¡®Robot salvaje¡¯: la encantadora androide con la que DreamWorks disputar¨¢ el Oscar a Pixar (y ya lidera la taquilla)

Las pel¨ªculas de animaci¨®n para ni?os construidas a partir de las ideas que, sin embargo, trascienden de sus propias reflexiones a base de pulcritud en las formas, entretenimiento inteligente, sentido del humor y modos de narraci¨®n alejados de la homil¨ªa son las mejores. Transmisi¨®n de valores, s¨ª, pero, sobre todo, arte y espect¨¢culo. Robot salvaje, ambiciosa, valiente y bonita pel¨ªcula escrita y dirigida por Chris Sanders para DreamWorks, circula por esa vertiente: la de las cosas que decir, acompa?adas de la frescura, el ingenio y el talento. Y ha ido muy bien en taquilla en su primer fin de semana: en Espa?a ha liderado la asistencia a los cines con m¨¢s de dos millones de euros; en Estados Unidos entra en segundo lugar con 12,34 millones de euros.

Basada en una serie de libros ilustrados de Peter Brown, publicados a partir del a?o 2016, Robot salvaje abre una l¨ªnea de actuaci¨®n a cuatro bandas conformada por la ecolog¨ªa, el elogio de la comunidad, el acogimiento del diferente y las dudas respecto de la inteligencia artificial, que bien podr¨ªa haberla llevado hasta el territorio del discurso pelmazo para cr¨ªos y sus mayores acompa?antes. Pero ni el modo de trasladar sus cavilaciones al relato en s¨ª, siempre sutil, hermoso e incluso gracioso, ni el abandono en momento alguno de una notable finura, tanto en el dibujo como en la construcci¨®n de las peque?as situaciones, permite que el espectador deje de acompa?ar a sus criaturas de un modo espont¨¢neo.

Cuando, en una de las ideas m¨¢s fascinantes, la protagonista de la historia, una robot n¨¢ufraga en una isla ¨²nicamente habitada por animales que nada quieren saber de semejante artilugio desconocido, cambia su inicial naturaleza de ¡°ayuda para todo¡± por un segundo modo llamado ¡°de aprendizaje¡±, la pel¨ªcula es evidente que est¨¢ abogando por la educaci¨®n, el conocimiento y hasta por una cierta prudencia. Pero son la comicidad de las situaciones y el br¨ªo impuesto por Sanders a la puesta en escena de sus dibujos animados los que realmente impulsan la convicci¨®n inicial.

Con un exquisito cuidado de los fondos, y unas texturas que parecen jugar con las de ciertos paisajistas del impresionismo franc¨¦s, principalmente Claude Manet, la pel¨ªcula despliega un formidable arsenal de recursos pict¨®ricos, siendo adem¨¢s en su primer acto una pel¨ªcula esencialmente muda. De ah¨ª la enorme influencia de las comedias del silente, entroncando con otro de los grandes hitos del cine de animaci¨®n de robot solitario en un entorno en el que resulta improbable encajar: la magn¨ªfica Wall¡¤E (2008), de Andrew Stanton y la factor¨ªa Pixar. As¨ª, son la expresi¨®n emocional de la robot llamada Roz, el contraste con su hijo adoptivo, un peque?o ganso hu¨¦rfano, y el travieso encanto de la panda de animalejos de toda condici¨®n que ejercen de secundarios los que, junto a sus virtudes art¨ªsticas, configuran un conjunto irreprochable. Sanders, director de tres estimables pel¨ªculas animadas del siglo XXI, Lilo & Stitch (2002), para Disney, y C¨®mo entrenar a tu drag¨®n (2010) y Los Croods (2013), ambas para DreamWorks, ha compuesto con Robot salvaje su obra m¨¢s creativa.

El Oscar al mejor largometraje de animaci¨®n de este a?o, que parec¨ªa destinado para otro de Pixar, Del rev¨¦s 2, tiene un fuerte contendiente en el mimo demostrado por Sanders con la maternidad de su robot y el apoyo de un colectivo tan dispar como cualquier sociedad contempor¨¢nea.