¡°?Y qu¨¦ pedal usas?¡±: el origen del grunge, contado por sus fundadores
Steve Turner, guitarrista de la banda Mudhoney, relata en un libro los inicios del movimiento musical en Seattle que explosion¨® con Nirvana, Pearl Jam y Soundgarden
Hay nimiedades que acaban provocando deflagraciones de impacto planetario. Est¨¢ el caso de Cellophane Square, una peque?a tienda de discos de Seattle donde a principios de los a?os ochenta las cubetas de vinilos de la secci¨®n de punk inclu¨ªan tambi¨¦n viejos discos sixties de bandas de garaje. No era un descuido, sino una decisi¨®n de Scott McCaughley ¡ªm¨²sico ¨¦l mismo, miembro de The Young Fresh Fellows, despu¨¦s tambi¨¦n en The Minus 5¡ª, que trabajaba en Cellophane y que era consciente del hilo invisible que conectaba esa m¨²sica de los sesenta con las bandas de punk m¨¢s ruidosas del momento. En d¨¦cadas tan opuestas, ese hilo com¨²n interpelaba a la pasi¨®n y rabia juvenil y a un cierto sentido underground-orgulloso-de-estar-fuera-del-radar-masivo.
En esas cubetas escarbaba de adolescente, Steve Turner (Houston, 59 a?os), guitarra y fundador, junto con el cantante y tambi¨¦n guitarrista Mark Arm, de la legendaria banda de grunge Mudhoney. A sus 14 a?os, Turner buscaba discos de bandas de punk californianas ligadas a la fiebre skate como Suicidal Tendencies o T.S.O.L. Y fue all¨ª donde se tropez¨® con polvorientos singles como Psycho, de The Sonics, o You Must Be a Witch, de Lollipop Shoppe, enamor¨¢ndose para siempre de ese sonido distorsionado. ?l ya ten¨ªa una guitarra y un amplificador, pero no sab¨ªa c¨®mo reproducir ese rugido. ¡°Al explicarle eso un d¨ªa a un amigo que tambi¨¦n tocaba la guitarra y con el que trabajaba en un restaurante japon¨¦s, me pregunt¨® ¡®bueno, ?y qu¨¦ pedal usas?¡¯, a lo que yo le contest¨¦ ¡®?y eso qu¨¦ es?¡±, recuerda Turner en conversaci¨®n a partir de notas de voz. Al d¨ªa siguiente ese amigo ¡°me trajo un pedal de fuzz, me lo enchuf¨¦ a la guitarra y as¨ª empez¨® todo. Era 1983¡å, dice. Mezcl¨® la rapidez y la ferocidad punk con el estruendo de pedales de distorsi¨®n que utilizaban las antiguas bandas de garaje o los mismos Stooges. Eso, sumado a la querencia metalera y noisie de otros adolescentes como ¨¦l, dio lugar a la nueva m¨²sica de Seattle. Un pu?etazo s¨®nico en toda regla.
¡°Mudhoney son el grunge. Ellos se lo inventaron¡±, escribe Stone Gossard, miembro de Pearl Jam, en el pr¨®logo del libro La explosi¨®n del grunge: la historia del grunge, contada por alguien que estuvo all¨ª desde el principio (Redbook, 2024), las memorias de Turner. Estos d¨ªas el grupo de Seattle, autor de una docena de discos como el EP Superfuzz Bigmuff (1988), Piece of Cake (1992) o Since We¡¯ve Become Translucent (2002), est¨¢ de vuelta al ruedo. Al libro de Turner se suma una larga gira ¨Dcon Dan Peters y Guy Maddison a la bater¨ªa y al bajo, respectivamente¨D para presentar por Europa su nuevo disco, Plastic Eternity, que incluy¨® cinco ciudades espa?olas a principios de septiembre.
