¡®Los destellos¡¯: emociones, hermosura, verdad

Ocurre con determinadas y escasas pel¨ªculas. Al menos, a m¨ª. Y es que te transmiten hipnosis mientras que las ves y las escuchas, pero ese alboroto emocional que te provoca, esos personajes que no hablan demasiado de sus problemas ni son imp¨²dicos, pero con los que tienes la impresi¨®n de haberlos conocido profundamente y que te han implicado en sus tristes circunstancias, permanecen incrustados en tu memoria y en tus sentimientos.

Sales del cine tocado, conmovido, te acompa?an durante un tiempo al pasear por las calles o en la soledad de tu casa. Y sientes agradecimiento ante la verdad, la humanidad y la complejidad de su historia, su autenticidad, sus miedos, su comportamiento, las relaciones que establecen cuando la enfermedad y la oscuridad definitiva est¨¢n acorralando a uno de ellos. Todo ello lo desarrolla la directora Pilar Palomero, alguien que hab¨ªa demostrado en Las ni?as estar en posesi¨®n de sensibilidad y talento, en la hermosa y generosa Los destellos, todo un mundo construido alrededor de gestos leves, miradas, parlamentos breves pero abarrotados de sutileza, sobriedad y la creaci¨®n de una atm¨®sfera sentimental que no necesita recurrir a la intensidad, ni al psicologismo, ni al ¨¦nfasis para entender las reacciones de los personajes ni la relaci¨®n que establecen entre ellos para aliviar el ocaso de un tipo que es padre y alguna vez fue marido.

Palomero utiliza virtuosamente la c¨¢mara, nada que ver con el exhibicionismo, para describir lo que ocurre en el coraz¨®n de esta gente, la implicaci¨®n de una cr¨ªa para conseguir que su madre, alguien que dispone de una pareja s¨®lida, la ayude en cuerpo y alma y que la despedida de este mundo de su antiguo y desolado marido (no nos cuentan que pas¨® entre ellos, cu¨¢les fueron las razones del naufragio, ni falta que hace) sea lo menos solitaria posible, que el terror y la devastaci¨®n f¨ªsica y mental se vean atenuados por la cercan¨ªa de esa hija tan fiel, dulce, natural, pragm¨¢tica y amada y de una antigua esposa con la que alguna vez debi¨® de haber existido el esplendor en la hierba.

La directora no recurre a di¨¢logos trascendentes o enf¨¢ticos, le basta con un sentido visual extraordinario, con que su c¨¢mara construya un clima, con lograr sin in¨²tiles discursos que el espectador observe y palpite con lo que le est¨¢ ocurriendo a los personajes, con sus reacciones internas y externas, con el paisaje en el que viven. Y qu¨¦ sentido del cine posee esta se?ora filmando la despedida a trav¨¦s de los mensajes que intercambian en el tel¨¦fono la madre y la hija, cuando todo se ha consumado y ambas retornan a su mundo.

Y son primorosas las interpretaciones, la credibilidad que desprenden, los matices que desprenden. Patricia L¨®pez Arnaiz es una de las grandes. Interprete a un volc¨¢n o a un tempano, a gente normal o traumada. Ofrece lo m¨¢ximo con lo m¨ªnimo. Es magn¨¦tica hablando o en silencio, movi¨¦ndose o est¨¢tica. Tiene una personalidad deslumbrante, hace veraz a cualquier personaje. Y admirable la sobriedad y la fuerza interna con la que Antonio de la Torre retrata a ese enfermo al que ya no le quedan fuerzas pero que intenta ponerse de acuerdo con la vida antes de irse. Y me enamora la naturalidad y la determinaci¨®n de la muy joven Marina Guerola. Y Juli¨¢n L¨®pez, especializado en papeles c¨®micos, aqu¨ª no tiene que hacer re¨ªr. Interpreta con convencimiento a un t¨ªo muy normal en una situaci¨®n complicada. Volver¨¦ a ver esta pel¨ªcula. Es de verdad. Es emocionante.