Silencio, se rueda en un chiringuito hist¨®rico
Los Ba?os Virgen del Carmen de Montgat se mantienen intactos desde hace casi un siglo y hoy acogen rodajes audiovisuales mientras siguen recibiendo a vecinos de vacaciones
Hubo un tiempo en que las playas de Barcelona no atra¨ªan a los turistas de clase m¨¢s o menos acomodada. ?Qu¨¦ pod¨ªan hacer en ellas? ?C¨®mo iban a ba?arse con comodidad si no ten¨ªan d¨®nde dejar la ropa? La idea del balneario, el lugar en el que uno se daba ba?os de sal y sol, estaba asociada a lugares alejados de la gran ciudad y, en cierto sentido, exclusivos. Pero ocurri¨® que en 1850 se abrieron los primeros ba?os en el popular y pescador barrio de la Barceloneta, y la cosa cambi¨®. De repente, era confortable remojarse en una playa urbana. Pod¨ªa alquilarse una caseta en la que dejar la ropa y que a la vez sirviera de refugio en las horas de sol intenso. ¡°As¨ª es como empez¨® todo aqu¨ª¡±, dice Silvia Capo.
Es por la ma?ana y el lugar no es Barcelona, sino Montgat, un pueblo cercano a la capital catalana ¡ªest¨¢ a tan solo 15 kil¨®metros¡ª, el primero de la costa del Maresme y el ¨²nico en el que a¨²n se conservan, transformados lo justo, unos ba?os como aquellos de finales del siglo XIX. Los abri¨® en 1928 el abuelo de Silvia, Bartolom¨¦ Capo, y por entonces ¡°eran ese tipo de casetas en las que cambiarse y dejar las cosas¡±. Se alquilaban por d¨ªa o por temporada y con el tiempo, y la necesidad del ba?ista, crecieron hasta incorporar las mesas que a¨²n hoy sirven Silvia, su hija Daniela y el equipo de camareros de los Ba?os Virgen del Carmen. Son mesas de obra, con bancos de obra y algunas sillas de pl¨¢stico aqu¨ª y all¨¢ para hacer frente a las peque?as multitudes, y est¨¢n rodeadas todav¨ªa de casetas.
¡°Las casetas se han ido renovando. Los cambios se han ido haciendo a medida que cambiaban las necesidades¡±, cuenta Silvia Capo. Es un d¨ªa de finales de julio, tres camareros desayunan en una de las mesas de la entrada, la que hay junto a la barra, que sigue teniendo tambi¨¦n aspecto de caseta o quiosco. ¡°Recuerdo que cuando yo era peque?a incluso se cobraba el acceso a la playa, porque era un camino privado, y todo el que quer¨ªa ir ten¨ªa que pasar por aqu¨ª. Era simb¨®lico, apenas una peseta, y se perdi¨® cuando empezaron a alquilarse las mesas para comer¡±, cuenta. Eso empez¨® a ocurrir entre los cincuenta y los sesenta, cuando su padre, Mario Capo, se puso al frente del negocio. Para entonces ya hab¨ªa quien viv¨ªa all¨ª los tres meses de verano.
Por su condici¨®n entonces ya de vestigio de un pasado que estaba siendo eliminado ¡ª¡±lo que ocurri¨® en la Barceloneta cuando acabaron con los ba?os fue una escabechina, nos temimos lo peor durante un tiempo¡±, asegura Capo¡ª, el establecimiento empez¨® a convertirse con frecuencia en improvisado plat¨® de fot¨®grafos. Con el tiempo lo fueron descubriendo localizadores de cine y televisi¨®n y pas¨® a ser tambi¨¦n un eventual estudio de rodaje que lo mismo encaja en una producci¨®n hist¨®rica como El d¨ªa de ma?ana (Movistar Plus+), serie basada en la novela de Ignacio Mart¨ªnez de Pis¨®n ambientada en la d¨¦cada de los setenta y dirigida por Mariano Barroso, que en una contempor¨¢nea sobre narcotraficantes como Mano de hierro (Netflix), con Eduard Fern¨¢ndez, Chino Dar¨ªn y Sergi L¨®pez entre sus protagonistas. En las casetas de alrededor se grabaron tambi¨¦n escenas de la pel¨ªcula La pla?a del diamant (1982), de Francesc Betri¨², y m¨¢s recientemente de La vida abismal (2007), de Ventura Pons.