En el libro, coescrito con el periodista Adem Tepedelen, Turner detalla una infancia adrenal¨ªnica a golpe de monopat¨ªn, detallando su nulo sentido gregario ¡ª¡°para m¨ª era m¨¢s importante hacer las cosas que me gustaban que caer bien a la gente¡±, escribe¡ª y un precoz sentido cr¨ªtico. Su familia era cat¨®lica, pero en las clases de catequesis, rondando los 11 a?os, ya advert¨ªa: ¡°No me creo una palabra de lo que dec¨ªs. Explic¨¢dmelo¡±.
Aburrimiento y lluvia
Seattle era entonces una ciudad de gran tradici¨®n obrera, aunque en situaci¨®n casi decadente. Decenas de miles de familias hab¨ªan perdido sus trabajos en Boeing, la gigantesca empresa de aviones, de capa ca¨ªda en pleno par¨®n productivo tras la guerra de Vietnam. En una calle hab¨ªa una valla publicitaria sobre la que alguien escribi¨®: ¡°El ¨²ltimo que abandone Seattle que apague la luz¡±.
Era un sitio donde siempre llov¨ªa y los adolescentes se aburr¨ªan. Pero el verano de 1980 pas¨® algo especial. Turner vio a la banda californiana de hardcore Black Flag, y a sus teloneros Solger. Le impresion¨® la fiereza de los primeros y la juventud de los segundos. ¡°?Gente de mi misma edad puede tambi¨¦n tener una banda!¡±, pens¨®. De repente, la idea de tocar con amigos, comiendo cualquier cosa y durmiendo en cualquier lado, sin dar cuentas a nadie, le pareci¨® el mejor plan de vida. Se puso a ello y, a veces en compa?¨ªa de su compa?ero de instituto Mark Arm, form¨® parte de The Duckie Boys, de Mr. Epp and the Calculations y de Green River (junto con Jeff Ament y Gossard, despu¨¦s en Pearl Jam). ¡°A principios de los ochenta la escena de Seattle era muy peque?a. Lo que hac¨ªamos era ir a nuestro rollo y tocar para el centenar de personas de p¨²blico, que a su vez tambi¨¦n ten¨ªa bandas. Con el tiempo eso se transform¨® en una cosa ¨²nica¡±, explica ahora.
Fue en enero de 1988 cuando los dos amigos fundaron Mudhoney ¡ªel nombre lo pillaron de una pel¨ªcula de Russ Meyer¡ª, y poco despu¨¦s publicaron el single Touch Me, I¡¯m Sick, en vinilo ¡°de color agua marr¨®n de v¨¢ter¡±, especifica el guitarrista. Sacaron 800 copias, lleg¨® al n¨²mero uno de las listas indies y se decidi¨® ampliar la tirada con sobrantes de vinilo de diferentes colores ¡ªrojo, verde, lila, naranja¡ª, que ahora son la sensaci¨®n de los coleccionistas. Porque Touch Me I¡¯m Sick se convirti¨® en una especie de himno juvenil, hasta el punto de que poco despu¨¦s Sonic Youth, los nuevos popes de la m¨²sica joven en aquel tiempo, grabaron un single version¨¢ndola.
Vivieron tiempos de diversi¨®n salvaje. Tocaban mucho y empezaban a ser conocidos. En enero de 1989 se llevaron a Nirvana de teloneros para tocar en Portland, en Oreg¨®n, lo que impresion¨® al tr¨ªo de Aberdeen porque nunca hab¨ªan tocado fuera del Estado de Washington. Seg¨²n relata Turner, al llegar al club, Cobain se enfad¨® porque en el cartel hab¨ªan escrito el nombre de la banda como Nir Vona. ¡°Joder, ?no es tan dif¨ªcil, y ni siquiera tiene una O!¡±, afirma que dijo cabreado.
De repente, las cosas empezaron a coger velocidad. La revista Melody Maker, faro de tendencias musicales entonces, public¨® un reportaje sobre la vibrante escena de Seattle y la ¨¢vida industria musical empez¨® a planear por la ciudad. Tambi¨¦n lleg¨® Cameron Crowe para rodar Singles, una pel¨ªcula protagonizada por Bridget Fonda que retrata la vida de un grupo de inseguros j¨®venes grunge. En ella, Matt Dillon, melenudo y vestido con camisa a cuadros, interpreta al l¨ªder de la banda City Dick, cuyo ¨¦xito se llama Touch Me, I¡¯m Dick (exacta a la de Mudhoney, y por la que cobraron derechos).
