Imon Boy: el grafitero malague?o y an¨®nimo que expone en Los ?ngeles y Hong Kong
La identidad de este artista se mantiene como una inc¨®gnita mientras aumenta su cotizaci¨®n y su presencia en salas internacionales
¡ª?Pintamos?
Basta esta pregunta en el grupo de WhatsApp que el artista Imon Boy comparte con sus amigos para que arranque la acci¨®n. Cargado con botes de pintura y rodillos, este joven se dirige cualquier ma?ana a la localizaci¨®n elegida. All¨ª charlan, pintan, hacen fotos con la capucha de la sudadera puesta y se van sin ser vistos. A la vuelta, en la tranquilidad de su casa, alejado de la adrenalina, ya solo, este creador se pasa al lienzo, donde refleja con trazos lentos retazos de su vida cotidiana. Solo unos pocos conocen la identidad de este creador que deja su firma en cada ciudad que visita y ha expuesto en museos y galer¨ªas de Ibiza, Dub¨¢i, Los ?ngeles o Londres. Malague?o, nacido en 1992, combina la clandestinidad de las acciones callejeras con exposiciones a cuyas inauguraciones acude de inc¨®gnito. ¡°Ese camarero me sigue en redes sociales, pero no tiene ni idea de qui¨¦n soy¡±, cuenta a modo de ejemplo mientras desayuna en una cafeter¨ªa cercana a su casa, pr¨®xima al mar. Lo dice reci¨¦n llegado de La Habana tras participar en un proyecto colectivo impulsado por el estudio Figueroa-Vives y con la vista puesta en Hong Kong, donde inaugur¨® el 5 de enero su nueva muestra, We have it all, y ya ha vendido casi todas las piezas expuestas.
Como muchos otros grafiteros, entre ellos el c¨¦lebre Banksy, Imon Boy decidi¨® desde sus inicios mantenerse en el anonimato por seguridad. As¨ª nadie ¡ªsobre todo polic¨ªas¡ª pod¨ªa ligar su imagen a su trabajo en la calle. Hoy lo mantiene por comodidad, tambi¨¦n por tranquilidad: prefiere que nadie le reconozca ni le se?ale por lo que hace o deja de hacer. Esto genera situaciones curiosas. Como cuando se le presentan personas que afirman ser Imon Boy. Por ejemplo, recuerda que durante un viaje un chico le ¡°revel¨®¡± que era Imon Boy y le relat¨® cu¨¢ndo y por qu¨¦ hab¨ªa realizado una obra que acababan de ver junto a la autov¨ªa. ¡°Cuando me baj¨¦, el copiloto, que s¨ª me conoc¨ªa, le dijo: la has cagado¡±, relata entre risas.
Su nombre real es un enigma, pero sus lugares favoritos no lo son. ?l mismo los plasma en sus obras, donde el Mediterr¨¢neo est¨¢ tan presente que es f¨¢cil intuir que la Costa del Sol es su hogar. En sus lienzos se cuela en forma de atardeceres, palmeras y playas. Paisajes con personajes que se tuestan al sol, dejan pasar las horas sin prisas o bucean como ¨¦l lo hace en su costa favorita, la de Nerja. Sus lienzos componen pr¨¢cticamente un diario, un reflejo de su vida cotidiana en casa, en el litoral o en el campo. Son lugares que le dan energ¨ªa y donde sucede todo lo que le inspira mientras pasa el rato con sus amigos, los mismos con los que sostuvo con 13 a?os su primer bote de espray. Aquello arranc¨® como un juego, pero le fue atrapando. Desarroll¨® su firma, encontr¨® nuevos lugares donde plasmarla y, sobre todo, explor¨® f¨®rmulas y t¨¦cnicas para hacerlo, aunque de camino amas¨® una buena colecci¨®n de denuncias y multas policiales. ¡°En la calle hagas lo que hagas es ilegal, pero siempre prefiero lugares que no afecten a nadie. No pinto un coche, un escaparate ni ning¨²n sitio donde no me gustar¨ªa que me pintaran a m¨ª¡±, afirma.
De pintar en muros, mobiliario urbano, andenes, espigones o casas abandonadas pas¨® a las aulas de la facultad de Bellas Artes de la Universidad de M¨¢laga. All¨ª sus ojos se abrieron a¨²n m¨¢s para obtener una visi¨®n m¨¢s global sobre el mundo del arte. ¡°Esa etapa me ayud¨® a visualizar mi obra en otros sitios m¨¢s all¨¢ de la calle¡±, explica. Su primera venta le lleg¨® con veintipocos a?os. Fue precisamente un dibujo que hizo en uno de esos nuevos formatos, un papel, mientras se sentaba en la ¨²ltima fila de sus clases universitarias. Un joven suizo que le segu¨ªa en redes sociales se interes¨® al verlo y se lo compr¨® por 100 euros. ¡°Aquello lo cambi¨® todo. De repente hab¨ªa alguien desconocido que se interesaba por mi trabajo y sin intermediaci¨®n de nadie se vendi¨®: fue algo puro¡±, se?ala. Ese mismo dibujo, calcula, costar¨ªa ahora unos 1.000 euros. Hab¨ªa subido fotograf¨ªas de sus primeras obras a Esflog y luego a Fotolog. Instagram, donde ahora tiene casi 76.000 seguidores, se ha convertido en su gran escaparate. A trav¨¦s de los mensajes directos le llegaron sus primeros clientes y tambi¨¦n las primeras ofertas de galer¨ªas. En 2016 hizo su debut colectivo en Sidney. En 2017 se estren¨® en solitario en C¨®rdoba. Desde entonces ha expuesto con galer¨ªas como La Causa, Woaw Gallery, Moosey o Yusto Giner en Barcelona, Marbella, Chicago, Madrid, Ginebra, Londres, Shangh¨¢i, Dub¨¢i, Nueva York, Taiw¨¢n, Hawaii, Ibiza, M¨¦xico o Jap¨®n.
