Turismo o patrimonio: el dif¨ªcil equilibrio entre una fuente de ingresos millonaria y la protecci¨®n de los bienes art¨ªsticos
La industria asume la necesidad de medidas como las tasas, los l¨ªmites a los cruceros o las franjas horarias en los museos, pero no prohibiciones dr¨¢sticas
Sobre la pregunta c¨®mo proteger el arte del turismo masivo, se han caligrafiado millones de frases. ¡°La desgracia de los incivilizados y los idiotas¡±, dijo Gennaro Sangiuliano, ministro de Cultura italiano, cuando un visitante garabate¨® la palabra ¡°ALI¡± en un muro de la casa Ceii, del parque arqueol¨®gico de Pompeya (N¨¢poles), advirtiendo que tendr¨ªa que pagar los costes del arreglo gracias a una nueva ley que aumenta las sanciones contra quienes perjudiq...
Sobre la pregunta c¨®mo proteger el arte del turismo masivo, se han caligrafiado millones de frases. ¡°La desgracia de los incivilizados y los idiotas¡±, dijo Gennaro Sangiuliano, ministro de Cultura italiano, cuando un visitante garabate¨® la palabra ¡°ALI¡± en un muro de la casa Ceii, del parque arqueol¨®gico de Pompeya (N¨¢poles), advirtiendo que tendr¨ªa que pagar los costes del arreglo gracias a una nueva ley que aumenta las sanciones contra quienes perjudiquen el patrimonio nacional. Es una de las medidas que se han ido adoptando en los ¨²ltimos a?os para frenar el vandalismo y los da?os que provoca el turismo, adem¨¢s de tasas para entrar en muchas ciudades, limitaciones a los cruceros o franjas horarias para visitar museos. Pero ante el auge de este tipo de medidas, surge una nueva pregunta: ?c¨®mo afecta la protecci¨®n del patrimonio al turismo, una industria que en Espa?a, por ejemplo, aporta actualmente alrededor del 13% del PIB?
En general, los expertos coinciden en que el turismo sufre poco. Los comportamientos vand¨¢licos no suelen comportar el cierre de espacios. La ciudad de Dubrovnik (Croacia) ha protegido su fr¨¢gil medioambiente con la prohibici¨®n de entrada de cruceros, aunque los turistas siguen llegando. ¡°Pero el crecimiento tiene que tener sus l¨ªmites y hay que regular. Por ejemplo, con numerus clausus o con un sistema de venta de billetes anticipada, como se hace en la Alhambra de Granada. Sin duda, no nos puede asustar proponer franjas horarias: ?por qu¨¦ debe ser obligatorio ver ciertos museos? Hay que ordenar los flujos. Madrid posee infinidad de oferta de ocio, y no todo debe pasar por las grandes instituciones¡±, reflexiona Jos¨¦ Luis Zoreda, vicepresidente ejecutivo de Exceltur, asociaci¨®n que integra una treintena de grandes compa?¨ªas del sector y que defiende una ¡°ordenaci¨®n¡± del alquiler particular de apartamentos tur¨ªsticos.
El turismo tampoco es un derecho universal del ser humano. Exceltur considera que las tasas son duras, pero necesarias. Entrar en Venecia cuesta cinco euros y, a pesar de ello, carece de cualquier efecto. Pero tal vez si fueran 20 se lo pensar¨ªa una familia con cuatro miembros. ¡°Esa cifra s¨ª podr¨ªa proteger la identidad de la ciudad frente al viajero nocivo. El turismo estar¨¢ ah¨ª, aunque ser¨¢ otro, distinto¡±, contin¨²a Zoreda. ¡°En vez de pagar, obligar¨ªa a responder a una sencilla pregunta: ¡®Nombre a tres pintores venecianos (...)¡¯. Si no tienen ni idea de lo que van a ver, que se marchen a otra parte¡±, apunta con iron¨ªa el historiador Robert Simon, uno de los descubridores del Salvator Mundi, atribuido a Leonardo da Vinci y su taller.
Todos los agentes implicados tienen claro que la relaci¨®n entre turismo y patrimonio debe contar con una normativa y que la autorregulaci¨®n, como el ¡°laissez faire, laissez passer¡± de los mercados financieros, puede derivar en un crash. Pero una vez inventado el ox¨ªmoron ¡°turismo sostenible¡±, la industria acepta de todo menos el vocablo ¡°prohibir¡±. Los t¨¦rminos de moda son ¡°juicioso¡± o ¡°consciente¡±. ¡°Siempre que estas medidas no se conviertan en una prohibici¨®n regulatoria, y hayan sido analizadas desde los impactos econ¨®micos, sociales y patrimoniales, adem¨¢s de ser consensuadas con los agentes de la cadena de valor, deber¨ªan ser positivas¡±, desgrana por correo electr¨®nico Luis Buzzi, socio responsable de Turismo de la consultora KPMG en Espa?a.
