¡®Del rev¨¦s 2¡¯: escasa gracia en las nuevas emociones

Vamos a repetir t¨®picos con un fondo innegociable de verdad. Existi¨® una cadena de televisi¨®n por cable llamada HBO que concibi¨® en sus inicios las series con tratamiento de obras de arte. Lo que hab¨ªa sido patrimonio exclusivo del gran cine estadounidense se trasladaba a las series, construidas con los mejores guiones, historias, directores, int¨¦rpretes, audacia, complejidad, creatividad. Y ahora todo eso se acab¨®: It¡¯s All Over Now, Baby Blue, que escribi¨® Dylan y mejor¨® interpret¨¢ndola hasta l¨ªmites sublimes Van Morrison.

Ocurri¨® lo mismo con Pixar, esa factor¨ªa maravillosa que transform¨® en adulto, m¨¢s que inteligente, divertido, conmovedor al universo de los dibujos animados. Perd¨®n, desde hace mucho tiempo se llama cine de animaci¨®n. Como los entra?ables tebeos se transformaron en c¨®mics, con el aura cultural, intelectual y prestigiosa que eso implica. Y nacieron maravillas como Toy Story, Ratatouille, Buscando a Nemo, Monstruos S. A., Up... Y tantas otras. Gracias a esta admirable y revolucionaria casta de creadores, los adultos disfrut¨¢bamos a¨²n m¨¢s que los ni?os con lo que nos contaban.

El ¨²ltimo recuerdo feliz que tengo de Pixar, antes de que Disney (lagarto, lagarto) la absorbiera es Del rev¨¦s, aunque ah¨ª aparecieran conceptos tan filos¨®ficos y humanistas analizando las emociones de la ni?ez como alegr¨ªa, tristeza, ira, miedo y asco. Me temo que las cuatro ¨²ltimas permanezcan hasta la vejez en la existencia de mucha gente. Y bendita sea la supervivencia de la alegr¨ªa. Pero la ni?a Riley ya es adolescente. Juega al hockey sobre hielo. Tiene 13 temblorosos e inseguros a?os. Le ocurren nuevas y trascendentes cosas. Aparecen la ansiedad, la envidia, la verg¨¹enza, la nostalgia y el hast¨ªo. ?Y c¨®mo lograr que la acorralada criatura aprenda a convivir o a triunfar sobre esas temibles sensaciones?

El planteamiento es atractivo. Sobre todo, comercialmente. Vamos a exprimir el viejo ¨¦xito. Incluso puede dar para una saga. Como Marvel, los simios, Batman, El se?or de los anillos, Karate Kid, su santa madre. Y Pete Docter, sustituto del genial John Lasseter, anda detr¨¢s del gran negocio, pero solo como productor.

?Y c¨®mo transcurre la historia de aquella ni?a memorable que se est¨¢ haciendo mujer, con todos los problemas emocionales que implica esa transformaci¨®n? ?Y como funcionan sus nuevas sensaciones? Pues de forma aburrida para mi deca¨ªdo gusto. Con absoluta pulcritud en las im¨¢genes. De forma mon¨®tona, sin capacidad de sorpresa, sabiendo que la apuesta descansa en lo seguro, que el n¨²mero de espectadores ya est¨¢ previsto por la infalible calculadora. Y solo abro la boca, ese gesto execrable y maleducado, cuando la proyecci¨®n anda por la mitad.

Pero me fascina la risa continua en cada plano de un espectador en el pase de prensa al que acudo. Y qu¨¦ envidia me da su actitud. No s¨¦ si sigue existiendo en el teatro aquel ritual tan antiguo de la claque. Eran gente a la que pagaban por aplaudir continuamente o en momentos puntuales, para animar al p¨²blico con su entusiasmo bien pagado. No era exclusivo del teatro. Y creo que ahora tiene un protagonismo absoluto en el asqueroso universo de la pol¨ªtica. Y que s¨ª, que he le¨ªdo, sin que me ocurra nada catastr¨®fico, aunque tampoco salvador ni redentor, un art¨ªculo que se titulaba Guardaos de los apol¨ªticos. ?Y que van a hacer con nosotros, tan ignorantes y ego¨ªstas? Dan ganas de rechazar el nihilismo y hacerte activista. Con sueldo, por supuesto.