Mao Fujita, otro joven astro del piano a tener en cuenta
El m¨²sico japon¨¦s, de 25 a?os, impresiona al p¨²blico del Auditorio de Zaragoza, en su primer y ¨²nico recital espa?ol en solitario, con memorables interpretaciones de Mozart y Liszt
En el joven pianista Mao Fujita (Tokio, 25 a?os) todo parece surgir de una visi¨®n fresca, ligera y efervescente de la m¨²sica de Wolfgang Amadeus Mozart. Hace dos a?os, lo demostr¨® con su exitoso debut discogr¨¢fico, en Sony Classical, donde grab¨® la integral de las sonatas del salzburgu¨¦s. Pero tambi¨¦n ahora, en directo, en el arranque de su primer y ¨²nico recital en solitario en Espa?a, el pasado 16 de septiembre, en la Sala Mozart del Auditorio de Zaragoza.
El japon¨¦s compareci¨® sobre el escenario con la sencillez de alguien que pasaba por all¨ª. Tras sentarse sonriente, atac¨® sin dilaci¨®n el tema que abre las Doce variaciones sobre ¡°Ah vous dirai-je, Maman¡±, K. 265 con un sonido de pura filigrana que provoc¨® el silencio inmediato en la sala. No result¨® dif¨ªcil acordarse de otro joven y excelente colega que exhibe los mismos ademanes sencillos, el coreano Yunchan Lim, que, al igual que ¨¦l, tambi¨¦n ha forjado su personalidad sonora a trav¨¦s de grabaciones de pianistas legendarios. En el caso del japon¨¦s, y tal como reconoci¨® a la revista Fifteen Questions, vive cautivado desde ni?o por el toque m¨¢gico y el sonido de Vladimir Horowitz tocando Mozart en su famoso recital de Mosc¨², de 1986.
Fujita apost¨® en Zaragoza por una lectura admirablemente fluida, equilibrada e intimista de las variaciones mozartianas. Su articulaci¨®n fue de una precisi¨®n infalible en ambas manos y a?adi¨® atractivos adornos improvisados en la mayor parte de las repeticiones. Planific¨® la obra con una l¨®gica musical portentosa: convirti¨® las siete primeras variaciones, en do mayor, en un espectacular crescendo que detiene bruscamente en la octava, en do menor, subrayando ese homenaje al contrapunto de Bach (hoy sabemos, por los estudios del papel en que escribi¨® esta obra, que Mozart la redact¨®, en 1782, cuando viv¨ªa en Viena y acababa de descubrir la m¨²sica del gran compositor barroco a trav¨¦s del bar¨®n Van Swieten). No obstante, Fujita reserv¨® el mayor contraste para el adagio y el allegro que conforman las dos ¨²ltimas variaciones.
La transici¨®n de Mozart a Beethoven no fue sencilla, debido al intimismo y la ligereza iniciales. No obstante, Fujita fue muy inteligente al anteponer las 32 Variaciones en do menor WoO 80 a la magna Sonata num. 23 ¡°Appassionata¡±, que cerr¨® la primera parte de su recital. Las variaciones, de 1806, le permitieron intensificar progresivamente los contrastes y alcanzar la temperatura pian¨ªstica id¨®nea en la sonata, que Beethoven termin¨® ese mismo a?o, tal como puede deducirse por las se?ales de humedad que dej¨® una tormenta en su aut¨®grafo. Pero el pianista japon¨¦s, a pesar de su perfecci¨®n t¨¦cnica y su admirable musicalidad, no consigui¨® transmitir en Beethoven la misma libertad y efervescencia que hab¨ªamos escuchado en Mozart. Y su Appassionata no son¨® prometedora hasta el tel¨²rico presto final.
