Feria de San Isidro: David Galv¨¢n aumenta su cr¨¦dito

A David Galv¨¢n se le esperaba con justa expectaci¨®n despu¨¦s de la contrastada torer¨ªa que demostr¨® el pasado d¨ªa 22 ante los toros de El Torero. Ha entrado en esta corrida en sustituci¨®n de Manzanares, enfermo de neumon¨ªa, y a fe que ha aumentado su cr¨¦dito torero tras otra actuaci¨®n salpicada de pinceladas de inspiraci¨®n.

Los dos remates por bajo con la mano zurda con los que inici¨® la faena a su primero destilaron un gusto exquisito, y como tal los recibi¨® la parroquia, muy favorable al torero desde su aparici¨®n en el ruedo. Lo que se vio despu¨¦s fue una actitud encomiable, conocimiento de los terrenos, asentada la planta, sentimiento torero, la posesi¨®n de un misterio, sentido de la ligaz¨®n y detalles de embrujo. As¨ª brotaron muletazos largos por ambos lados, expresi¨®n evidente de que siente el toreo y lo expresa con naturalidad. Muy bien dibujados resultaron los naturales, abrochados por bajo de modo excelente; y cuando el toro se apag¨® culmin¨® su faena con unos muletazos con la pierna contraria genuflexa que rebosaron finura y estilo.

Deslucido fue el quinto, manso como todos, que soltaba la cara en cada embestida, complicado en una palabra, ante el que volvi¨® a mostrar entrega para robar muletazos que el toro no ten¨ªa. Fue una labor insistente que no solo tuvo el fruto de limpios muletazos por ambas manos que no consiguieron levantar el vuelo de la faena.

Pero ah¨ª queda el sentimiento torero de David Galv¨¢n, merecedor de m¨¢s atenci¨®n empresarial despu¨¦s de su exitoso paso por San Isidro.

A su lado, un consagrado, Daniel Luque, que vino a decir en su primer toro que tiempo ha que aprob¨® con nota las oposiciones a la c¨¢tedra en tauromaquia y esta tarde, en Las Ventas, ha dictado otra lecci¨®n magistral de las suyas, pero como quien no quiere la cosa, como una clase m¨¢s, sin darse la m¨¢s m¨ªnima importancia.

Quiz¨¢ por eso, el p¨²blico, m¨¢s acostumbrado al toreo efectista, no le concedi¨® la importancia debida, de modo que cuando acab¨® de una media estocada atravesada todo qued¨® en una ovaci¨®n de compromiso.

Pero lo cierto es que Luque estuvo hecho un torerazo con ese animal, manso y distra¨ªdo de salida, de corto viaje y con la cara siempre a media altura. Pronto le tom¨® la medida a su deslucido oponente, y plantado en el terreno adecuado en todo momento, proyect¨® una imagen de seguridad y confianza con tal decisi¨®n que al animal no le qued¨® m¨¢s remedio que aceptar las indicaciones del lidiador, que no eran otras que acudir al enga?o y aceptar su mando. As¨ª, surgieron muletazos limpios, ce?idos siempre, antes de optar por un arrim¨®n de verdad, de esos que ponen la piel de gallina porque los astifinos pitones del toro rozaban unas veces la taleguilla y otras la cara misma del torero. De tal manera, exprimi¨® las muy escasas cualidades del animal, y dibuj¨® un cambio de manos primoroso antes de la media estocada final. Manso, tambi¨¦n, e igualmente deslucido fue el comportamiento del cuarto, y la lidia se complic¨® con la aparici¨®n de rachas de viento que entorpecieron la labor del torero, menos lucido, aunque igualmente dispuesto que en el toro anterior.

Y buena impresi¨®n, ojal¨¢ le sirva para el futuro, dej¨® el joven V¨ªctor Hern¨¢ndez, la tarde de la confirmaci¨®n de su alternativa. Hizo el pase¨ªllo dispuesto a darlo todo, muy valiente y entregado en todo momento, aunque su lote no le permiti¨® muchas florituras.

Su primero, un sobrero de Juan Manuel Criado, hizo una brava pelea en el primer encuentro con el caballo al que derrib¨® con estr¨¦pito tras empujar con toda su alma; galop¨® en banderillas con cierta violencia, pero lleg¨® son pocas fuerzas al tercio final. Hern¨¢ndez lo recibi¨® con ce?idos estatuarios, y aprovech¨® la cara m¨¢s noble de su oponente para trazar muletazos de cierta hondura, fruto de su insistencia y decisi¨®n. El sexto no estuvo por la labor de embestir, muy manso y violento durante toda la lidia. Muy valiente el torero, inici¨® el tercio final con tres muletazos cambiados por la espalda en el mismo centro del anillo, muy quieta la planta, pero su derroche de valent¨ªa no le sirvi¨® para aumentar el lucimiento por las complicaciones del toro, agravadas por rachas de viento que, en ocasiones, lo dejaron a merced de su oponente. Una estocada de efecto fulminante fue una culminaci¨®n de una solvente confirmaci¨®n de alternativa.