Talking Heads: ¡°?ramos realmente buenos. ?Qu¨¦ l¨¢stima de banda!¡±
Los cuatro miembros de una de las bandas m¨¢s influyentes de la m¨²sica ¡®indie¡¯ hablan en una charla a prop¨®sito del reestreno en cines de ¡®Stop Making Sense¡¯, el concierto que dieron en Hollywood en 1984. Separados desde 1991, repasan en esta entrevista sus comienzos y su legado
Estrenado en 1984, Stop Making Sense ha llegado hasta nuestros d¨ªas como uno de los conciertos mejor filmados de la historia. Grabado a partir de cuatro actuaciones en el Pantages Theatre de Hollywood, Talking Heads, banda referencial de la m¨²sica independiente anglosajona y uno de los grupos m¨¢s innovadores del pop-rock mundial, se aliaron con el director Jonathan Demme para alcanzar una cumbre entre la fusi¨®n del cine y la m¨²sica en el registro de un concierto en directo. El Nuevo Hollywood, cuyos m¨¢ximos representantes ven¨ªan marcados por formar parte de la generaci¨®n del rock and roll, cambi¨® la forma de entender la dimensi¨®n sonora en el s¨¦ptimo arte. Pel¨ªculas como American Graffiti (1973), de George Lucas; La conversaci¨®n (1974), de Francis Ford Coppola; Impacto (1981), de Brian de Palma, y Nashville (1974), de Robert Altman, abrieron nuevas v¨ªas de exploraci¨®n para que los creadores de sonido tomasen el protagonismo que antes ten¨ªan artistas vinculados a la imagen y la fotograf¨ªa. Poco despu¨¦s, Martin Scorsese plasm¨® magistralmente la vivencia colectiva de la m¨²sica en directo en El ¨²ltimo vals (1978), el primer gran rockumentary, que registra la despedida de The Band. Con las sofisticaciones posmodernas propias de Talking Heads, Stop Making Sense, al igual que El ¨²ltimo vals, se convirti¨® inmediatamente en otro cl¨¢sico.
Aquel acontecimiento documental se repite ahora con el reestreno de la pel¨ªcula restaurada con mejoras de sonido e imagen este viernes 8 de marzo en las salas de cine. Desde sus respectivos hogares en Estados Unidos, David Byrne, Chris Frantz, Tina Weymouth y Jerry Harrison, los cuatro heads que se separaron en 1991, charlan por videoconferencia sobre este reestreno, aquellos a?os en los que marcaron una ¨¦poca desde las calles de Nueva York y su legado. Una reuni¨®n hist¨®rica despu¨¦s de a?os de disputas y demandas legales por parte de Byrne, cuya carrera en solitario ha sido la m¨¢s destacable y que nunca quiso que el resto de la banda pudiese girar sin ¨¦l con el nombre de Talking Heads.
Pregunta. Cuarenta a?os despu¨¦s, ?qu¨¦ han pensado al verse de nuevo en el documental?
David Byrne. Llevaba 15 a?os sin ver el concierto y he pensado de todo al verme. ?Qui¨¦n ese tipo tan intenso?, ?tiene sentido del humor?, ?aflojar¨¢?, ?se relajar¨¢? Parece muy concentrado.
Chris Frantz. A todos se nos ve guapos y a Tina muy hermosa [Tina es la pareja de Chris y hablan ambos desde la misma c¨¢mara].
Tina Weymouth. ?Anda ya! A ver, es maravilloso que tengamos esta pel¨ªcula. Es una joya. Es maravilloso que Jonathan Demme llegase a nuestras vidas para hacer esto.
Jerry Harrison. Tocamos muy bien. Fuimos incre¨ªblemente estrictos y disciplinados para no pisarnos los dedos de los pies unos a otros. ?ramos realmente buenos.
Tina Weymouth. ?Qu¨¦ l¨¢stima de banda!
Pregunta. El espectador se sumerge dentro de un escenario. Se ven las sonrisas c¨®mplices, los movimientos impulsivos, el sudor¡
J. H. Tiene algo de pel¨ªcula de terror. Es como estar dentro de una cripta.
D. B. Jonathan era muy bueno capturando a cada parte y, luego, haciendo que cada una interactuase. Se ve muy bien c¨®mo unos y otros conectamos con una sonrisa o, simplemente, tocando.
T. W. La nueva impresi¨®n est¨¢ hecha a partir del negativo original. Ahora es tan f¨¢cil ver los colores, la iluminaci¨®n¡ pero tambi¨¦n los ojos, los labios, las lenguas e incluso los dientes. Y, por supuesto, tiene mucho mejor sonido. Es hermoso ver esta pel¨ªcula y tener ganas de bailar.
Pregunta. La pel¨ªcula es un testimonio de su amor por el funk y el rhythm and blues.
