Lord Byron: el mito que se resiste a ser domesticado
El bicentenario de la muerte del poeta impulsa la publicaci¨®n de la biograf¨ªa can¨®nica, una nueva traducci¨®n de ¡®Don Juan¡¯ y el ensayo que le dedic¨® Edna O¡¯Brien
Excesivo, apasionado, oscuro, vital, curioso, contradictorio, atormentado y temerario, George Gordon Byron (Londres, 1788-Mesolongi, 1824) muri¨® mientras arreciaba una tormenta. El poeta y arist¨®crata llevaba m¨¢s de un a?o instalado en la ciudad griega de Mesolongi con una tropa de soldados que sufragaba para apoyar la independencia de Grecia del Imperio Otomano. En su despedida, de la que hoy 19 de abril se cumplen 200 a?os, hubo poca ¨¦pica m¨¢s all¨¢ de los truenos y rayos que ca¨ªan fuera: la causa m¨¢s probable de su muerte fue la infecci¨®n de una de las numerosas sangr¨ªas que le practicaron, y por las que perdi¨® lo que se calcula que fueron unos dos litros y medio de sangre; tambi¨¦n hubo deshidrataci¨®n.
Las fiebres que los m¨¦dicos trataban de controlar desangr¨¢ndole aquel abril de 1824 parece que ven¨ªan de la picadura de una garrapata procedente de alguno de sus animales dom¨¦sticos. Las mascotas y las pistolas se cuentan entre sus muchas exc¨¦ntricas debilidades, como atestigua el oso que le acompa?aba en el Trinity College de Cambridge para esquivar la prohibici¨®n de tener perro, o la fauna que se mov¨ªa en libertad en los distintos palacios italianos donde vivi¨® y que incluy¨® en distintos momentos un cocodrilo, un avestruz, monos, un halc¨®n, pavos reales, gallinas de Guinea, perros, un ¨¢guila y un cuervo. En Cambridge se celebra hoy viernes y ma?ana un festival de charlas y lecturas dedicado a su eminente y d¨ªscolo alumno, como parte de los actos conmemorativos previstos en este aniversario.
Fiona MacCarthy compil¨® abundante informaci¨®n sobre la vida, muerte y fama p¨®stuma del poeta rom¨¢ntico m¨¢s famoso de la historia en la biograf¨ªa can¨®nica Byron, vida y leyenda (Debate). Publicado en Reino Unido en 2002, este trabajo fue un encargo de un descendiente del editor y corresponsal del poeta John Murray. La detallada reconstrucci¨®n de la atribulada vida de Byron narra su infancia en Escocia con una malformaci¨®n en un pie y las penurias econ¨®micas de la familia, su transformaci¨®n en lord y heredero de la abad¨ªa de Newstead cuando ten¨ªa 10 a?os, su paso por el internado de Harrow y por Cambridge, sus viajes por Europa y tambi¨¦n las zonas m¨¢s opacas de su biograf¨ªa, como los abusos sexuales que sufri¨® de su ni?era, su relaci¨®n incestuosa con Augusta, su hermana por parte de padre, y sus intensas relaciones homosexuales. ¡°La orientaci¨®n innata de Byron hacia los chicos explica muchos de los enigmas persistentes en su biograf¨ªa¡±, escribi¨® MacCarthy, cuyo trabajo fue el primero que abord¨® abiertamente este asunto. El exilio definitivo del poeta de Inglaterra en 1816 tras un escandaloso y vitr¨ªolico divorcio, defiende esta autora, se debe precisamente al temor de que se hicieran p¨²blicas sus relaciones con hombres, un delito castigado con la ejecuci¨®n.
Mariana Enriquez, una confesa byroniana que hizo un gui?o al legendario milord en su primera novela Bajar es lo peor (Anagrama), defiende el lado m¨¢s gozoso del h¨¦roe rom¨¢ntico. ¡°Creo que el error m¨¢s com¨²n en lo relativo a Byron es pensar en ¨¦l como un bello tenebroso, que dir¨ªa Baudelaire. Era un rom¨¢ntico tambi¨¦n por la ¨¦poca en la que estaba viviendo, pero era muy disfrut¨®n, muy guapo y gustaba mucho¡±, explica la autora. ¡°Ten¨ªa sus cuitas: el pie deforme, era cojo, el exilio le doli¨® bastante, quer¨ªa ser delgado, ten¨ªa un rollo con su cuerpo bastante contempor¨¢neo. Fue un predandy, una personalidad adelantada a su ¨¦poca. Le gustaba nadar, boxeaba, le encantaba Grecia porque hac¨ªa calor, le gustaba viajar, las mujeres con locura, comer¡±. Aunque el aura vamp¨ªrica de Byron la atrajo en primer lugar ¡ªtambi¨¦n la suposici¨®n de que hab¨ªa sido el modelo para el personaje de Heathcliff de la novela Cumbres borrascosas¡ª, m¨¢s que encerrado en un castillo con una tormenta, Enriquez reivindica al poeta ¡°como un se?or con una botella de vino en una terraza soleada escribiendo poemas hermosos¡±. ?No era oscuro? ¡°Claro que lo era, se acost¨® con su hermana y maltrat¨® tanto a una de sus amantes que la dej¨® medio loca y a su hija la dej¨® morir en un internado. Era un tipo que m¨¢s all¨¢ de las cuestiones de la ¨¦poca ten¨ªa enormes oscuridades personales, pero que no tienen que ver con un personaje de las Bronte, a veces se parece m¨¢s a Hemingway que a otra cosa¡±, responde Enriquez.
