Wayne McGregor: danzando bajo el ¨¢rbol de la vida
El core¨®grafo brit¨¢nico vuelve a los Teatros del Canal de Madrid despu¨¦s de ¡®Autobiograf¨ªa¡¯ para entregar un tenso alegato sobre la supervivencia humana
Deb¨ªamos ver m¨¢s a menudo m¨¢s trabajos de Wayne McGregor (Stockport, 1970), ya hoy con una asentada fama mundial y director de la secci¨®n de danza de la Bienal de Venecia, un mandato de cuatro a?os que tiene en 2024 su ¨²ltimo curso; en alg¨²n sentido puede decirse que su evoluci¨®n establece el pulso de una sofisticada asociaci¨®n entre el ballet contempor¨¢neo y la danza contempor¨¢nea (cada d¨ªa va a m¨¢s ese maridaje sin vicar¨ªa), que no son en lo absoluto la misma cosa, no parten de presupuestos comunes y muchas veces, en escena, juegan a la contaminaci¨®n y el trasvase experiencial. Podemos hablar de fusi¨®n, vasos comunicantes y del Santo Grial. Da igual. McGregor, con cierto olimpismo, se ha saltado la clasificaci¨®n que tanto gusta en nuestra ¨¦poca. De hecho, su asentamiento y consagraci¨®n pasa por los grandes conjuntos can¨®nicos del ballet (Londres, Par¨ªs, Mosc¨², San Petersburgo, Nueva York); fue el primer core¨®grafo salido de la danza contempor¨¢nea que Royal Ballet fich¨® y asoci¨® (y ante el ballet Croma se han rendido todos).
McGregor no ha estudiado de manera sistem¨¢tica ballet acad¨¦mico y su m¨¦todo de creaci¨®n es discutido y hasta puesto en solfa. Los materiales surgen colaborativamente entre los artistas (int¨¦rpretes) y el resultado es decantado ¨Dfijado¨D con los recursos procesales de la improvisaci¨®n y la asociaci¨®n din¨¢mica: un juego de motivaciones. Esto dicho de una manera tan sucinta quiz¨¢ roza lo basto. Un d¨ªa, Wayne se abraz¨® a una zapatilla de punta y no la ha soltado nunca, encontr¨® en ese artefacto (que ya ha cumplido algo m¨¢s de dos siglos desde su perfeccionamiento) su escoplo laminar; a partir de ello y con la contribuci¨®n denodada de las ballerinas, surge posteriormente el estilo. A veces, sin estar presentes los zapatos de raso rosa, s¨ª que est¨¢n figuradamente a trav¨¦s del fraseo extremado y de riesgo. La tensi¨®n estiliza el dibujo. A m¨¢s calidad en la preparatoria de los bailarines, mejor garant¨ªa de ¨¦xito, de llegar a decir algo.
El festival Madrid en Danza ha programado en los Teatros del Canal el ¨²ltimo trabajo de McGregor, UniVerse: A Dark Crystal Odyssey, estrenado 13 de mayo de 2023 en el Linbury Theatre (Royal Opera House, Londres), en dos ¨²nicas funciones (mi¨¦rcoles 15 y jueves 16 de mayo). Es una obra intensa de gran compromiso pol¨ªtico y social a la vez que teje su dec¨¢logo en una ambientaci¨®n fant¨¢stica t¨ªpica de la ancestralidad anglosajona; se inspira en un filme precedente, pero busca su propio culmen po¨¦tico a trav¨¦s de lo danzado y su articulaci¨®n. La pel¨ªcula The Dark Crystal (1982), de Jim Henson y Frank Oz, se convirti¨® enseguida en un filme de culto que Wayne vio de adolescente y por la que se ha sentido, como gran parte de su generaci¨®n, obnubilado y atra¨ªdo (es la l¨ªnea sinuosa que va de Tolkien a C. S. Lewis). Puede verse como sintom¨¢tico que en The Dark Crystal la mayor¨ªa de las marionetas estaban manejadas por bailarines y acr¨®batas bailones regidos bajo un plan de movimiento coreogr¨¢fico ideado por Cheryl Gates McFadden, ella misma core¨®grafa, y tan especial fue aquel hallazgo f¨ªlmico, que despu¨¦s no han fructificado los intentos de hacer precuelas y secuelas.