D. B. La primera vez que nos juntamos todos los Talking Heads fue en el loft que ten¨ªamos. All¨ª reunimos todas nuestras colecciones de discos, las tiramos al suelo y hab¨ªa ¨¢lbumes de Parliament, Funkadelic, Hamilton Bohannon, James Brown, pero tambi¨¦n de Velvet Underground, Lou Reed, David Bowie y The Stooges. Si imaginas todos esos discos juntos, algo as¨ª era lo que quer¨ªamos ser nosotros.
Pregunta. ?Qu¨¦ fue lo m¨¢s excitante para ustedes de aquellos setenta, cuando empezaron en el CBGB de Nueva York?
J. H. La propia existencia del CBGB y de su due?o, Harry Crystal. Fue muy generoso con esas noches de micro abierto. Probablemente, podr¨ªamos sobrevivir un mes con lo que gan¨¢bamos en un fin de semana tocando all¨ª. Hab¨ªa una gran sensaci¨®n de apoyo. Hasta que no entraron los grandes sellos no empez¨® a haber algo de competici¨®n entre las bandas.
D. B. Nueva York ha cambiado mucho. El CBGB ya no existe. Entonces, todos sent¨ªamos que est¨¢bamos en uno de los lugares m¨¢s importantes del mundo, donde estaban sucediendo la nueva m¨²sica y las cosas realmente art¨ªsticas. Todos est¨¢bamos siendo ignorados, pero nos sent¨ªamos dentro de una pandilla con diferencias musicales. Estuvimos de gira con Ramones y no ten¨ªamos casi nada que ver, pero los respet¨¢bamos y ellos nos amaban. ?Dios m¨ªo! Estuve en Nueva York recientemente... ?Qu¨¦ ha sido del Soho? Se lo han llevado. Parece un aparcamiento p¨²blico, sin tiendas. ?D¨®nde est¨¢n esos edificios de f¨¢bricas? Nosotros nos mov¨ªamos por Bowery, que estaba lleno de borrachos y drogadictos. Quiz¨¢ no era un paisaje bonito, pero aquello fue un mundo incre¨ªble. La ciudad estaba en bancarrota en ese momento y, entonces, ignoraban a todos, ignoraban al centro y ah¨ª pudieron suceder cosas. Viv¨ªamos con la sensaci¨®n de estar en un club de ignorados.
C. H. F. Y, sin embargo, fue mejor que ahora. ?Qui¨¦n lo hubiese pensado entonces? Sol¨ªamos hacer carteles y ponerlos nosotros mismos por el Soho y Bowery porque pens¨¢bamos que ese era nuestro mundo.
T. W. A los artistas se les permit¨ªa vivir all¨ª. Nosotros inauguramos varias peque?as salas por toda la ciudad. Ahora, en cambio, no pueden. Se tuvieron que mudar. Primero, a Brooklyn. Despu¨¦s, a otras partes del mundo. Nueva York ya no es el centro art¨ªstico de antes. Todav¨ªa tiene grandes museos, pero esos son gente muerta. Entonces, la ciudad estaba en d¨¦ficit, los camiones de basura no recog¨ªan la basura y todo parec¨ªa estar abandonado, pero hab¨ªa tanta vida¡ Se abri¨® una nueva vitalidad en Estados Unidos. Pod¨ªas imaginarte a ti mismo siendo cualquier cosa. No necesitabas el dinero para divertirte. Hoy, si no formas parte de un gran espect¨¢culo y producci¨®n, no existes.
J. H. Dos cosas son importantes. Primero, en ese Nueva York hab¨ªan construido muchos lofts y estaban vac¨ªos por la fuga de la industria ligera. Eso propici¨® que hubiese alquileres baratos. La otra cosa fue a¨²n m¨¢s importante: hab¨ªa un maravilloso sentido de comunidad. No solo entre m¨²sicos, sino tambi¨¦n entre bailarines, artistas visuales, pintores¡ Todo lo que hab¨ªamos le¨ªdo de Par¨ªs o Viena en el pasado estuvo pasando en Nueva York en esa ¨¦poca. Era verdaderamente vanguardista. La calle era vanguardista. Y ten¨ªamos tiempo para desarrollar las ideas unos con los otros antes de que fu¨¦ramos descubiertos.
Pregunta. ?Se consideraban exploradores ya entonces?
T. W. No pens¨¢bamos que pudi¨¦semos competir con Steely Dan, The Eagles y todo ese tipo de grupos. No nos interesaba. Supongo que ¨¦ramos los chicos nuevos del barrio. Ten¨ªamos a Patti Smith y Television a dos calles de distancia. Pod¨ªamos ir a verlos y luego pensar: ?Guau! Verlos nos hac¨ªa desafiarnos y abordar qu¨¦ quer¨ªamos hacer con nuestra m¨²sica.
D. B. Creo que fuimos muy reflexivos. Dejamos espacio para desarrollarnos. Hicimos saber a nuestra audiencia que ¨ªbamos a cambiar, que ¨ªbamos a probar cosas diferentes y que no les gustar¨ªa todo. Eso fue importante.