La segunda parte arranc¨® con un homenaje al compositor japon¨¦s Akio Yashiro (1929-1976), que culmin¨® su formaci¨®n en Par¨ªs con Olivier Messiaen y Nadia Boulanger. De hecho, los siete ejemplos que escuchamos, de sus 24 Preludios para piano, de 1945, fueron escritos antes de su estancia en Francia y como una respuesta moderna a los 24 preludios op. 28, de Chopin. No por casualidad, Fujita acaba de lanzar su segundo disco en Sony Classical, titulado 72 Preludes, que incluye ambas colecciones junto con los 24 preludios op. 11, de Scriabin. Un disco que el propio pianista ha resumido con un acertado s¨ªmil gastron¨®mico relacionado con el sushi: ¡°Si Chopin y Scriabin son el pescado y el arroz, la base, Yashiro es el wasabi, igual de vital y con ese toque especial para crear algo delicioso¡±.
Y ese toque especial lo escuchamos en las siete peque?as dosis musicales de Yashiro. Con una gran variedad de propuestas que alternan gui?os al romanticismo, al impresionismo, al neoclasicismo y hasta al ragtime. En manos de Fujita destac¨® el misterioso n¨²mero 24 con un espectacular y n¨ªtido manejo de la din¨¢mica y la articulaci¨®n. Sigui¨® la Fantas¨ªa en si menor op. 28 (1900), de Scriabin, que fue otro momento destacado. Cuando el pianista japon¨¦s gan¨® la medalla de plata ex aequo en el Concurso Chaikovski de Mosc¨², en 2019, el jurado le dijo, para su sorpresa, que tocaba con t¨¦cnica rusa (en realidad, su profesor en Tokio, Minoru Nojima, hab¨ªa sido disc¨ªpulo de Lev Oborin). Quiz¨¢ por ello Fujita haya desarrollado una capacidad completamente natural para extraer la exquisitez l¨ªrica de los exuberantes pentagramas del compositor moscovita fallecido en 1915.
Fujita reserv¨® lo mejor de su recital para el final. De hecho, esa evoluci¨®n inicial desde la ligereza, la fluidez y la frescura de Mozart produjo un Liszt memorable. Su impresionante interpretaci¨®n de Sonetto 104 del Petrarca, del segundo libro de A?os de peregrinaje, publicado en 1858 y centrado en impresiones art¨ªsticas de Italia, atendi¨® expresamente a su segundo verso: e temo e spero, et ardo e son un ghiaccio, donde el poeta expresa las contradicciones y ambig¨¹edades de su pasi¨®n amorosa. Fujita expres¨® todo ese abanico sentimental, de principio a fin, combinando el ansia con la serenidad, sin olvidar la angustia ni la espera. Al principio, extendi¨® el calder¨®n del cantabile con passione, senza slentare para elevar el tema de la eleg¨ªa amorosa y, al final, en el adagio, a?adi¨® una pausa propia con el fin de subrayar su ¨²ltima audici¨®n como un suspiro de reconciliaci¨®n.
Tampoco se qued¨® atr¨¢s la Sonata Dante, que cerr¨® el programa. Con sus tres temas narrativamente integrados, tanto el del diab¨®lico tritono, al inicio, como el crom¨¢tico, que escuchamos en el arranque del presto agitato assai, o el monumental coral en fa sostenido mayor, que Fujita elev¨®, confront¨® y susurr¨® durante toda esta composici¨®n en que parece evocarse el tr¨¢gico destino de Francesca de R¨ªmini.
Al final, el pianista agradeci¨® los aplausos del p¨²blico con una breve propina. La indic¨® con timidez y con su dedo ¨ªndice, como diciendo: ¡°A ver si os gusta esto¡±. Y toc¨® una interpretaci¨®n l¨ªrica y fluida de la bell¨ªsima Canci¨®n sin palabras op. 67 n¨²m. 2, de Mendelssohn. Pero la velada no dio para m¨¢s y nos quedamos con las ganas de escuchar algo de su exquisito Chopin. Tampoco ser¨¢ en su pr¨®xima visita a nuestro pa¨ªs, en enero pr¨®ximo, donde tocar¨¢ en tr¨ªo con piano junto al violinista Renaud Capu?on y al violonchelista Kian Soltani, en Valencia y Madrid.
Mao Fujita
Obras de Mozart, Beethoven, Yashiro, Scriabin y Liszt. Mao Fujita, piano. XXVII Ciclo Grandes Solistas Pilar Bayona. Auditorio de Zaragoza, 16 de septiem-bre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.