Influencias de los noventa
En Hong Kong inaugur¨® exposici¨®n el 5 de enero ¡ªsu debut en solitario en Asia¡ª de la mano de la poderosa galer¨ªa AishoNanzuka, que tiene entre su plantel al tambi¨¦n malague?o Javier Calleja, con una exitosa carrera. ¡°?l es alguien que me ha ayudado mucho. No solo por las conversaciones que hemos tenido o personas que he conocido gracias a ¨¦l; tambi¨¦n porque me est¨¢ demostrando que se puede. Est¨¢ abriendo un camino que ahora seguimos otros artistas de mi generaci¨®n¡±, destaca. We have it all resume bien el trabajo de Imon Boy. Las piezas que se mostrar¨¢n hasta el 3 de febrero son como un ¨¢lbum de recuerdos veraniegos de un lugar, M¨¢laga, al que muchos van de vacaciones pero donde ¨¦l tiene la suerte de residir. Saborear unas cervezas a la ca¨ªda del sol, bucear en playas cristalinas, caminatas con la tabla de surf a cuestas camino de la playa o un ba?o nocturno en la piscina son algunos de esos momentos que subrayan su particular carpe diem con la amistad como trasfondo.
Los protagonistas del trabajo de Imon Boy siempre reflejan simpat¨ªa e inocencia. Caen bien. Son j¨®venes con formas redondeadas e influenciados por el cine y los videojuegos, que van a la playa, escuchan m¨²sica, observan con atenci¨®n sus tel¨¦fonos m¨®viles, leen, bucean, dibujan sobre una mesa, se arreglan para una cita o abren la nevera a medianoche. Como cualquiera con su edad, como cualquiera a cualquier edad. Tambi¨¦n viven escenas buc¨®licas repletas de atardeceres rosados y anaranjados. ¡°Podr¨ªan ser mis amigos, podr¨ªa ser yo. Todo queda abierto a la lectura del p¨²blico¡±, explica quien tambi¨¦n ha convertido a algunos de ellos en esculturas para sus exposiciones y en una edici¨®n de objetos de arte lanzada por AllRightsReserved el pasado noviembre. A sus protagonistas les acompa?an con frecuencia polic¨ªas. Las an¨¦cdotas policiales que ¨¦l mismo ha vivido en la calle son fuente de inspiraci¨®n para muchas obras. Siempre con un punto de iron¨ªa, los agentes multan a los personajes, se los llevan esposados, balizan sus obras, vigilan con linternas. O se hacen los graciosos y acaban pringados de espray.
En el sencillo piso donde reside, este artista tiene decenas de libretas repartidas por cualquier sitio. En algunas prueba una y otra vez formas creativas con las que representar su firma en muros, infraestructuras abandonadas o viejas vallas publicitarias, como las que se pueden ver a lo largo de la autov¨ªa A-7 a su paso por la Axarqu¨ªa y que suele renovar cada dos a?os siempre que sobreviven. Otras suponen un viaje a su vida diaria, como un ¨¢lbum de recuerdos relatado en cientos de bocetos e ideas por concretar. Solo unas pocas acaban en sus lienzos, apoyados sobre dos botes de pintura pl¨¢stica o cajas de espr¨¢is Montana en el sal¨®n. Cuando no sale al exterior trabaja ah¨ª, en un reducido espacio repleto de tarros, pinceles y rotuladores entre los que caminan con sigilo sus dos gatos, Benito y Pomp¨®n. Ahora, eso s¨ª, estas paredes est¨¢n vac¨ªas porque todas sus ¨²ltimas obras est¨¢n en Hong Kong, exposici¨®n a la que seguir¨¢ una colectiva en Barcelona en febrero.
Ahora decide a qu¨¦ otros proyectos se unir¨¢ a lo largo de este 2024. Tiene dudas. Y lo cuenta sonriendo porque hace ya unos cuatro a?os que se permite el lujo de elegir, de decidir sus propios ritmos de trabajo, de rechazar ofertas. Vivir del arte no es f¨¢cil, pero ¨¦l, de momento, lo ha conseguido. ¡°No es f¨¢cil pagar alquiler, aut¨®nomo y el resto de gastos vendiendo tu obra. Pocos de mi generaci¨®n lo han conseguido y eso me mantiene con los pies en el suelo. Elegir con qui¨¦n trabajo, decidir mis tiempos: esa es mi libertad¡±, concluye quien se identifica hoy m¨¢s con el lienzo que con el muro, pero que nunca dejar¨¢ de salir a la calle ni viajar en su caravana repleta de pegatinas. ?Pintamos?
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