Frankenstein, las mil caras de una criatura que no pasa de moda
Cuatro estrenos de cine, el rodaje de dos nuevas pel¨ªculas dirigidas por Maggie Gyllenhaal y Guillermo del Toro y diversas novelas y c¨®mics abren perspectivas distintas para el mito creado por Mary Shelley
¡°Mary Shelley era dolorosamente joven, una adolescente de hecho, cuando public¨® Frankenstein o el moderno Prometeo, y fue capaz de trasladar todas sus contradicciones y preguntas al monstruo y su relato, todas sus necesidades esenciales y sus sentimientos de marginaci¨®n e incapacidad¡±. La reflexi¨®n procede de Guillermo del Toro, de su libro Gabinete de curiosidades. ¡°Me sobrecogi¨® la sensaci¨®n miltoniana de abandono, el terror absoluto de una vida absurda. La tragedia no depend¨ªa del mal. Ese es el dolor supremo de la novela: la tragedia no precisa de villano¡±, se lee en el volumen.
El mexicano no solo sabe de lo que habla, como experto mundial en la literatura y el cine fant¨¢stico y de terror, el denominado fantaterror, sino que a los ocho a?os ya dibujaba compulsivamente a la criatura de Frankenstein en la versi¨®n cinematogr¨¢fica de James Whale, y ahora, por fin, est¨¢ cumpliendo su sue?o infantil: est¨¢ rodando en Toronto su propia visi¨®n del mito, producida por Netflix. No es el ¨²nico participante en esta resurrecci¨®n, que se ha multiplicado en el cine en las ¨²ltimas temporadas, as¨ª como en el c¨®mic. Algunas de estas aproximaciones cambian el sexo del creador o de la criatura para ampliar perspectivas y abordar nuevas tem¨¢ticas, como el s¨ªndrome de la mala madre o la b¨²squeda imposible del hombre perfecto.
Tras unos a?os de triunfo vamp¨ªrico (y seguir¨¢, porque ahora mismo se est¨¢ rodando una versi¨®n de Nosferatu con nombres potentes), la criatura de Shelley parece de moda porque a trav¨¦s de ella se pueden contar muchas cosas: en Pobres criaturas, de Yorgos Lanthimos, se habla del feminismo; en la serie turca Criatura (que se ha estrenado en Netflix) se afronta la religi¨®n. Del Toro est¨¢ rodando su Frankenstein (Oscar Isaac es el doctor; Jacob Elordi, el de Priscilla y Saltburn, la criatura); Pen¨¦lope Cruz forma parte del reparto que esta a punto de arrancar la filmaci¨®n de La novia, dirigida por Maggie Gyllenhaal, que versiona la segunda pel¨ªcula de Whale sobre la criatura ¡ªla de la b¨²squeda de pareja¡ª y que ha fichado a Christian Bale como el monstruo en un Chicago de los a?os treinta del siglo XX, donde la resucitada (Jessie Buckley) es una joven asesinada; ya hay completada una Sherlock Holmes contra Frankenstein, y el pasado mes de febrero se estren¨® en Estados Unidos Lisa Frankenstein, dirigida por Zelda Williams (hija de Robin Williams) y escrita por una guionista de post¨ªn, Diablo Cody. El a?o pasado se lanzaron m¨¢s t¨ªtulos indies con la obra de Shelley de trasfondo: Birth/Rebirth, de Laura Moss, y The Angry Black Girl and Her Monster, de Bomani J. Story.
En el c¨®mic Frankenstein (publicado el a?o pasado en Bang Ediciones), Sandra Hern¨¢ndez ha convertido a Frankenstein en una joven estudiante de medicina fascinada por los secretos del universo. Tras diversos experimentos, da vida a un compuesto de distintas partes de cad¨¢veres diseccionados. El resultado es espantoso, la estudiante huye del laboratorio y, rechazada por su creadora y por la humanidad, el odio pudre a la criatura. En su promoci¨®n, Hern¨¢ndez apuntaba: ¡°Mi versi¨®n plantea el tema de la ambici¨®n desmesurada y c¨®mo el hecho de no asumir las consecuencias de nuestros actos abre una especie de agujero negro en el alma. Tambi¨¦n habla del rechazo del hijo por parte de la madre, que transforma a las v¨ªctimas en victimarios¡±. Y apuntaba: ¡°?C¨®mo es posible que nos haya llegado a trav¨¦s del cine una idea tan distorsionada y pobre de esta novela? Decid¨ª cambiarle el sexo al protagonista, porque la met¨¢fora de una maternidad rechazada ya estaba servida, y esa es una cuesti¨®n que a?ade a¨²n m¨¢s horror a la historia por lo que tiene, supuestamente, de antinatural y aberrante algo tan humano¡±. Es decir, las malas madres, algo que ya palpitaba en la novela que Mary Shelley escribi¨® con 18 a?os.
El culpable de la imagen imperante de la criatura, convertida en monstruo, es Whale, responsable de la primera gran versi¨®n de Hollywood, la de 1931. Despu¨¦s de contratar a Boris Karloff para encarnarlo, se sent¨® delante de su mesa de trabajo, seg¨²n describ¨ªa en entrevistas de la ¨¦poca: ¡°Dibuj¨¦ su cabeza y a?ad¨ªa marcadas prominencias huesudas en los sitios donde supon¨ªa que pod¨ªan haberse soldado las distintas partes del cr¨¢neo¡±. De esos bosquejos a l¨¢piz, el maquillador Jack Pierce esculpi¨® la frente robusta y las cicatrices y tornillos que desde entonces han estado ¨ªntimamente ligados a esa figura.