?Ven luego esas series Silvia Capo y su hija, Daniela Irrazabal, la pr¨®xima en la l¨ªnea de sucesi¨®n de tan m¨ªtico lugar? ¡°Uy, s¨ª. Pero solo el momento en el que salimos¡±, confiesa Daniela, que a sus 19 a?os est¨¢ estudiando un ciclo medio de Farmacia y Parafarmacia, porque siempre hay que tener un plan B y porque, en realidad, ¡°no sabemos cu¨¢nto va a durar esto¡±. ¡°Hay un plan para unir Barcelona con todas las localidades de la costa del Maresme, y no sabemos si prescindir¨¢ de nosotros como piensa prescindir de La Doncella de la Costa¡±, dice Silvia. La Doncella de la Costa es otro hist¨®rico restaurante a pie de playa de la vecina Badalona. ¡°En Smiley, por ejemplo¡±, se?ala Daniela, ¡°salimos en el quinto episodio, alrededor del minuto 14¡å.
¡°La gente que veranea aqu¨ª acostumbra a pasar toda la temporada, y a volver un a?o tras otro. Muchos son ya mayores y vienen con sus nietos. No hacemos ning¨²n tipo de publicidad. Todo aqu¨ª funciona por el boca oreja¡±, asegura Silvia Capo, y dice que ha sido as¨ª desde que su padre llevaba el negocio, cuando a¨²n ¡°los fines de semana los cocineros del Botafumeiro y restaurantes cl¨¢sicos de la Barceloneta ven¨ªan a sacarse un extra haciendo paellas¡±. Muestra una fotograf¨ªa en la que aparece con su abuelo, all¨ª mismo, cuando no era m¨¢s que un beb¨¦. ¡°La de recuerdos que tengo. Este sitio es mi casa. Todos aqu¨ª somos una familia¡±, dice. Lo mismo ocurre con su hija, que no puede evitar hablar de su abuela Filomena. Tiene 94 a?os, y ya no baja al bar, se queda en casa con los seis gatos de la familia. Pero quiere saberlo todo.
Las peque?as casas en las que la gente veranea dentro del bar son como caravanas. Tienen cocina, un peque?o cuarto y poco m¨¢s. El espacio com¨²n es el bar, que tiene un horario restringido y solo sirve desayunos y comidas este a?o, indica Daniela, ¡°adem¨¢s de tapas, hay platos, una dorada que est¨¢ encantando, por ejemplo, para que se pueda comer algo m¨¢s que raciones¡±. Las tardes y las noches quedan reservadas a la vida de los vecinos de ese nada com¨²n barrio temporal que cada verano aparece, y existe como un algo al margen del tiempo, durante casi tres meses. Silvia Capo dice que, cuando el bar abre en Semana Santa ¡°todo est¨¢ un poco triste, porque ellos a¨²n no han llegado¡±, en parte porque, cuando lo hacen, lo que se invoca es el esp¨ªritu de otra ¨¦poca, una en la que se viaja, inevitablemente, al pasado.
Pasa una mujer mayor con dos toallas camino de la playa. Al poco, lo hace una mucho m¨¢s joven, con dos ni?os en brazos. Empiezan a llegar clientes. Piden peque?os bocadillos, una cerveza, alg¨²n caf¨¦. ¡°Me llamaron ayer para otro rodaje en octubre ¡ªsiempre se hacen fuera de temporada¡ª. No s¨¦ de qu¨¦. Me dijeron que el martes vendr¨¢n con el director a echar un vistazo¡±, dice Silvia. En noviembre cumple 60 a?os. Durante mucho tiempo altern¨® estar al frente de los Ba?os con la venta ambulante y la subasta de naves industriales, algo a lo que le gustar¨ªa haberse podido dedicar en serio. ¡°?Te acuerdas cuando me escapaba y desaparec¨ªa en las casetas?¡±, le pregunta su hija. ¡°Calla, no me lo recuerdes, qu¨¦ sustos nos dabas¡±, le responde. Qui¨¦n sabe, quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa, en uno de esos rodajes, se cuente su historia.
Babelia
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