La danza selecta del japon¨¦s Saburo Teshigawara
Una obra potente de alta calidad ratifica la estatura y posici¨®n del artista nip¨®n en el panorama m¨¢s distinguido de la danza moderna global
Saburo Teshigawara (Tokio, 70 a?os) es ¨¢ngel custodio de s¨ª mismo. Menudo y fuerte como un junco sinto¨ªsta, este artista, hoy ya una figura consagrada, madura y de trayectoria ejemplar, se ha insertado en la tradici¨®n representativa de la danza contempor¨¢nea occidental sin alardes y abordando el trabajo desde su estilo, una formulaci¨®n que a¨²na trayecto de destilaci¨®n cerebral con una cierta est¨¦tica de marco ceremonial. Esa especie de rito distante que provoca es una manera de situarnos en un punto cardinal del trabajo, envolvernos en el tejido dorado y virtual de la poes¨ªa f¨ªsica, asimilarlo y hacer de su disfrute una experiencia l¨ªrica. Verwandlung, programada este fin de semana en los Teatros del Canal de Madrid, en una producci¨®n del Ballet de Basilea, es una gran obra de s¨ªntesis y recapitulaciones; Teshigawara planifica un viaje abisal sin otro prop¨®sito que dar una oportunidad a quienes quieran decir qui¨¦nes fueron, qu¨¦ hicieron, contra qu¨¦ lucharon.
Una vez en este mismo diario se le describi¨® as¨ª: ¡°Menudo y sin edad; tiene esa morfolog¨ªa craneal oblonga y rapada de todos los grandes de la danza japonesa, desde Kazuo Oono a Ushio Amagatsu¡±. Esto se ha acentuado y al verle caminar no se puede estar seguro si toca el suelo: es como su arte, levitante. Wayne McGregor dec¨ªa a los bailarines jovenc¨ªsimos del College de la bienal veneciana en 2022: ¡°Escuchadle, por favor. Atended todo lo que sugiere¡±. La manera de ser un sabio en voz queda, buscar una epifan¨ªa por contraste vuelve a ser la t¨®nica, y encontramos mucho de tradici¨®n teatral isabelina, solo que al rev¨¦s: el ¡°acto blanco¡± y fantasmal primero, y el segundo, si se quiere realista, donde se busca una redenci¨®n con caracteres naturalistas, extremados y en pendiente moral.
Trasladar una personalidad art¨ªstica determinada a un estilo de expresi¨®n bailada es una empresa en principio quim¨¦rica y muy dif¨ªcil. Teshigawara lo sabe y lo logra con ese convincente m¨¦todo, de por s¨ª elegante, del susurro y el razonar mientras se avanza a la obtenci¨®n del material de espect¨¢culo, el fijado de su lectura, lo que veremos ya reglado.
Monte sus coreograf¨ªas en la ?pera de Par¨ªs, la Bienal de Venecia o el Ballet de Basilea, Teshigawara es placeramente aceptado, su belleza obtenida penetra, y es aut¨¦ntica; esa gloriosa universalidad se consigue con y sobre dos ingredientes b¨¢sicos: honestidad y conciencia de los recursos. Hoy que tanto memo por ah¨ª va diciendo que el ballet no hace falta y que est¨¢ obsoleto, recordemos para olvidadizos e ignorantes que Saburo Teshigawara comenz¨® su formaci¨®n ¡ªy la continu¨® por a?os¡ª con el ballet acad¨¦mico, y que cuando form¨® la c¨¦lula KARAS en 1985 con Kei Miyata, reelabor¨® una l¨ªnea de experimentaci¨®n sobre ese entrenamiento can¨®nico. En Basilea, por cierto, y para que no nos llamemos a enga?o, se hace con car¨¢cter obligatorio la clase de ballet matinal.
Para Teshigawara, la riqueza global de la obra esc¨¦nica pasa por su empacado escenogr¨¢fico (extra¨ªdo, en su caso, de la experiencia en las Artes Pl¨¢sticas o Visuales) donde tambi¨¦n el canon po¨¦tico seleccionado ejerce su dominio. Verwandlung tiene dos actos y dos mundos: uno conceptual (Metamorphose) en plet¨®ricas abstracciones del ensemble, y un segundo, Like a Human, anclado en el cotidiano y en la dispersi¨®n de los individuos (o las individualidades). Primero vemos expuestas las almas, despu¨¦s los cuerpos mortales.
La parte primera: Metamorphose, para 12 bailarines, usa de equidistancias y una geometr¨ªa con base en la verticalidad, aunque la obra se abre con unas frases corporales que suenan a citas fugaces de danza butoh extra¨ªdas de la base Buyo: lo ancestral desmiente cualquier mixtificaci¨®n. Hay limpieza escult¨®rica y un delicado geometrismo.
La parte segunda, Like a Human, para 17 artistas, nos embarca con ese tal Caronte hasta llegar a un final largo, posbarroco, acotado como estrambote donde por ¨²ltima vez Teshigawara nos toma de la mano llev¨¢ndonos a un inevitable y obscuro limbo, un sitio, acaso, donde podemos preguntar a Pr¨®spero: ?nos hemos perdido otra vez o ya estamos muertos? La aguda, exquisita y muy atinada selecci¨®n musical ayuda lo suyo a desatar este nudo concertante. Teshigawara nos deja el coraz¨®n como una uva pasa, pero debemos agradec¨¦rselo. Volviendo a La Tempestad (que hoy se cree m¨¢s que nunca es la ¨²ltima creaci¨®n de Shakespeare), ?ngel-Luis Pujante nos advierte de que ¡°es un drama de ilusiones perdidas¡±; Verwandlung (que puede traducirse por aproximaci¨®n como ¡°transmutaci¨®n¡± o ¡°transubstanciaci¨®n¡±) a su manera, tambi¨¦n.
La plantilla de artistas de Basilea, que de solo verlos enseguida se entiende su inteligencia actoral y pericia cor¨¦utica (el nivel intelectual de los bailarines, a veces injustamente, se pone en duda), logra transmitir a cabalidad las intenciones del core¨®grafo. En la obra vemos a cuatro capaces artistas espa?oles: Javier Ara Sauco, Marina S¨¢nchez Garrig¨®s, Tana Rosas Su?¨¦ y Andrea Tortosa Vidal, y el repetidor, verdadero art¨ªfice del mantenimiento de tan complejo escenario, es un madrile?o: Fernando Carri¨®n.
Verwandlung. Ballet de Basilea. Directora art¨ªstica: Adolphe Binder
Coreografía, escenario, luces (con Sergio Pessanha), vestuario: Saburo Teshigawara; colaboración coreográfica: Rihoko Sato; música original: Tim Wright y S. Teshigawara; músicas: O. Messiaen, M. Ravel, W. A. Mozart, S. Rajmaninov, A. Corelli, T. Albinoni, C. Franck y Pavel Chesnokov. Director coral: Michael Clak; asistentes: Ján Špoták, Maria Chiara Mezzadri, Javier Ara Sauco.
Sala Roja. Teatros del Canal, Madrid. 22 de junio.
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