Enrique Vila-Matas o el arte de inventarse una conversaci¨®n con Marlon Brando
El escritor barcelon¨¦s re¨²ne en un libro las c¨¦lebres entrevistas period¨ªsticas inventadas que public¨® como verdaderas
El encuentro entre la periodista y el c¨¦lebre escritor tiene lugar en una cafeter¨ªa de Barcelona. Podemos a?adir que ¡°es una soleada ma?ana de invierno¡± o que ¡°el ambiente es tranquilo, los clientes hablan bajito, algunos leen, otros teclean en sus port¨¢tiles¡±. Detalles para reforzar la credibilidad: la periodista estuvo verdaderamente ah¨ª y entrevist¨® al escritor. Es la base del periodismo. Pero tambi¨¦n puede suceder que el autor no acuda a la cita por un imprevisto y que todo lo que est¨¢ escrito aqu¨ª sea falso. Una conversaci¨®n imaginada. Porque de eso hemos venido a hablar en esta cafeter¨ªa. De verdades y mentiras. De periodismo y literatura. De cuando en 1968 el escritor barcelon¨¦s Enrique Vila-Matas ten¨ªa 20 a?os y public¨® en la revista Fotogramas una entrevista inventada con el actor Marlon Brando. Un a?o despu¨¦s, otra con el bailar¨ªn Rudolf Nur¨¦yev en la misma publicaci¨®n. Otra m¨¢s con el autor Anthony Burgess en La Vanguardia en 1982. Con el fil¨®sofo Cornelius Castoriadis tambi¨¦n en La Vanguardia en 1983. Y de c¨®mo aquellos y otros textos desvergonzados han acabado ahora reunidos en un libro, Ocho entrevistas inventadas (H&O), que dispara una metralla de preguntas sobre los conceptos de ficci¨®n y realidad en un mundo en el que las fake news pueden desatar una guerra o cambiar el rumbo de un pa¨ªs en un santiam¨¦n.
Primera pregunta: ?no tem¨ªa que le descubrieran? ¡°No me acuerdo. Supongo que no lo pens¨¦. No estoy demasiado orgulloso de haberlo hecho, es lo que hac¨ªa y ya est¨¢¡±, reconoce Vila-Matas. Ciertamente, aquello no comenz¨® con af¨¢n literario, sino por pura necesidad. La historia es conocida porque la confes¨® a?os despu¨¦s (sin que ya nadie se enfadara). Acababa de conseguir el trabajo en Fotogramas y el primer encargo que le hicieron fue traducir del ingl¨¦s una entrevista con Marlon Brando. Pero ¨¦l no sab¨ªa ingl¨¦s y decidi¨® invent¨¢rsela. As¨ª de simple. La de Nur¨¦yev fue porque la noche antes se pele¨® con el bailar¨ªn en un local de Barcelona. Las de Burgess y Castoriadis las llev¨® escritas recopilando declaraciones en otros medios, se las ense?¨®, ellos las aprobaron y as¨ª terminaron antes. En el libro se incluyen otras con Patricia Highsmith, Juan Antonio Bardem y Rovira Beleta no falsas, sino m¨¢s bien ¡°intervenidas¡±. Y otra de regalo con Brando publicada en 1980 en la revista Dezine que supuestamente reproduc¨ªa la que debi¨® traducir en Fotogramas, pero que result¨® ser igualmente inventada, adentr¨¢ndose ya en el juego literario.
¡ªTama?a desfachatez no ser¨ªa posible ahora que todo est¨¢ en internet, ?no? Aunque parad¨®jicamente tambi¨¦n vivimos en el imperio de las fake news. ?C¨®mo se explica esta contradicci¨®n?
¡ªLe voy a decir una cosa: el mundo de la realidad y el mundo de la ficci¨®n est¨¢n cortados por un espejo y nunca alcanzas el otro lado. Cada vez que cuentas algo est¨¢s cambiando la realidad. Aunque no sea ficci¨®n, lo cierto es que est¨¢s alterando la realidad. Porque la realidad es compleja. Un ejemplo clar¨ªsimo: situaciones que has vivido en el pasado y que recuerdas de una manera concreta, de pronto las revisas y te das cuenta de que sucedieron de otra manera. Eso es la complejidad.
¡ª?Quiere decir que en el fondo toda entrevista period¨ªstica contiene algo de invenci¨®n? Al fin y al cabo, el contexto es forzado. En este caso, el escritor est¨¢ aqu¨ª porque quiere vender su libro y seguramente le han hecho las mismas preguntas en otras entrevistas. Y la periodista busca respuestas que quepan en una p¨¢gina y titulares llamativos. ?Cu¨¢nta verdad hay en todo esto?