Las nuevas aproximaciones huyen de aquel personaje de cine, de una criatura que en la novela habla y filosofa. Santiago Lucendo, profesor en la Facultad de Bellas Artes de la UCM y autor de Frankenpolitics. El monstruo de Mary Shelley como met¨¢fora del poder descontrolado, explica: ¡°En ese texto habl¨¦ de Frankenstein como s¨ªmbolo de la emancipaci¨®n. Sin embargo, cada vez que te sumerges en el libro encuentras m¨¢s lecturas. Es un pozo del que siempre sacas agua. La clave feminista ya estaba en la original, pero en el 200 aniversario de la publicaci¨®n, en 2018, hubo m¨²ltiples aproximaciones como la de Jeanette Winterson titulada Frankisstein: una historia de amor [en la que se habla hasta de transexualidad], o la m¨¢s juvenil El efecto Frankenstein, de Elia Barcel¨®¡±.
A Lucendo le atrae otra parte de la novela, que no lleg¨® a la versi¨®n de Whale: ¡°El aprendizaje y exploraci¨®n de la criatura. Hollywood la quit¨® en aquella adaptaci¨®n, como si quitara a su vez el cerebro de la novela. En cambio, s¨ª que est¨¢ en Pobres criaturas, tanto en el desarrollo de la inteligencia como su ingenuidad maravillosa. Es que es el primer monstruo que habla, y durante todo este tiempo, en sus versiones, ha estado silenciado. Creo en la empat¨ªa con la criatura, como hizo Del Toro en La forma del agua¡±.
Vibraci¨®n com¨²n
En Los Angeles Times, Diablo Cody explica: ¡°Despu¨¦s de haber trabajado en esta industria durante 20 a?os, creo que hay una conciencia creativa colectiva porque he visto que estas coincidencias suceden muchas veces, de repente surgen un mont¨®n de proyectos similares. Nada de eso es intencionado, sino que se percibe una vibraci¨®n com¨²n¡±. Su Lisa Frankenstein se vertebra como comedia de terror en los a?os ochenta en la que una adolescente solitaria, Lisa, se encuentra con el cad¨¢ver reanimado de un deseable gal¨¢n del siglo XIX, con el que Lisa se hab¨ªa obsesionando en el cementerio de su ciudad.
En Birth/Rebirth una trabajadora antisocial de una funeraria, obsesionada con devolver la vida a los muertos que recibe, roba el cad¨¢ver de una ni?a solo para que la madre de la cr¨ªa, una enfermera, se una a ella para educar a los muertos vivientes. Y en The Angry Black Girl and Her Monster, la protagonista es una adolescente que, frustrada por la violencia en su comunidad, resucita a su hermano asesinado. Su directora, Bomani J. Story, llama a Shelley ¡°reina¡± en Los Angeles Times, y explica que para su protagonista, a quien sus vecinos califican de ¡°cient¨ªfica loca¡±, se inspir¨® en la misma Shelley, en sus propias hermanas y en activistas afroamericanas como Angela Davis y Tamika Mallory. Y en Pobres criaturas, el creador (encarnado por Willem Dafoe) se llama Godwin, justo el apellido de soltera de Shelley. Su guionista, Tony McNamara, contaba antes de los Oscar, que ¡°el elemento Frankenstein era la premisa que sab¨ªamos que preservar¨ªamos¡± del libro de Alasdair Gray en el que se basa el filme, aunque tanto ¨¦l como Lanthimos, tuvieron cuidado en ¡°no caer en un paralelismo evidente¡±.
Todas esas directoras beben de una escritora m¨ªtica, algo que subraya Lucendo: ¡°Shelley fue producto tanto de su padre como de su madre, y est¨¢ dentro de una generaci¨®n de autoras de novela g¨®tica, que combinan ese paisaje con una profundidad intelectual. Y a la vez, Shelley es ¨²nica¡±; incluso concibe su novela en un momento muy especial, a los 18 a?os en Villa Diodati, en Suiza, donde ella y su marido visitaban a Lord Byron en el verano septentrional de 1816, el a?o sin verano, aunque no se edit¨® hasta el 1 de enero de 1818. Las ediciones posteriores la retocaron de forma conservadora.
En cine, televisi¨®n y teatro se han multiplicado las adaptaciones, algunas con un brillo especial, como la que en los escenarios del Royal National Theatre dirigi¨® en 2011 Danny Boyle, y en la que Benedict Cumberbatch y Johnny Lee Miller intercambiaban cada noche sus personajes de V¨ªctor Frankenstein y la criatura, ¡°una aproximaci¨®n muy interesante porque incide en esa doble cara¡±, sugiere Lucendo. Aunque, al final, el universo de Shelley no es f¨¢cilmente plasmable. Quienes lo abordan lo saben, y el mismo Del Toro tendr¨¢ que lidiar con el peor de los cr¨ªticos, ¨¦l mismo, porque en su momento ya escribi¨®: ¡°Ninguna adaptaci¨®n, y hay algunas majestuosas, ha logrado capturar toda su esencia¡±.
Babelia
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