Sonido pantanoso y sexy
En agosto, septiembre y octubre de 1991 cambi¨® el curso de la m¨²sica. Se publicaron Ten de Pearl Jam, Nevermind de Nirvana y Badmotorfinger de Soundgarden. A partir de entonces, el sonido de Seattle, pantanoso, enfadado y sexy, se convirti¨® en la banda sonora de millones de j¨®venes en todo el mundo. Algunas de sus canciones ya hablaban ¡ªcomo tambi¨¦n hac¨ªan los grupos del movimiento feminista Riot Grrrl¡ª de lo que tambi¨¦n se habla ahora: de la fluidez de g¨¦nero, de la aterradora cultura macho, de problemas mentales, de drogas, de abusos sexuales y paranoia.
El disco de Nirvana, ya se sabe, fue un aut¨¦ntico bombazo. Rondando la Navidad de 1991 lleg¨® a vender m¨¢s de 350.000 discos en una semana, y en enero del 92 alcanz¨® el n¨²mero uno en Estados Unidos, desbancando a Michael Jackson. De la noche a la ma?ana, la fama convirti¨® a Nirvana en una especie de The Beatles desquiciados. Dur¨® poco. El 8 de abril de 1994, un electricista que iba a instalar un sistema de seguridad en casa de Cobain en Seattle encontr¨® su cuerpo en una habitaci¨®n. Se hab¨ªa disparado en la cabeza y llevaba tres d¨ªas muerto.
Turner explica que entonces los Mudhoney estaban en plena gira como teloneros de Pearl Jam. En la c¨²spide del ¨¦xito, la banda de Eddie Vedder hab¨ªa sido invitada a una audiencia privada con el presidente Bill Clinton en la Casa Blanca. El d¨ªa antes, cuando se conoci¨® la muerte del l¨ªder de Nirvana, Clinton consult¨® a Vedder si deber¨ªa dirigirse a la naci¨®n de alguna forma a ra¨ªz del suicidio de Cobain. ¡°Ese era el grado de impacto que ten¨ªa la escena musical de Seattle en 1994¡å, detalla Turner.
Con la sobreexposici¨®n medi¨¢tica del fen¨®meno grunge lleg¨® el contragolpe. Parte de la escena underground empez¨® a rechazar todo lo que tuviera que ver con Seattle, y el mismo Turner confiesa que en 1996 forz¨® un par¨®n de giras, grabaciones y m¨¢s giras para no acabar odiando la m¨²sica. Con el tiempo, cuando industrias tecnol¨®gicas como Microsoft y Amazon, instaladas en Seattle, empezaron a triunfar, ya nada fue lo mismo. Cuando un d¨ªa Turner oy¨® por la calle a dos veintea?eros conversando sobre cigarros puros cubanos a precio de cien d¨®lares, decidi¨® que era el momento de dejar su ciudad. Se mud¨® a Portland, donde a¨²n reside. Por un tiempo trabaj¨® a media jornada haciendo control de calidad y preparando paquetes de pedidos en una planta de prensado de vinilos de discos. Con la pandemia, como tantos, se qued¨® sin trabajo. Confiesa que a veces vende algunos de sus viejos singles de garaje repetidos o flyers sobre viejos conciertos de Nirvana. Y sigue tocando siempre que puede. ¡°De joven no ten¨ªa ni idea de lo que hac¨ªa. La vida te va llevando. Ahora es como una continuaci¨®n de lo que ya hac¨ªa desde muy joven. Sigo tocando con mis amigos y espero hacerlo hasta que el ¨²ltimo hueso de mis caderas se rompa¡±, confiesa.
En 2021, una votaci¨®n popular en Seattle decidi¨® bautizar una inmensa taladradora para hacer un dep¨®sito subterr¨¢neo de agua con el nombre de Mudhoney, en homenaje a la banda de Turner y Arm. M¨¢s underground, imposible.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.