¡ªLe puedo dar mi versi¨®n. Yo intento no repetirme porque entonces me aburro seguro. Doy siempre la oportunidad de que pase algo en la entrevista.
¡ªEntonces, ?la verdad se encuentra en lo imprevisto?
¡ªNo lo s¨¦. Yo me muevo en el terreno de la ficci¨®n. Y sobre eso lo que le puedo decir es que todo lo que sea ser sincero en la ficci¨®n es una tonter¨ªa. No tiene nada que ver con el periodismo.
Pero la ficci¨®n tambi¨¦n puede cruzarse con la realidad. O forzarla como pretenden las noticias falsas deliberadas. El simulacro de La guerra de los mundos de Orson Welles o los fakes del fot¨®grafo Joan Fontcuberta juegan en esa frontera para dejar al descubierto sus grietas. Aunque originalmente Vila-Matas no ten¨ªa esa intenci¨®n, lo cierto es que lo que comenz¨® siendo un fraude se ha convertido en objeto de fascinaci¨®n y disquisiciones metaliterarias o metaperiod¨ªsticas. Muchos estudiosos de su obra han se?alado aquellas entrevistas como el germen de su escritura de ficci¨®n. Esa que lo distingue como una firma de referencia de las letras espa?olas, con t¨ªtulos tan celebrados como Bartleby y compa?¨ªa, Par¨ªs no se acaba nunca o El mal de Montano.
Escribe el cr¨ªtico Manuel Aznar en el pr¨®logo de Ocho entrevistas inventadas: ¡°El Vila-Matas que reconoceremos con posterioridad, aquel que entreteje su voz con la de otros o que elabora sus ficciones desde el ensayismo y la reescritura cr¨ªtica, relumbra en la segunda entrevista a Marlon Brando, donde se permite lanzar una mirada ir¨®nica y reincidente ¡ªdoce a?os m¨¢s tarde¡ª hacia el primer encuentro con el actor estadounidense¡±.
El libro se cierra con un texto titulado Recuerdos inventados, en el que Vila-Matas nombra personajes reales y se inventa sus recuerdos. Entre ellos, escritores como Antonio Tabucchi, Sergio Pitol o Pessoa. ¡°Es un texto bisagra entre la primera etapa de mi vida literaria y la segunda¡±, explica. ?Pero acaso no tienen todos los recuerdos siempre algo de invenci¨®n? ¡°Claro. T¨² recuerdas el ¨²ltimo invento que has hecho de tu recuerdo. Pero de pronto ves una foto del pasado y descubres a una persona que no recordabas. Repito: la realidad es compleja¡±.
Que fuera el propio autor quien desvelara el enga?o no viene sino a reafirmar la naturaleza fundacional de aquellos fakes. ?l se resiste a considerarlo rotundamente de esa manera, pero reconoce que a medida que iba publicando nuevas entrevistas falsas, iba ¡°descubriendo algo que ha continuado siempre: el juego. El juego y el riesgo. Era como un teatro privado¡±. Porque si Vila-Matas no hubiera confesado, no ser¨ªa posible el extra?o disfrute literario que hoy produce la revisi¨®n de esos textos. No es lo mismo leerlos creyendo que son verdad que sabiendo que son inventados. Ya saben: el tiempo convierte la tragedia en comedia.
A veces parece que Vila-Matas quisiera vislumbrar al hombre que hay detr¨¢s de la estrella Marlon Brando: ¡°Un tipo como yo resulta siempre un fastidio para todos¡±. En otros momentos le hace decir al actor cosas que seguramente fuera ¨¦l quien las pensara, como un ventr¨ªlocuo: ¡°Mi trabajo en el cine: veinte a?os quemados en el altar de la vanidad¡±. ?Y qu¨¦ decir de la sentencia que le sirvi¨® de titular!: ¡°S¨¦ que puedo terminar asesinado como los Kennedy o Luther King¡±. ?Y por qu¨¦ no?
Pero con Nur¨¦yev nos quedamos directamente en el terreno de la tragedia. ¡°Cuando bailo me olvido de todo. Me elevo por encima de todo. Dejo de ser Rudolf Nur¨¦yev y me convierto en un ser alado. F¨ªjese bien: vuelo. Pero tampoco volando consigo ser feliz¡±.
¡ªOiga, ?se lo inventaba todo o iba sacando frases de ellos de otras entrevistas?
¡ªCog¨ªa cosas. Pero b¨¢sicamente era todo inventado.
¡ªSigui¨¦ndole el juego, otros periodistas se han inventado entrevistas con usted. ?Le gustaron?
¡ªNo. No por las cosas que pon¨ªan en mi boca, sino porque eran tontas.
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