Muere la hispanista Carolyn Richmond, valedora del legado de Francisco Ayala
Acad¨¦mica correspondiente de la RAE y profesora de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, dedic¨® sus ¨²ltimos a?os a preservar y difundir la memoria del escritor granadino
La hispanista Carolyn Richmond de Ayala ha muerto este mi¨¦rcoles en su casa de Madrid, a los 86 a?os, v¨ªctima de un c¨¢ncer de ovario, informan a EL PA?S fuentes de su entorno. Natural del Estado de Virginia y con doble nacionalidad espa?ola y estadounidense, dedic¨® su trayectoria acad¨¦mica al estudio de la literatura hispana y se centr¨® en las obras de Leopoldo Alas Clar¨ªn, Ram¨®n G¨®mez de la Serna y de su marido, el escritor granadino Francisco Ayala, del que enviud¨® en 2009.
Richmond naci¨® en el seno de una familia pr¨®spera pero marcada por desavenencias. Refer¨ªa como uno de sus primeros recuerdos la marcha de su padre, oficial del Ej¨¦rcito, al frente de Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Desde pronto mostr¨® su determinaci¨®n por dedicarse a los estudios acad¨¦micos, en una ¨¦poca en la que, seg¨²n ella misma sol¨ªa recordar, las opciones para las mujeres, incluso las de su nivel social, se limitaban a ser maestras, enfermeras o amas de casa. As¨ª, se decant¨® por la historia del arte primero, con un grado en 1960, y tres a?os despu¨¦s, tras visitar Espa?a con una beca, por la literatura espa?ola y portuguesa, un ¨¢mbito en el que obtuvo una maestr¨ªa en el Smith College de Massachusetts.
En 1969 entr¨® a trabajar como profesora del Departamento de Lenguas y Literaturas Modernas en el Brooklyn College ¡ªque termin¨® dirigiendo¡ª, perteneciente a la Universidad de la Ciudad de Nueva York. En el centro tambi¨¦n impart¨ªa clases, pero ya como catedr¨¢tico veterano, el prol¨ªfico intelectual Francisco Ayala. Y con ¨¦l coincidi¨® en una fiesta en 1973. A Richmond le gustaba contar, en tono divertido, que cuando Ayala se le acerc¨® para presentarse, ella, intimidada por el aura que lo rodeaba, recul¨®, top¨® de espaldas con unas velas decorativas y se le prendi¨® fuego en el pelo.
Aquel encuentro accidentado marc¨® su vida personal ¡ªtres a?os m¨¢s tarde ambos iniciaron una relaci¨®n sentimental que culminar¨ªa con su boda en 1999¡ª y tambi¨¦n la profesional. Despu¨¦s de firmar las ediciones de algunas de las obras m¨¢s representativas del autor, como las de Los usurpadores (1992) e Historia de macacos (1995), a partir del 2007 y ya en su cargo de directora acad¨¦mica de la Fundaci¨®n Francisco Ayala, acometi¨® la edici¨®n de las obras completas, en siete vol¨²menes, del intelectual de la Generaci¨®n del 27.
Adem¨¢s de estos estudios sobre Ayala, Richmond se mostraba especialmente satisfecha con su edici¨®n de Su ¨²nico hijo, de Clar¨ªn, un relato de paternidades falsas en un opresivo ambiente de provincias, obra a la que hab¨ªa dedicado su tesis doctoral en 1975. Entre otros trabajos cr¨ªticos, destacaba tambi¨¦n dos rarezas vanguardistas de G¨®mez de la Serna, las novelas El secreto del acueducto y La quinta de Palmyra.
De un car¨¢cter firme, sol¨ªa decir de s¨ª misma que era una persona terca que siempre terminaba pidiendo disculpas. Su determinaci¨®n la llev¨® a¨²n en vida del longevo Ayala ¡ªmuri¨® a los 103 a?os¡ª, a impulsar junto a ¨¦l la creaci¨®n de la fundaci¨®n que, desde 1998 y con m¨¢s ah¨ªnco desde 2006, el a?o del centenario del autor andaluz, ha reunido y difunde el legado intelectual y literario del tambi¨¦n soci¨®logo, traductor y editor.
Luis Garc¨ªa Montero, director del Instituto Cervantes y bi¨®grafo de Ayala, valora de ella su calidad como cr¨ªtica literaria y un habla ir¨®nica que compart¨ªa con su marido. ¡°Ten¨ªa un sentido del humor que le serv¨ªa para distanciarse o mirar desde otro punto de vista los problemas¡±, precisa. Tambi¨¦n le demostr¨® durante a?os de amistad su confianza: ella y su marido le encomendaron que trasladara de Nueva York a Madrid algunas de las valiosas primeras ediciones de autores del 27 que la pareja de intelectuales atesoraba en su apartamento en la Gran Manzana.
Tras conocerse la muerte de la presidenta de honor de la Fundaci¨®n Francisco Ayala, el director del centro, Manuel G¨®mez Ros, se?ala a EL PA?S que ella lo convirti¨® en el gran proyecto de la ¨²ltima etapa de su vida. Pero todav¨ªa entonces, cuando ya acreditaba una trayectoria intelectual s¨®lida, lamentaba que, como durante toda su vida, ten¨ªa que seguir haci¨¦ndose valer como acad¨¦mica por m¨¦ritos propios, en un mundo que en el que a veces se sinti¨® reducida a la condici¨®n de mujer de. Manuel ?ngel V¨¢zquez Medel, catedr¨¢tico de Literatura y Comunicaci¨®n de la Universidad de Sevilla, que alent¨® la candidatura de Ayala al Premio Nobel, destaca de Richmond que fue ¡°una hispanista con peso propio¡± y una estudiosa ¡°enamorada de hacer literatura a partir de los textos¡±. Su obra D¨ªas felices. Aproximaciones a ¡®El jard¨ªn de las delicias¡¯ de Francisco Ayala es un ejemplo de ese doble abordaje entre lo cr¨ªtico y lo biogr¨¢fico.
Su entorno tambi¨¦n subraya la generosidad de la acad¨¦mica, que deja a su muerte un rico legado documental y material. Ahora, siguiendo su deseo, ser¨¢ custodiado por la fundaci¨®n. Su voluntad es que no haya funeral, y que sus cenizas se entierren junto a un limonero en el jard¨ªn del palacete hispanomusulm¨¢n sede de ese centro, en Granada, donde reposan las de su marido y objeto permanente de estudio.
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