¡®Amadeus¡¯ cumple 40 a?os: las claves musicales de la pel¨ªcula que cambi¨® la visi¨®n de Mozart
El popular y multipremiado filme de Milo? Forman, basado en la obra teatral de Peter Shaffer, sigue fascinando por la integraci¨®n de su banda sonora, seleccionada y dirigida por Neville Marriner
¡°Recuerdo un silencio sepulcral durante los extensos t¨ªtulos de cr¨¦dito al final de la pel¨ªcula, en los que sonaba el Concierto para piano n¨²m. 20, de Mozart¡±, confesaba Neville Marriner, en 2002, en el documental The Making of ¡®Amadeus¡¯. ¡°Me pareci¨® incre¨ªble, pues la gente esper¨® hasta el final y aplaudi¨® como si se tratase de un concierto¡±, prosigue el director de orquesta brit¨¢nico que grab¨® y supervis¨® la banda sonora. ¡°Entonces tuve la primera sensaci¨®n de que se trataba de una pel¨ªcula ins¨®lita en la que la m¨²sica sobresal¨ªa¡±.
Se cumplen 40 a?os del estreno de Amadeus, el exitoso filme de Milo? Forman sobre Mozart basado en la obra de teatro hom¨®nima de Peter Shaffer, de 1979. Hablamos no solo de la cinta m¨¢s popular dedicada a un compositor cl¨¢sico, sino tambi¨¦n de la m¨¢s premiada. Entre sus 41 reconocimientos se incluyen ocho premios Oscar, cuatro BAFTA y cuatro Globos de Oro, que recompensan tanto a la direcci¨®n de Forman como al guion de Shaffer, pero tambi¨¦n a la producci¨®n de Saul Zaentz y a la actuaci¨®n protagonista de F. Murray Abraham como Salieri. Sin embargo, la tradici¨®n de premiar exclusivamente partituras originales impidi¨® que se concediera un galard¨®n a la m¨²sica del filme.
Tanto Forman como Shaffer aseguran, en el referido making of, que la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de la obra teatral convirti¨® a la m¨²sica en su tercer protagonista junto con Mozart y Salieri. Esto se puede comprobar en los minutos finales, tras el cl¨ªmax emotivo que supone hacer coincidir la audici¨®n completa del bell¨ªsimo Lacrimosa del R¨¦quiem con la muerte y el sepelio de Mozart. La escena final de la pel¨ªcula, en la que contemplamos la catarsis psicol¨®gica de Salieri absolviendo a sus compa?eros del manicomio, utiliza la celestial romanza central del Concierto para piano n¨²m. 20. Y la tonalidad de si bemol mayor provoca una sensaci¨®n de desahogo entre los espectadores despu¨¦s del dram¨¢tico desenlace en re menor con la misa de difuntos.
Ese alivio emocional perdura incluso durante la aparici¨®n de los t¨ªtulos de cr¨¦dito, lo que explicar¨ªa la reacci¨®n del p¨²blico del estreno referida por Marriner. Pero la m¨²sica a?ade muchos significados interesantes a la narraci¨®n, que especialistas en Mozart como Simon P. Keefe han analizado en los ¨²ltimos a?os. Por ejemplo, el uso del Lacrimosa del R¨¦quiem para acompa?ar la muerte del compositor alude tambi¨¦n a su recepci¨®n p¨®stuma, pues Mozart tan solo escribi¨® sus primeros ocho compases. En realidad, la mayor parte de lo que escuchamos en la conmovedora escena de su entierro fue escrito por su disc¨ªpulo Franz Xaver S¨¹?mayr, que concluy¨® el R¨¦quiem para cumplir con el misterioso encargo del conde Walsegg, que ten¨ªa la intenci¨®n de hacerlo pasar por propio.
Keefe explica c¨®mo el personaje de Salieri se convierte en un trasunto de la sociedad que rodea y destruye a Mozart. Asume el papel de S¨¹?mayr cuando ayuda al compositor a escribir el Confutatis, y se oculta tras el traje negro con las caras de Jano para llevar a cabo el encargo del R¨¦quiem. Un disfraz que se utiliza, adem¨¢s, para representar la problem¨¢tica relaci¨®n con su padre Leopold, que incluso conecta con el fantasma del comendador en Don Giovanni. Y la m¨²sica remacha esa asociaci¨®n, una vez m¨¢s, ya que escuchamos el terror¨ªfico acorde en re menor que abre la ¨®pera cada vez que aparece o se alude a su progenitor.
Una trama claramente inspirada por el mito rom¨¢ntico de Mozart y narrada, desde 1823, por un Salieri viejo y demente que asegura haber matado al compositor para vengarse de Dios. No se trata de una pel¨ªcula biogr¨¢fica, como aclara Forman, sino que, art¨ªsticamente, mezcla realidad y ficci¨®n, como a?ade Shaffer, en el referido documental. No obstante, desde su estreno, la pel¨ªcula ha tenido un n¨²mero creciente de detractores, especialmente desde el ¨¢mbito acad¨¦mico, que critican sus inexactitudes a las que a?aden los ep¨ªtetos de ¡°espect¨¢culo hollywoodiense¡±, ¡°sobredosis de banalidad¡± y ¡°falsedad oportunista¡±, y comparan su banda sonora con un bufet tan descuidado como repetitivo.
