Cecilia: historia de una frustraci¨®n
El segundo ¨¢lbum de la cantautora pretend¨ªa escenificar su liberaci¨®n. No fue posible
Parece una met¨¢fora cruel: la Espa?a moderna chocando con el pa¨ªs ancestral. Fue una noche de agosto de 1976. Cecilia y sus m¨²sicos volv¨ªan de una actuaci¨®n en Vigo cuando, a la altura de Colinas de Trasmonte (Zamora), su Seat 124 se empotr¨® contra un carro de bueyes que se desplazaba por una calle sin iluminaci¨®n. Mor¨ªa la cantante y su baterista, Carlos de la Iglesia. Puede que el coche rodara demasiado r¨¢pido: Cecilia deb¨ªa estar esa ma?ana en un estudio de grabaci¨®n madrile?o.
El recuerdo de Cecilia est¨¢ difuminado por ese final tr¨¢gico: la gran creadora que perdimos, el impuesto pagado por los m¨²sicos a la carretera, el Club de los 27, etc. Una melaza que nos hace olvidar que ella era un talento en evoluci¨®n, marcada por condicionantes sociales, industriales e incluso personales.
Un librito de Eduardo Bravo, Cecilia 2. La historia del disco que no pudo ser (Lengua de Trapo) nos devuelve a la cantautora en pleno zafarrancho de combate contra la censura y los miedos de su discogr¨¢fica. Lo que sali¨® como Cecilia 2 iba a tener un t¨ªtulo menos as¨¦ptico, Me quedar¨¦ soltero, con una foto de Pablo P¨¦rez M¨ªnguez que mostraba a la artista falsamente embarazada. No lo permitieron.
Bravo comparte la taxonom¨ªa de Fernando M¨¢rquez El Zurdo, que sit¨²a a Cecilia en una Tercera V¨ªa, entre los cantautores y el rock, junto a Vainica Doble, Jaume Sisa o Rodrigo Garc¨ªa (solo o como parte de CRAG). La particularidad de Cecilia resid¨ªa en su formaci¨®n cosmopolita: era una folkie con modos hippies, que a su regreso a Madrid paulatinamente se descubri¨® m¨¢s espa?ola que el gazpacho.
Tras un single en ingl¨¦s con el grupo Expresi¨®n, fue fichada como solista por CBS, entonces la compa?¨ªa m¨¢s din¨¢mica del mercado. Con producci¨®n de Jos¨¦ Luis de Carlos, el primer elep¨¦ sali¨® en 1972, con una portada impactante: chica fr¨¢gil pero con un guante de boxeo. En verdad, inclu¨ªa demasiadas canciones de sumisi¨®n amorosa, aunque Se?or y due?o o Fui eran eclipsadas por certeros retratos de la alta sociedad tipo Dama, dama o Al son del clar¨ªn.
El segundo ¨¢lbum supuso una depuraci¨®n. En lo musical, con los arreglos mesurados de Pepe Nieto, que tambi¨¦n trabajaba con Vainica Doble. Desaparec¨ªan las agon¨ªas prefeministas en favor de cuestiones existenciales, desde la emancipaci¨®n de la familia a plantearse burlonamente el suicidio. Destacaba una canci¨®n inc¨®moda sobre la Guerra Civil, que hubo de perder su t¨ªtulo original (Un mill¨®n de muertos), lo que no impidi¨® que fuera declarada ¡°no radiable¡± y que la autora visitara el Juzgado de Orden P¨²blico. Un trance que ella, hija de diplom¨¢tico, resolvi¨® finamente, alegando que se refer¨ªa a la Guerra de los Seis D¨ªas, que vivi¨® en Jordania.
Con todo, Cecilia 2 supuso cierto bache comercial. Hubo luego despistes como grabar en ingl¨¦s para el mercado estadounidense (solo se edit¨® un single promocional). Y m¨¢s peligroso: para Un ramito de violetas (1975) la pusieron en manos de un peso pesado, el arreglador Juan Carlos Calder¨®n, que ya hab¨ªa recargado su primer elep¨¦, al que cabe responsabilizar del aberrante toque Tijuana Brass del himno Mi querida Espa?a. Calder¨®n ser¨ªa tambi¨¦n el ejecutor de una colecci¨®n de duetos desenterrados de la que mejor no hablemos.
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