El Museo Ruso de M¨¢laga muestra la colecci¨®n de Costakis: el ¡°griego loco¡± que compraba ¡°pinturas horribles¡±
¡®Utop¨ªa y vanguardia¡¯ recoge casi medio millar de obras del mayor coleccionista de arte ruso de inicios del siglo XX y da vida al centro cultural, recuperado del rechazo inicial tras la invasi¨®n de Ucrania
Empez¨® como ch¨®fer y acab¨® revolucionando el mundo del arte. Nacido en 1913 en Mosc¨² y de origen griego, George Costakis (1913-1990) recopil¨® durante m¨¢s de tres d¨¦cadas obras de la vanguardia art¨ªstica rusa mientras trabajaba para las embajadas de Grecia y Canad¨¢. Lleg¨® a acumular hasta 3.000 en su apartamento moscovita, que se convirti¨® en visita obligada en la ciudad: Cartier-Bresson, David Rockefeller o Marc Chagall pasaron por aquella vivienda en busca de universos a¨²n por descubrir. Cuando buena parte de su colecci¨®n se expuso en el Museo Guggenheim de Nueva York el mundo alucin¨®. Era 1981 y cambi¨® la forma en la que se hab¨ªa estudiado el arte del siglo XX. Ahora 470 de esas piezas se exponen por primera vez en Espa?a en el Museo Ruso de M¨¢laga en la muestra Utop¨ªa y vanguardia. Arte ruso en la Colecci¨®n Costakis, que se podr¨¢ ver hasta marzo de 2025.
El Museo Ruso de M¨¢laga es una sorprendente isla cultural en la zona oeste de la ciudad. Vivi¨® una temporada convulsa cuando Rusia invadi¨® Ucrania. Las obras que pertenec¨ªan al Museo de San Petersburgo ¡ªdel que ejerc¨ªa como filial¡ª fueron empaquetadas y enviadas de vuelta a casa debido a la prohibici¨®n internacional de mantener relaciones econ¨®mica con el gobierno de Vladimir Putin. Los rectores del centro buscaron entonces f¨®rmulas para mantener viva la funci¨®n cultural del recinto y la difusi¨®n del arte ruso. Encontraron en las colecciones privadas un clavo al que agarrarse. Primero gracias a las obras recopiladas por la brit¨¢nica Jenny Green, m¨¢s tarde las de Jos¨¦ Mar¨ªa Casta?¨¦ y ahora de la mano de George Costakis, ¡°el coleccionista m¨¢s importante de la vanguardia rusa¡±, seg¨²n explica Maria Tsantsanoglou. Ella es la directora de Museo de Arte Moderno de Tesal¨®nica, donde hay 1.300 piezas de la colecci¨®n Costakis, adquiridas por el Gobierno griego en el a?o 2000. Otras 800 se quedaron en la Galer¨ªa Tretyakov de Mosc¨².
Costakis empez¨® de joven su afici¨®n al coleccionismo ¡ªlitograf¨ªas, iconos religiosos, porcelana zarista¡ª mientras conduc¨ªa a diplom¨¢ticos extranjeros a galer¨ªas de arte y tiendas de antig¨¹edades. En 1946 qued¨® impresionado por una pintura de Olga Rozanova y desde aquel momento comenz¨® su inter¨¦s por el arte experimental ruso de principios del siglo XX. Se convirti¨® en el ¡°griego loco que compra pinturas horribles¡±, como recoge el periodista brit¨¢nico Bruce Chatwin en su libro p¨®stumo ?Qu¨¦ hago yo aqu¨ª? Se adentr¨® entonces en el c¨ªrculo de amistades de Kazimir Mal¨¦vich, contact¨® con las familias de los artistas de vanguardia fallecidos y se acerc¨® a los que estaban vivos: Aleksandr Rodchenko, Vladimir Tatlin, Chagall, Stepanova, Larionov, Kudriashev. Muchas obras fueron salvadas de la destrucci¨®n a pesar de que sus autores fueron prohibidos, encarcelados o ejecutados por el r¨¦gimen de Stalin. Eso le llev¨® incluso a vivir presiones por parte de la KGB. ¡°Gracias a su colecci¨®n fue posible escribir un nuevo cap¨ªtulo en la historia del arte mundial: el de la vanguardia rusa¡±, apunta Tsantsanoglou, encantada de mostrar parte de los fondos del museo que dirige en M¨¢laga y, a cambio, exhibir all¨ª obras del Museo Casa Natal Pablo Picasso en la exposici¨®n Pablo Picasso: exilio y nostalgia, recientemente inaugurada en Grecia.
