Barbie feminista contra Barbie reaccionaria: por qu¨¦ la mu?eca de Mattel contiene multitudes
En su 65? aniversario, una exposici¨®n en Londres cuestiona la relectura liberada que hizo la pel¨ªcula de Greta Gerwig. La historia del exitoso juguete es, en realidad, una mezcla de emancipaci¨®n y conservadurismo
?Fue Barbie tan feminista como cre¨ªmos en 2023? Un a?o despu¨¦s del estreno de la pel¨ªcula dirigida por Greta Gerwig, que se convirti¨® en el t¨ªtulo m¨¢s taquillero de la historia de los estudios Warner y en el mayor estreno mundial del a?o pasado, una nueva exposici¨®n en Londres cuestiona su novedosa relectura sobre la mu?eca. Impulsada con motivo del 65? aniversario de Barbie, esta nueva muestra en el Design Museum, donde podr¨¢ visitarse hasta febrero de 2025, propone un recorrido hist¨®rico a trav¨¦s de 250 objetos y 180 variaciones de la mu?eca, revelando una naturaleza mucho m¨¢s ambivalente: una mezcla de atributos liberados, pero tambi¨¦n conservadores.
¡°La relaci¨®n entre Barbie y el feminismo est¨¢ llena de matices¡±, asegura la comisaria de la muestra, Danielle Thom, en una sala del museo en la que abundan las visitantes vestidas de rosa. ¡°Desde el principio hubo elementos propios del feminismo en su historia. Por ejemplo, Barbie tuvo una carrera desde el comienzo y se dio a entender, a trav¨¦s de sus casas y de sus coches, que era una mujer independiente. Pero, por otro lado, Mattel siempre privilegi¨® una imagen corporal y una identidad racial determinada, por encima de todas las dem¨¢s¡±. Lo curioso es que la muestra se organiz¨® con la colaboraci¨®n de la marca fabricante, lo que no ha impedido a la comisaria insertar ¡°una mirada cr¨ªtica¡± en la exposici¨®n. ¡°Mattel ha aprendido mucho de sus errores del pasado, que explican d¨®nde se encuentra hoy¡±, asegura Thom.
La primera Barbie ten¨ªa cara de mala. La muestra se abre con el modelo primigenio de 1959, una chica de mirada p¨¦rfida que ya reflejaba todas las contradicciones del personaje. Vestida con un ba?ador con estampado de cebra, su silueta parece imposible, un prototipo sexista con maquillaje exagerado y estilo de vida de socialit¨¦. Juvenil pero madura, con coleta de adolescente y senos propios de una adulta, Barbie era una figura ambigua. Sencilla y sofisticada, sugerente y recatada, conten¨ªa multitudes desde el inicio. Aun as¨ª, es innegable que fue dise?ada como objeto de deseo. Se inspiraba en la mu?eca alemana Bild Lilli, de cintura estrecha, busto prominente y piernas eternas, dise?ada como un objeto de colecci¨®n para adultos y no como un juguete para ni?os.
Una de las claves de su ¨¦xito ¡ªMattel coloc¨® 300.000 mu?ecas en un a?o; una d¨¦cada despu¨¦s generaba 500 millones de d¨®lares al a?o¡ª fueron sus estilismos, que tampoco dejaban lugar a dudas. Las ni?as pod¨ªan vestirla de novia, de socia del club campestre, con un vestido de noche, o en camis¨®n. Tuvo oficios desde el principio, pero solo bailarina, enfermera, azafata, animadora o modelo. Un vinilo de canciones lanzado a principios de los sesenta, pensado para que las ni?as imaginaran que esa mu?eca de pl¨¢stico de 29 cent¨ªmetros era una mujer real, la inscrib¨ªan en la cl¨¢sica b¨²squeda del pr¨ªncipe azul. Ken, creado en 1961, fue presentado como ¡°el novio de Barbie¡±, lo que no significa que fuera una figura subalterna o risible, como insinuaba Gerwig. ?Una simple ficci¨®n? No del todo: la estrategia de Mattel siempre consisti¨® en convertirla en un modelo de conducta, en un avatar en que las peque?as se proyectasen imagin¨¢ndose de adultas. ¡°Har¨¦ ver que eres t¨²¡±, cantaba una ni?a en su primera publicidad, emitida durante el Mickey Mouse Club. Su misi¨®n era ¡°tranquilizar a los padres alentando a las ni?as a adoptar buenos h¨¢bitos de cuidado personal¡±.
Aun as¨ª, Mattel no tard¨® en a?adir otras capas al personaje en respuesta al cambio social. A medida que avanzaban los sesenta, Barbie asumi¨® otros oficios y roles, reflejando las aspiraciones cambiantes de las mujeres frente al famoso ¡°problema que no ten¨ªa nombre¡±, como dir¨ªa Betty Friedan: la insatisfacci¨®n y el descontento que sent¨ªan las f¨¦minas en su papel de ¨¢ngeles del hogar. En 1962, Barbie pod¨ªa comprarse una casa, su primera Dreamhouse de cart¨®n, pese a que, en la vida real, una mujer no pudiera obtener una hipoteca sin permiso de su marido. En 1965 se lanz¨® la Barbie astronauta, cuatro a?os antes de que el hombre pisara la Luna. En 1969, a?o er¨®tico, la mu?eca cobr¨® movilidad y la capacidad de hablar. En 1980 aparecieron las primeras Barbies latinas y negras, como refleja el documental Black Barbie, producido por Shonda Rhimes, que acaba de estrenar Netflix. En 1992, la primera mu?eca presidenta, pero tambi¨¦n la Totally Hair Barbie, con larga melena hasta los tobillos, el modelo m¨¢s vendido de su historia. La ambivalencia segu¨ªa ah¨ª.