Fallecida en 2020, MacCarthy tuvo acceso al amplio archivo de cartas, notas, manuscritos y objetos que se conserva en el n¨²mero 50 de Albemarle Street en Londres. En esa misma direcci¨®n, apenas un mes despu¨¦s de la muerte del poeta y antes de que sus restos llegaran a Inglaterra, el viejo editor Murray y un amigo de Byron se impusieron en una acalorada discusi¨®n y quemaron las memorias que el poeta hab¨ªa entregado a Tom Moore, quien a pesar de haberlas vendido a?os atr¨¢s trat¨® en 1824 de impedir su destrucci¨®n. ¡°La quema de las memorias de Byron fue un acto de vandalismo colectivo¡±, sentencia Edna O¡¯Brien en las ¨²ltimas p¨¢ginas de Byron in love, el brillante ensayo que la irlandesa dedic¨® en 2009 al poeta y que el sello Cabaret Voltaire ha rescatado con motivo del bicentenario.
Aquella pira en casa del editor Murray no fren¨® la desbordante bibliograf¨ªa que ha generado el poeta, de amigos, amantes o admiradores que quisieron exponer sus impresiones y contactos con el hombre cuya fama y celebridad adelant¨® m¨¢s de un siglo lo que llegar¨ªa con la cultura de masas. Escribe O¡¯Brien: ¡°En ¨¦l, todo era parad¨®jico: era introvertido y extrovertido, guapo y deforme, serio y gracioso, derrochador y mezquino, y pose¨ªa una inteligencia deslumbrante¡±. Admirador absoluto de su coet¨¢neo Napole¨®n, la vida de Byron transcurre en la Regencia, el mismo periodo de las novelas de Jane Austen y de alguna manera representa el culmen de los seductores que arruinan a algunas de sus hero¨ªnas.
Sus descomunales juergas y conquistas, constantes juegos de seducci¨®n, ansia de aventura, sentido del humor e ingobernable empe?o en afirmar su libertad por encima de normas morales, acreedores o amantes despechadas, han resultado irresistibles e imposibles de domesticar. Pero bajo el peso de esa intensa biograf¨ªa hay una poes¨ªa cuya vigencia defiende Andreu Jaume, traductor y editor de un nuevo Don Juan (Penguin Classics), la ¨²ltima gran composici¨®n de Byron. ¡°El mito ha jugado en contra de la obra, y parte de ella ha envejecido mal porque tiene un imaginario acartonado, pero tanto Childe Harold como Don Juan son grandes composiciones, con las que Byron hizo l¨ªrica de su propia experiencia¡±, explica.
Con el tel¨®n de fondo del fin de las guerras napole¨®nicas y el Congreso de Viena, Jaume afirma que Byron percibi¨® que toda esperanza de cambio estaba agotada. ¡°Gran parte del poema es digresivo, contiene diatribas sat¨ªricas y una concepci¨®n del hombre, que luego seguir¨¢ con Nietzsche, marcada por la defensa de una vida libre que rechaza lo religioso y lo sublime¡±, apunta. Con las mujeres pasa de la misoginia a la filoginia, dedica los primeros dos cantos al deseo de las mujeres e incluye una oda a la vagina ¡°extraordinariamente bien hecha¡±. La iron¨ªa y la sorna son dos de los rasgos fundamentales de Byron: ¡°Se r¨ªe del amor cort¨¦s, de la falsedad del lenguaje po¨¦tico y reivindica el estar vivo, comer, beber, el sexo¡±.
Esa ind¨®mita vitalidad a prueba de esc¨¢ndalos y su extraordinaria facilidad para la escritura son dos virtudes de Byron que destaca Eduardo Mendoza. ¡°Escribe a chorros: viajando, bebiendo, ligando, logra hacer versos bien rimados¡±, comenta. Su encuentro con el lord se remonta a la traducci¨®n de la selecci¨®n de cartas que el poeta Jaime Gil de Biedma realiz¨® poco antes de morir, D¨¦bil es la carne. Correspondencia veneciana (1816-1819) (Tusquets, 1999). ¡°Es un gran personaje, poeta maldito y arist¨®crata libertino, cuya obra y vida van juntas. A su alrededor hab¨ªa gente muy interesante¡±, comenta al tel¨¦fono. Byron, dice Mendoza, sab¨ªa que sus cartas ser¨ªan le¨ªdas en voz alta al otro lado del canal de la Mancha, y en ellas muestra todo su ingenio y una ciudad, Venecia, que en el siglo XVIII era considerada fea e insalubre. Mendoza remacha: ¡°Lord Byron no ha salido apenas del cuarto de la literatura, pero su vida dar¨ªa para una gran serie de televisi¨®n¡±.
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