No habr¨ªa espacio en estas l¨ªneas para indicar la cantidad de licencias e inexactitudes de la pel¨ªcula, pero incluso un especialista como Keefe se sorprende de sus aciertos. Y la d¨¦cada vienesa final de Mozart, que gu¨ªa su trama (1781-1791), resulta m¨¢s o menos exacta en cuanto a composiciones, desde la Gran Partita hasta La flauta m¨¢gica, o en las personalidades con las que trat¨®, desde el emperador Jos¨¦ II hasta Giuseppe Bonno, pasando por el conde Orsini-Rosenberg, el bar¨®n van Swieten o el propio Salieri. Incluso hoy sabemos que la relaci¨®n de este ¨²ltimo con Mozart fue m¨¢s estrecha a nivel profesional y que incluso, en 1785, compartieron una composici¨®n circunstancial. No obstante, hay omisiones sorprendentes, como la figura del libretista Lorenzo Da Ponte y la fundamental relaci¨®n del compositor con la masoner¨ªa.
En cualquier caso, la pel¨ªcula sigue fascinando cuarenta a?os despu¨¦s por el uso de la m¨²sica de Mozart. Se incluyen descripciones admirables, como la que esboza Salieri de la Gran Partita. Hay algunas intuiciones maravillosas, como la marcha de bienvenida de Salieri transformada por Mozart en un adelanto de Non pi¨´ andrai de Las bodas de F¨ªgaro (una recreaci¨®n de la maestr¨ªa improvisatoria del compositor). Y tambi¨¦n hay secuencias gloriosas que han pasado al imaginario popular, como la referida en la que el compositor dicta el Confutatis desde la cama, aunque sepamos que Mozart nunca compon¨ªa obras sinf¨®nico-corales directamente en partitura completa, sino primero desde un borrador con las voces, la l¨ªnea de bajo y breves anotaciones para la instrumentaci¨®n.
Aparte de la credibilidad musical que muestra todo el reparto de la pel¨ªcula, el ¨¦xito en el manejo de la m¨²sica est¨¢ directamente relacionado con la presencia en el proyecto del director brit¨¢nico Neville Marriner. Forman, Schafer y Zaentz se reunieron con ¨¦l, en Nueva York, y Marriner les puso una ¨²nica condici¨®n: que no se alterase ni una sola nota escrita por Mozart. El director brit¨¢nico elabor¨® con Forman, durante un fin de semana de finales de junio de 1982, el programa musical para toda la pel¨ªcula, que compaginaron con su pasi¨®n por el tenis de Wimbledon. Poco despu¨¦s, lo grabaron en los estudios de Abbey Road, con la Academy of Saint Martin in the Fields junto a varios solistas, como la soprano Felicity Lott, el bajobar¨ªtono Richard Stilwell y la pianista Imogen Cooper.
As¨ª, la banda sonora estuvo lista con antelaci¨®n y se pudo utilizar desde el inicio del rodaje de la pel¨ªcula en Praga, en enero de 1983. La antigua capital de la Checoslovaquia comunista parec¨ªa detenida en el tiempo y resultaba ideal para una filmaci¨®n ambientada a finales del siglo XVIII. Se utilizaron algunas localizaciones tan emblem¨¢ticas como el actual Teatro Estatal de Praga, donde el mism¨ªsimo Mozart dirigi¨® el estreno absoluto de Don Giovanni, en 1787. Adem¨¢s, las circunstancias de la filmaci¨®n no fueron siempre sencillas, pues Forman ten¨ªa que negociar constantemente con las autoridades de su pa¨ªs de origen y nunca se pudo librar de miembros de la polic¨ªa secreta comunista ocultos entre los extras.
Aparte de la m¨²sica, el guion, las localizaciones o el vestuario, la pel¨ªcula de Forman sigue siendo inolvidable por su excelente reparto, en el que destaca F. Murray Abraham, que gan¨® el Oscar al mejor actor principal por su encarnaci¨®n de Salieri. En marzo pasado, este actor estadounidense de 84 a?os reconoci¨®, en BBC Music Magazine, que ese hab¨ªa sido el papel de su vida, aunque lo consigui¨® por casualidad y lo compagin¨® con el rodaje de Scarface: El precio del poder. Recuerda la preparaci¨®n musical para el personaje, en la que tuvo que trabajar nociones de piano y direcci¨®n orquestal. Y no oculta su mayor desavenencia: ¡°Creo que la m¨²sica de Salieri est¨¢ injustamente tratada en la pel¨ªcula¡±. Por esa raz¨®n, lleva a?os organizando conciertos populares para restituir su maltrecho nombre en el repertorio. ¡°Tengo una silueta de Salieri entre mis retratos dom¨¦sticos. Como se puede imaginar, estoy en deuda con ¨¦l¡±.
Babelia
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