Jos¨¦ Carlos Plaza: ¡°Yo empec¨¦ fatal, cat¨®lico y burgu¨¦s. El teatro me ense?¨® a pensar¡±
El director de escena presenta sus memorias junto a Ana Bel¨¦n, una de sus actrices fetiche
Un jovencito burgu¨¦s, de familia tradicional y cat¨®lica, que cuando le confes¨® a su madre que quer¨ªa dedicarse al teatro, recibi¨® como respuesta: ¡±?Pero t¨² est¨¢s loco? Y ni se te ocurra mencion¨¢rselo a tu padre¡±. Pero la locura por las artes esc¨¦nicas que anidaba ese adolescente desde ni?o, desde aquel d¨ªa en el que con siete a?os le regalaron un teatrillo, no era algo que se pod¨ªa curar. Es m¨¢s, se matricul¨® a espaldas de su familia en una escuela de teatro, mientras que, de cara a la galer¨ªa, segu¨ªa con su seria carrera de Derecho. A sus 82 a?os, Jos¨¦ Carlos Plaza, uno de los directores m¨¢s prestigiosos de su generaci¨®n, con m¨¢s de 120 montajes entre teatro, ¨®pera y otro tipo de espect¨¢culos, abre una ventana a su vida desde los escenarios con la publicaci¨®n de su primer libro, Haz. Otra mirada a la vida desde el escenario (Alianza Editorial), todo un testimonio no solo de una carrera y un compromiso pol¨ªtico a prueba de bombas, sino de su profund¨ªsimo amor al teatro: ¡°Le debo todo. Sin el teatro, hubiera sido otra persona. Yo empec¨¦ fatal, cat¨®lico, burgu¨¦s, medio ricachito, en fin, un desastre. El teatro me ense?¨® a pensar, me ense?¨® a discernir, me dio cultura y conocimiento, me ha puesto en contacto con el ser humano¡±. La presentaci¨®n del libro, celebrada este lunes en el teatro de Bellas Artes de Madrid, el mismo lugar en el que fue detenido en 1975 por participar en la primera huelga de actores del teatro espa?ol, corri¨® a cargo de su ¡°compinche¡±, la actriz Ana Bel¨¦n, ante decenas de int¨¦rpretes, directores y amigos que terminaron el acto puestos en pie y aplaudiendo a rabiar.
No fue idea suya la publicaci¨®n de este libro. Jam¨¢s se le hab¨ªa pasado por la cabeza. Es m¨¢s, cuando desde la editorial le ofrecieron esta posibilidad, Plaza le dijo a Pilar ?lvarez, directora de Alianza: ¡°M¨ªrame a los ojos y dime de verdad que lo que yo puedo contar interesa a la gente¡±, relataba ¨¦l a este peri¨®dico, poco antes de la presentaci¨®n. Una vez convencido y junto a su sobrina, Roc¨ªo Westendorp, con la que ha coescrito el libro, comenz¨® Plaza a hacer acopio de su existencia: ¡°No es tanto mi vida, sino c¨®mo yo la he visto a trav¨¦s del teatro. Cuento como ha pasado ante mis ojos desde el escenario¡±. Sin ajustes personales de ning¨²n tipo, ya que Plaza, confiesa, es un hombre agraciado por la vida. ¡°Ser¨¢ porque nac¨ª en la calle Caballero de Gracia y por ello he sido siempre un caballero agraciado, que ha tenido mucha suerte y ha sido muy feliz. Los problemas personales que he podido tener est¨¢n olvidados, no existen, igual que la gente que me ha hecho da?o¡±, asegura el director.
Otro tema son las peleas con lo que ¨¦l denomina las ¡°grandes cosas¡±. ¡°Tengo pleitos pol¨ªticos, pleitos con la Iglesia cat¨®lica, con instituciones que han hecho mucho da?o a este pa¨ªs y con ideolog¨ªas que son nefastas para el hombre y la mujer y, desgraciadamente, me encuentro hoy con un dolor inmenso porque todo el mal parece que vuelve a reproducirse como una hidra. He sido testigo del da?o y del dolor que ha producido la Iglesia cat¨®lica en este pa¨ªs, de la dictadura terrible que sufrimos y el capitalismo liberal exagerado. Pensar que otra vez parece que vuelve con la aprobaci¨®n de la propia gente¡¡±, confiesa un desolado Plaza justo el d¨ªa siguiente de las elecciones al Parlamento Europeo, que han evidenciado el ascenso de la extrema derecha.
Por las p¨¢ginas de Haz. Otra mirada a la vida desde el escenario van apareciendo muchos nombres, grandes nombres, como sus adorados maestros William Layton y Miguel Narros, sus ¡°tres mosqueteros¡±, Paco Leal, Pedro Moreno y Mariano D¨ªaz, o sus ¡°tres Reyes Magos¡±, Jos¨¦ Saramago, H¨¦ctor Alterio y Luis Garc¨ªa Montero. Pero no faltan sus admiradas actrices, como por supuesto Ana Bel¨¦n ¡ª¡±si yo estoy orgulloso de ser espa?ol es porque Ana es espa?ola¡±¡ª, Charo L¨®pez, Berta Riaza, Concha Velasco, Lola Herrera o Julieta Serrano, entre otras muchas. Desde sus inicios en las escuelas de William Layton y Miguel Narros ¡ª¡±la ciencia y la anarqu¨ªa¡±¡ª, pasando por las dificultades y la felicidad del teatro independiente, las instituciones culturales (fue director del Centro Dram¨¢tico Nacional de 1989 a 1994) y su ¨¦poca en Nueva York, Plaza traza un ameno recorrido vital, sin olvidar nunca su paso por el PCE (Partido Comunista de Espa?a). ¡°Ya no soy militante, soy un comunista ut¨®pico. Me sigo agarrando a esa utop¨ªa¡±, asegura el director, antes de lanzarse a una diatriba contra la ¡°reconocida mundialmente como reconciliaci¨®n nacional¡±. ¡°Fue un b¨¢lsamo, una tapadera, quiz¨¢s no pod¨ªa hacer otra cosa, tap¨® la herida, pero la herida sigue ah¨ª. Los gusanos siguen ah¨ª y est¨¢n empezando a salir ahora. Rezan el rosario, mientras pegan un palo a una pi?ata que representa al presidente de nuestro pa¨ªs¡±, recuerda.
De riguroso negro desde siempre, cuando Ana Bel¨¦n le pregunt¨® el porqu¨¦, Plaza dio tres respuestas: ¡°Qu¨¦date con la que quieras, Anita. Se ha muerto la subordinada, soy un poco gordito y as¨ª lo disimulo o soy muy vago y no quiero pensar¡±. El ni?o repelente y sabidillo es un hombre admirado y querido que insiste una y otra vez en ¡°hacer m¨¢s que en ver¡±, de ah¨ª el t¨ªtulo de su libro, mientras recuerda la frase m¨¢s bonita que ha o¨ªdo nunca, que es, por supuesto, de Lorca: ¡°Hay que dejar de pensar en las azucenas y meterse en el barro para ayudar a los que buscan azucenas¡±. ¡°Eso es el teatro¡±.
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