J. H. Esta es una de las cosas que realmente han hecho que la m¨²sica sea menos interesante ahora. Cuando empezamos durante los primeros cuatro a?os, hicimos un ¨¢lbum al a?o y salimos de gira para promocionar ese disco. Los ¨¢lbumes duraban entre 35 y 40 minutos como m¨¢ximo. Cuando aparecieron los ced¨¦s, la gente empez¨® a hacer discos de 70 minutos. Las compa?¨ªas discogr¨¢ficas se volvieron muy conservadoras y trataron de obligarte a duplicar de alguna manera el ¨¦xito que hab¨ªas tenido antes. Si miras hacia atr¨¢s, The Beatles hac¨ªan m¨¢s de un ¨¢lbum en un a?o y nadie quer¨ªa que volvieras a hacer el mismo ¨¢lbum. Por tanto, hab¨ªa una expectativa de cambio.
Pregunta. ?Consideran que su legado ha sido importante?
T. W. Nunca hemos puesto nuestros discos a nuestros hijos. No supieron bien de Talking Heads hasta que no alcanzaron los 18 o 20 a?os. Crecieron con otros referentes. Nunca hemos tratado de competir con esos referentes, pero creo que ahora reconocen lo que hicimos y lo sienten. Y saben otra cosa: la edad de oro ha terminado. Ya no volver¨¢. No s¨¦, quiz¨¢ la energ¨ªa que sol¨ªa estar en la m¨²sica se ha trasladado hoy a la gastronom¨ªa.
J. H. Bueno, las generaciones m¨¢s j¨®venes escuchan todo por streaming y eso hace que no sepan de d¨®nde vienen las cosas. Demasiados archivos de canciones todo el tiempo.
D. B. A veces, puedes encontrarte en esos restaurantes a gente escuchando canciones de Talking Heads por ese streaming y diciendo que les encanta sin saber ni preguntarse de d¨®nde viene eso.
T. W. ?Nos hemos convertido en m¨²sica de ascensor? (Risas)
Pregunta. ?Qu¨¦ consejo le dar¨ªan a un m¨²sico que empieza?
T. W. Trabaja muy duro y no te rindas. Porque puedes trabajar muy duro y luego decir: ¡®Oh, no est¨¢ funcionando¡¯. Pero entonces todo lo que has invertido se ha ido. As¨ª que no lo tires. Sigue.
C. H. F. Vi un Banksy. Una obra de arte de Banksy que dec¨ªa: ¡°Si te cansas, no te rindas, solo descansa¡±. S¨ª, exactamente, nadie duerme lo suficiente. As¨ª es como me siento incluso hoy (risas). Simplemente, descansa.
D. B. Recuerdo que, cuando empezamos, el p¨²blico era de unas 20 personas. Y luego, unas semanas m¨¢s tarde, ya eran 40. Puedes construir algo con esa actitud de seguir. Hacer alguna conexi¨®n, ?verdad?
T. W. Mucho de esto trata solo de conexi¨®n. Como dices, ni siquiera se trata de la m¨²sica. Taylor Swift tiene a todas estas chicas j¨®venes que la aman. Pueden cantar sus canciones, por supuesto, pero yo no puedo. No podr¨ªa decirte c¨®mo suena una canci¨®n de Taylor Swift. Soy de una generaci¨®n diferente, pero ella tiene un gancho enorme. Ella gobierna. Es la nueva princesa Diana. Algunos artistas tienen ese tipo de suerte. Recuerdo cuando escuchaba por primera vez a Talking Heads y pensaba: ¡®?C¨®mo vamos a triunfar en Estados Unidos? A Estados Unidos le gusta Dolly Parton y la m¨²sica country¡¯. Pero a la gente le gust¨® tambi¨¦n Talking Heads porque tambi¨¦n ten¨ªamos un sonido que le hablaba a otra persona. Ten¨ªamos nuestro propio estilo distintivo y capacidad de conectar.
J. H. Un consejo para los m¨²sicos emergentes es que, en su d¨ªa, trabajamos muy duro y giramos m¨¢s que cualquier otra banda que sali¨® del CBGB, excepto Ramones. Todas las otras bandas hicieron mucho menos. Se preocuparon menos de construir una audiencia org¨¢nica yendo a ella. Ayud¨® en parte que nuestro manager ten¨ªa experiencia y sab¨ªa todo sobre la carretera y c¨®mo pod¨ªas ganar dinero con ella. Y tambi¨¦n mantuvimos las entradas baratas y no nos endeudamos con nuestra compa?¨ªa discogr¨¢fica. Nos aseguramos de poder sobrevivir en la carretera. As¨ª que, si diera un consejo a cualquier banda, ser¨ªa: s¨¦ muy cauteloso al gastar el dinero.
Pregunta. Con este buen ambiente en esta charla, ?es posible confiar en una reuni¨®n de Talking Heads?
[Risas de los cuatro]
J. H. Esta entrevista es como un paso de beb¨¦. Lo otro ser¨ªa como un paso de mayor. No es conveniente pensar en ello por ahora. Estamos centrados en esta pel¨ªcula.
C. H. F. Hasta la pr¨®xima.
T. W. Hasta la pr¨®xima.
D. B. Adi¨®s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.