Desde luego, Espa?a no quiere pegarse un tiro en un pie que supone unos ingresos de 20.000 millones de euros anuales. La Secretar¨ªa de Estado de Turismo admite, a trav¨¦s de correo electr¨®nico, que la relaci¨®n entre ¡°legado y turismo tiene cosas muy positivas¡±. ?Ejemplos? Los bienes culturales suelen generar un sentido de protecci¨®n en los visitantes, una especie de orgullo por contribuir a rescatar o poner en valor un patrimonio revitalizado. Adem¨¢s, los recursos que crea el sector permiten invertir en proyectos dirigidos a su rehabilitaci¨®n y protecci¨®n. En este jard¨ªn plantado de buenos deseos, la Secretar¨ªa de Turismo impulsa planes de uso tur¨ªstico que permitan una gesti¨®n equilibrada.
El l¨ªmite entre la protecci¨®n y el elitismo es un problema muy antiguo. ?Encaja en una ¨¦poca de libre circulaci¨®n de personas y mercanc¨ªas? ¡°Hacia 1928 Par¨ªs se hab¨ªa vuelto agobiante. Con cada nuevo cargamento de norteamericanos desembarcado por la prosperidad, ca¨ªa la calidad, hasta que hacia el final hab¨ªa algo siniestro en aquellas locas cargas marinas¡±, escribi¨® Francis Scott Fitzgerald.
El lobby tur¨ªstico
En ¨¦pocas m¨¢s pr¨®ximas, las estatuas de Goya, Murillo y Vel¨¢zquez que velan el Museo del Prado buscan caminos distintos al ¡°t¨², s¨ª; t¨², no¡±. Algunos funcionan. En los primeros seis meses de este a?o la pinacoteca madrile?a sum¨® 1.786.419 visitantes, cifra que ya supera los 1.672.949 que se registraron en la primera mitad de 2023. ¡°Resulta imposible poner l¨ªmites a la libertad de desplazamiento. El Prado no es un centro hist¨®rico: est¨¢ creado para que la gente, el visitante, lo conozca¡±, resume el director de comunicaci¨®n del museo, Carlos Chaguaceda. ?Es bueno para los museos que est¨¦n llenos o vac¨ªos? ¡°Ahora la respuesta le corresponde a los gobernantes, los museos no tienen una funci¨®n tur¨ªstica¡±, subraya el Chaguaceda. Quiz¨¢ no se pueda ir nunca m¨¢s ¡ªy la industria debe aprenderlo¡ª a ciertos lugares sin muchos meses anteriores de gesti¨®n. Sin embargo, ?qu¨¦ operador nacional o internacional ofrece una visita a Madrid sin parada en El Prado o El Guernica? ?Qui¨¦n lo comprar¨ªa?
El lobby tur¨ªstico defiende los intereses econ¨®micos de sus miembros, pero encontrar el equilibrio entre visitantes y patrimonio parece funambulismo. ¡°Mientras no se sobrepase, el turismo puede ayudar, poner en valor y proteger un espacio art¨ªstico. Pero si se desborda, su capacidad destructiva resulta irreparable y arrasadora¡±, avisa Juan Herreros, arquitecto y profesor en la Universidad de Columbia (Nueva York). ¡°Una agresi¨®n exagerada al soporte urbano o arquitect¨®nico supone abandonar los centros y convertir los edificios en momias incapaces de conectar con la cotidianidad de los ciudadanos¡±, matiza el arquitecto. ¡°En Baleares existen tasas para frenar la avalancha, y no creo que se dedique nada a proteger el legado. El uso tur¨ªstico del patrimonio es lo que confiere a Europa la caracter¨ªstica de un gran spa pegado a un museo, con un buen restaurante y una playa muy cercana. El patrimonio est¨¢ al servicio del turismo, y no al contrario¡±, lamenta el comisario art¨ªstico Bartomeu Mar¨ª. Viajemos.
Varios gu¨ªas con una bandera levantada conducen a los turistas hacia el famoso lupanar de Pompeya. Los visitantes los siguen mientras ellos recitan la misma explicaci¨®n durante meses. Los frescos, con escenas sexuales, hace a?os que se protegen por un metacrilato rayado y antiguo como las piedras del parque. Convierten en indiscernibles las im¨¢genes. Pero el turismo contin¨²a sin l¨ªmites, el legado sufre; y las entradas se venden.