Los ochenta del reaganismo y las working girls, mezcla de conservadurismo e hiperconsumo, fueron su mejor momento. El peor lleg¨® en 2016, cuando las ventas cayeron hasta m¨ªnimos hist¨®ricos (-21% en un solo a?o) y Mattel tuvo que lanzar un plan de crisis, que conducir¨ªa al lanzamiento de cuatro siluetas distintas para la mu?eca, cuya campa?a reflejaba el excelente documental Tiny Shoulders. Inclu¨ªa una escena de antolog¨ªa, en que una ni?a participante en un focus group se negaba a jugar con una mu?eca ¡°por ser gorda¡± (vistas sus curvas, ninguna pasar¨ªa de la talla 40 en la vida real). En 2017, lleg¨® una Barbie obrera de la construcci¨®n y, un a?o despu¨¦s, en la estela del MeToo, se lanzaba una Barbie militante feminista, fabricada con pl¨¢stico reciclado.
Desde ese giro copernicano, Mattel no ha dejado de trabajar en la diversidad y la inclusi¨®n con un esforzado voluntarismo para conectar con el esp¨ªritu de los tiempos. En 2019, la gama se ampli¨® para incluir 176 mu?ecas con nueve tipos de cuerpo, 35 tonos de piel y 94 peinados distintos. Llegaron Barbies en silla de ruedas, con pr¨®tesis y con aud¨ªfonos. Esta misma semana, la marca ha lanzado la primera Barbie ciega y la primera mu?eca negra con s¨ªndrome de Down (la versi¨®n blanca ya sali¨® en 2023). Y as¨ª se emancip¨®, contra todo pron¨®stico, la antigua mujer florero. ?Fue por convicci¨®n pol¨ªtica o por simple inercia capitalista? ¡°Barbie cambi¨® por el poder del d¨®lar¡±, respondi¨® en su d¨ªa Gloria Steinem, que no suele dejarse enga?ar. ¡°La mu?eca representa una versi¨®n liberal del feminismo, nunca una radical¡±, confirma la comisaria de la muestra. ¡°Debemos contemplar la relevancia de Barbie a trav¨¦s de una lente corporativa y capitalista. Barbie es un producto. Su versi¨®n del feminismo es aceptable en un contexto centrista, compatible con los valores de una corporaci¨®n global¡±, apunta Thom.
La exposici¨®n lo refleja en distintas ocasiones. La colecci¨®n Fashionistas, lanzada en 2009, presentaba una Barbie disponible en seis tipos de mujer: glam, wild, cutie, sassy, girly y artsy (es decir, glamurosa, salvaje, mona, atrevida, femenina y art¨ªstica). Una diversidad relativa, que no dejaba de ser restrictiva bajo su supuesto abanico de posibilidades, limitando los efectos del juego de rol, supuestamente ben¨¦fico, al que siempre aspira Mattel. El m¨¦dico Alan F. Leveton, especialista en salud mental pedi¨¢trica, ya expres¨® en 1977 su preocupaci¨®n sobre el impacto de Barbie en ni?as y ni?os. ¡°Se les introduce en una sexualidad precoz y desprovista de alegr¨ªa, en fantas¨ªas de seducci¨®n y consumo ostentoso¡±, escribi¨® en La amenaza de las mu?ecas Barbie.
La muestra evita mencionar otros usos contraculturales, como el famoso biopic de Karen Carpenter, fallecida por complicaciones derivadas de su anorexia, que dirigi¨® Todd Haynes en 1987 sirvi¨¦ndose de varios modelos de la mu?eca. O la Barbie Liberation Organization, un grupo militante creado en 1993 para denunciar los estereotipos de g¨¦nero de Mattel, que intercambiaba la ropa y los comportamientos de las Barbies y los GI Joes en sus performances.
Barbie vive en mansiones sin cocina y sin cuarto de invitados, con una cama individual en la que, por razones obvias, no se practica el sexo; existe una Barbie embarazada, aunque la mu?eca no tenga genitales. El mundo de Barbie, ba?ado en el sol eterno de California e inseparable de su arquitectura colonial o modernista ¡ªen la muestra hay casas de Barbie inspiradas en Richard Neutra o Frank Gehry¡ª, recuerda que, bajo la superficie pulcra de la cultura estadounidense, siempre duerme una psique algo turbia. Detr¨¢s de su apariencia perfecta de Barbie y Ken, hay algo perturbador.
Regresamos al principio: aquella primera Barbie de 1959 fue creada por la mandam¨¢s de Mattel, Ruth Handler, hija de inmigrantes jud¨ªos que huyeron de los pogromos en Polonia. De repente, la s¨ªlfide rubia en ba?ador parece un modelo inalcanzable para aquella joven asimilada, una posible doble de las ni?as que debieron de atormentarla en la escuela, habiendo sido v¨ªctima de antisemitismo, seg¨²n su propia confesi¨®n, en el Denver de su infancia. La pel¨ªcula de Greta Gerwig ha conferido a Barbie una nueva legitimidad, si bien fundamentada en una falacia. O en muchas.
Babelia
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