Enrique Ponce, puerta falsa
Dos orejas de regalo para el valenciano en su despedida de Madrid; otra pasea el confirmante Samuel Naval¨®n ante una corrida sin fuerza ni casta de Garcigrande y Juan Pedro
Tras treinta y cuatro a?os de alternativa, Enrique Ponce se despidi¨® de Madrid por la puerta grande. Perfecto ep¨ªlogo, si ese premio hubiese sido merecido. No lo fue. A Ponce, indiscutible -y discutida- figura del toreo de las ¨²ltimas d¨¦cadas, le regalaron dos orejas y se lo llevaron a hombros al t¨¦rmino del festejo porque era lo que tocaba.
Como ya sucediera el a?o pasado con El Juli, Madrid, esta nueva plaza de Las Ventas invadida por un p¨²blico triunfalista, sensiblero y profundamente ignorante, se entreg¨® a un torero que nunca lo fue de esta plaza. As¨ª es la vida. Y la memoria. O la falta de ella, en este caso.
Le sacaron a saludar tras el pase¨ªllo y despu¨¦s vibraron con una tauromaquia falsa, cursi y superficial, carente de verdad y emoci¨®n. Y eso que la cosa empez¨® torcida. Su primer toro, el segundo, de Garcigrande, se parti¨® un pit¨®n contra el peto en el caballo y, pese a las incesantes protestas del p¨²blico, el presidente lo mantuvo en el ruedo.
Correcta decisi¨®n, seg¨²n el reglamento, pero m¨¢s que discutible en t¨¦rminos de ¡°imagen¡± o ¡°sensibilidad¡±.
Tuvo Ponce que abreviar con el despitorrado animal, pero s¨ª pudo explayarse con el cuarto, de Juan Pedro Domecq, un astado hecho a la medida de su tauromaquia. Noble hasta la extenuaci¨®n, al igual que sus hermanos, pas¨® sin pena ni gloria por el caballo, se movi¨® a duras penas en banderillas y lleg¨® al ¨²ltimo tercio sin un gramo de casta brava en las entra?as.
Tras brindar al p¨²blico en el mismo centro del ruedo, Ponce demostr¨® una vez m¨¢s que es un consumado maestro a la hora de mantener inv¨¢lidos en pie. Sin bajar nunca la mano y haciendo uso, casi siempre, de su prodigioso pico, construy¨® una faena sin emoci¨®n, ajuste, ni hondura, pero muy jaleada por la mayor¨ªa de espectadores.
El final de la obra, en redondo, dobl¨¢ndose frente a un aut¨¦ntico proyecto de cad¨¢ver, entusiasm¨® a los isidros (que vuelven a la plaza tambi¨¦n en estas fechas) y tras una estocada, ¨¦stos y el presidente, le obsequiaron con dos orejas de ¨ªnfimo peso.
Otra le dieron al confirmante Samuel Naval¨®n -entregado y digno toda la tarde- tras ser volteado por el sexto, tambi¨¦n descastado, pero que, por su falta de fuerzas, se defend¨ªa y protestaba en el embroque. La cogida despert¨® al p¨²blico del letargo y tras un final tan valeroso como tremendista, volvieron a aflorar los pa?uelos.
Con el primero, un ejemplar mansote y desigual de Garcigrande al que recibi¨® de rodillas frente a la puerta de chiqueros, dej¨® alg¨²n redondo estimable, se pas¨® de faena y a punto estuvo de escuchar los tres avisos.
De vac¨ªo se march¨® David Galv¨¢n, y eso que le toc¨® en suerte el tercero, el ¡°mejor¡± de semejante bazofia ganadera. Como el resto, tambi¨¦n se apag¨® pronto, pero, hasta entonces, al menos se arranc¨® con cierta codicia, alegr¨ªa y prontitud. El pr¨®logo, bello e inspirado, fue esperanzador, pero las sucesivas tandas de muletazos, siempre fuera de cacho, disiparon r¨¢pidamente cualquier atisbo de esperanza. Frente al moribundo quinto, ni llegaron a crearse.
Al final, a hombros y en medio de una multitud, se march¨® Ponce. Lo malo es que su tauromaquia y su fiesta se quedan.
Garcigrande y Domecq / Ponce, Galv¨¢n, Naval¨®n
Toros de Garcigrande (1º, 2º y 3º), correctamente presentados (feo y sin remate el 3º), mansos, nobles y con cierta movilidad; y Juan Pedro Domecq (4º, 5º y 6º), bien presentados, mansos, nobles, flojos y descastados.
Enrique Ponce: pinchazo, media estocada baja y atravesada, y dos descabellos (silencio); estocada (dos orejas).
David Galván: estocada trasera y caída, un descabello _aviso_ y otros dos descabellos (palmas y sale a saludar); dos pinchazos y estocada ligeramente desprendida y atravesada (silencio).
Samuel Navalón, que confirmaba la alternativa: _aviso_ pinchazo, estocada muy atravesada y tendida _segundo aviso_ y dos descabellos (leves palmas y sale a saludar); estocada _aviso_ (oreja).
Plaza de toros de Las Ventas. Primera corrida de la Feria de Otoño. Más de tres cuartos de entrada (20.973 espectadores, según la empresa).
Babelia
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