premios, como el Nacional de Ensayo, objeto de decenas de tesis doctorales con un alumnado hispan¨®filo repartido por cinco continentes, su legado convierte a Jos¨¦ Luis Abell¨¢n en un pensador de primera fila de la historia cultural espa?ola y en un precursor, bajo el franquismo impuesto, de la democracia y la concordia. Entre numerosos homenajes recibidos destaca en que le tribut¨® la Universidad de Murcia en 2010, as¨ª como el que recientemente le dedic¨® en vida el Ateneo de Madrid, que cont¨® con su presencia.
Babelia
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