La danza a que McGregor somete a sus bailarines es exigente, precisa y llena de intenci¨®n. La plantilla de nueve bailarines muestra sus variopintas procedencias, pero los une el rigor y la entrega a la hora de bailar, por esa v¨ªa se va buscando una cohesi¨®n que encuentra su pegamento en el estilo y sus proleg¨®menos de cierto virtuosismo. Ellos se emplean a fondo, hurgan en la din¨¢mica, los desplazamientos y la parte sensitiva de la coreograf¨ªa. Da gusto ver un conjunto as¨ª, expresando a conciencia, sobre los pasos y el fraseo, una idea moral, como si hubiera una metaf¨ªsica de lo cor¨¦utico. Se trata de una b¨²squeda estil¨ªstica culta, donde hay poso, citas y convivencias, desde Nikolais a Cunningham hasta sugerir la desarticulaci¨®n (lo que nos lleva, directamente, a lo que queda vivo -y en la pr¨¢ctica- del posmodernismo). Si McGregor fue posmoderno alguna vez, y se ha dicho, ahora ya es sencillamente McGregor. ?Es el core¨®grafo un cham¨¢n inici¨¢tico? Para Fraser cualquier danza, siempre, es un rito. Aqu¨ª en el teatro (templo, ¨¢gora) est¨¢ la lecci¨®n de la urgencia ambiental dominando. Son met¨¢foras abiertas y pueden llegar a ser dolorosas.
La escena final, ese arrebatado pas de deux de la pareja primigenia bajo el ¨¢rbol (sin duda remedo del Gran ?rbol como primer estadio del ?rbol de La Vida), nos regala una revisi¨®n del mito esencial de renovaci¨®n -o resurrecci¨®n, como explica Roux- y lucha. No son el Ad¨¢n y Eva de Durero, pero se tienden bajo la fronda antes del conclusivo oscuro.
?Y qu¨¦ ¨¢rbol es ¨¦ste? Puede ser desde el abedul c¨¦ltico al fecundo avellano n¨®rdico o germ¨¢nico, o un tejo inmortal. Dronke nos da a conocer una canci¨®n acompa?ante de una danza medioeval que dice: ¡°Bajo un avellano es el mejor lugar para corresponder a un amor¡±. ?Es el amor a la tierra y al pr¨®jimo? En Grecia, en el tejo de H¨¦cate se graba el deseo de un voto. En uno de esos ancestrales dibujos nos deja McGregor en advertencia de tantos peligros y tanta destrucci¨®n. Es la l¨ªrica abisal de la ecolog¨ªa.
Desluci¨® la funci¨®n del mi¨¦rcoles la indolencia del festival con el asunto de no ofrecer una traducci¨®n de los parlamentos en ingl¨¦s (que se escuchan grabados y no son un accesorio banal, sino parte esencial del espect¨¢culo) y la ausencia de un modesto programa de mano poniendo la informaci¨®n b¨¢sica a disposici¨®n del espectador. La excusa de que se facilita un c¨®digo QR para descargarse el programa no es hoy ya de recibo. Igual que todos los espectadores no tienen que dominar el ingl¨¦s tampoco tienen obligaci¨®n de tener y llevar al teatro un tel¨¦fono de ¨²ltima generaci¨®n. Mejor que no.
UniVerse: A Dark Crystal Odyssey
Coreografía: Wayne McGregor; música: Joel Cadbury; filme: Ravi Deepres; dramaturgia: Uzma Hameed; luces: Lucy Carter; vestuario y objetos: Philip Delamore y Alex Box; recitación: Isaiah Hull. Company Wayne McGregor. Teatros del Canal. Sala roja. Hasta el 16 de mayo.
Babelia
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