El suprematismo de Mal¨¦vich
La exposici¨®n arranca con tres obras de Mal¨¦vich. Molinos, Retrato de mujer y Mujer dando a luz ¡ªtodos de 1908¡ª que muestran los primeros pasos de su transici¨®n del impresionismo al simbolismo. Los trabajos se acompa?an de otros de peque?o formato de Ivan Kliun, todav¨ªa en una primera sala ¡ªla exposici¨®n se desarrolla en 11¡ª marcada por paisajes y bodegones. La segunda est¨¢ protagonizada por carteles patri¨®ticos que caricaturizan la Primera Guerra Mundial, para seguir despu¨¦s con una breve colecci¨®n de documentos, postales, cuadernos y hojas de peri¨®dico. Tambi¨¦n una recreaci¨®n del apartamento de Costakis en Mosc¨², con una guitarra en el sof¨¢, un tocadiscos y un tel¨¦fono rojo en el aparador, adem¨¢s de fotos donde se ven las paredes del inmueble original, cubiertas de cuadros del suelo al techo.
A diferencia de otras exposiciones del Museo Ruso de M¨¢laga, marcadas por las obras de gran formato, Utop¨ªa y vanguardia est¨¢ compuesta por piezas peque?as en su mayor¨ªa. Conforman un mosaico en el que entender las distintas vanguardias rusas de inicios del pasado siglo XX que iban alej¨¢ndose de lo figurativo. El Cuadrado negro de Mal¨¦vich, de 1915, marca un antes y un despu¨¦s. Es una de las primeras obras suprematistas, realizadas a base de composiciones geom¨¦tricas y colores que buscaban demostrar la prioridad de la forma sobre el contenido. Su evoluci¨®n es tambi¨¦n la de Ivan Kliun ¡ªdel que se pueden ver varias piezas protagonizadas por cuadrados, c¨ªrculos o tri¨¢ngulos¡ª y de otros nombres como Nadezha Udaltsova, Liubov Popova o Kliment Redko. La Cruz suprematista de Liva Chasnik, ejerce de referencia. ¡°Mientras Picasso acaba con el modo de representaci¨®n que hab¨ªa desde el renacimiento, basado en la perspectiva, ellos hacen lo propio desde otros caminos¡±, subraya Jos¨¦ Mar¨ªa Luna, director del Museo Ruso de M¨¢laga, que destaca c¨®mo algunas piezas de R¨®dchenko llegan a anticipar a artistas como Jackson Pollock o Sam Francis.
Las coloridas obras de los hermanos Ender ¡ªYur, Mar¨ªa, Boris y Ksenia¡ª, el cosmismo de Gustav Klucis o Mija¨ªl Plaksin y el constructivismo permiten ampliar la visi¨®n de las vanguardias rusas. ¡°Tomaron v¨ªas muy interesantes¡±, se?ala la historiadora del arte Rosario Camacho. Son obras sin un marco s¨®lido: m¨¢s bien fluyen gracias a artistas que se dejaron llevar por experimentaci¨®n, t¨¦cnicas y teor¨ªas. Buen ejemplo son los dibujos cinem¨¢ticos del proyeccionismo o las obras del cubofuturismo y el electro-organismo presentes en la exposici¨®n. Esta acaba con trabajos que relatan la vuelta hacia una la figuraci¨®n ¡°parece que sin demasiadas ganas¡±, como sugiere Camacho, a partir de los a?os treinta del siglo pasado despu¨¦s de que el estado estalinista condenase a las vanguardias y persiguiera a muchos de sus artistas, adem¨¢s de prohibir la exhibici¨®n de sus obras. Muchas, salvadas por el pionero Costakis.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.