Toni Servillo, actor: ¡°El mundo parece necesitar un entretenimiento infinito¡±
El int¨¦rprete italiano lleva a Espa?a su espect¨¢culo teatral, ¡®Tre modi per non morire¡¯, una relectura de Baudelaire, Dante y los cl¨¢sicos griegos como acto de ¡°de resistencia cultural¡±: ¡°Debemos alejar a los j¨®venes de la ilusi¨®n de un conocimiento aproximado, falso y c¨®modo¡±
Toni Servillo (Afragola, 1959) acepta conversar este viernes en Roma dando un paseo por la orilla del T¨ªber, como hac¨ªa Jep Gambardella, el personaje que interpretaba en La gran belleza (Paolo Sorrentino, 2013), la pel¨ªcula que le hizo famoso en todo el mundo. Va a ir al festival Temporada Alta de Girona el pr¨®ximo 29 de noviembre, y luego al Teatro de la Comedia de Madrid, del 23 al 26 de enero, con su ¨²ltimo espect¨¢culo teatral, Tre modi per non morire (Tres maneras de no morir) de Giuseppe Montesano. Sale a escena solo y lee textos sobre tres hitos de la cultura occidental: Baudelaire, Dante y los cl¨¢sicos griegos. Lo hace porque siente una urgencia de hacer algo radical en este momento.
Pregunta. ?Cu¨¢les ser¨ªan estas tres formas de no morir?
Respuesta. En el caso de Baudelaire, la b¨²squeda de la belleza para vencer la injusticia y la depresi¨®n, lo que nos hace muertos en vida. En Dante, esta imaginaci¨®n tan activa que le hace entrar vivo en el infierno, el purgatorio. Y los griegos son quienes con un pensamiento claro y desnudo dominaron el futuro con una visi¨®n extraordinaria, imaginando que el mundo y la mente est¨¢n conectados. Y esto es lo que la obra quiere invitarnos, a recuperar este sentido humano de estar en el mundo. Nos dirigimos especialmente a los j¨®venes para que recuperen las ra¨ªces m¨¢s importantes de nuestra cultura. Es un acto de resistencia cultural, tenemos el deber de alejar a los j¨®venes de la ilusi¨®n de un conocimiento aproximado, falso y c¨®modo.
P. ?Qu¨¦ le atrae de Baudelaire? Parece muy poco italiano: autodestructivo, inadaptado, al margen de la sociedad, explora la fealdad.
R. Porque Baudelaire, a trav¨¦s de la belleza, luch¨® contra la injusticia y la depresi¨®n. Se fue a las barricadas en 1848, invit¨® a aceptar nuestras transformaciones para avanzar hacia lo nuevo. Y descubri¨® en la depresi¨®n, en el llamado spleen, una extraordinaria oportunidad creativa. Y luego Baudelaire denunci¨® ya problemas que ahora tenemos. Dice, por ejemplo, esta frase: ¡°Nos enfrentaremos a un mundo que nos tendr¨¢ tan americanizados que cada aspecto espiritual de nuestra existencia ser¨¢ considerado una inmensa ridiculez¡±. Lo dice en un libro que no por casualidad se titula La capital de los monos.
P. ?Qu¨¦ se siente actuando en su lengua y ver que el p¨²blico se emociona igual?
R. S¨ª, es emocionante, porque mucho antes de que existieran las comunicaciones, las compa?¨ªas ambulantes de teatro anticiparon el sentido de Europa. El teatro nunca ha conocido fronteras, comunicando una misma condici¨®n: que somos hombres, que estamos de paso por esta tierra, y por eso buscamos solidaridad, consuelo, encuentro. Por encima de todo, el teatro busca realzar la maravillosa singularidad de cada uno de nosotros en la diversidad. Cuando era ni?o y todav¨ªa no hab¨ªa subt¨ªtulos, recuerdo ir a festivales internacionales de teatro, y ver al Berliner Ensemble, a los actores rusos, no entend¨ªa nada, pero llegaba un profundo sentimiento de humanidad compartida, que es la que siempre confiere al teatro su irrepetibilidad. La fuerza del teatro es que sit¨²a al espectador y al actor en un mismo tiempo compartido. Algo que tiene un principio, un desarrollo y un final. Luego lo que has visto te lo llevas en tu coraz¨®n y regresas a ello reelabor¨¢ndolo desde la distancia, con una emoci¨®n que ha sido ¨²nica, a la que no puedes regresar sino volviendo a ver el espect¨¢culo, y el espect¨¢culo ser¨¢ diferente al del d¨ªa anterior.
El mundo parece necesitar entretenimiento infinito, y el teatro no juega con un aspecto del cine que tambi¨¦n es hermoso, el de crear una experiencia de naturaleza ilusoria. El teatro es un choque entre el actor y el espectador. El origen del teatro, desde los griegos hasta nuestros d¨ªas, es asambleario. Nos reunimos en un lugar para reflexionar, como vivos, y ponernos un espejo delante.
P. Sobre las compa?¨ªas errantes, por ejemplo, la figura de Arlequ¨ªn en realidad proviene del norte de Europa, la primera vez que aparece en Italia es con Dante, lo cita en el infierno, como un diablo c¨®mico.
R. S¨ª, a m¨ª me gusta pensar que el origen de Arlequ¨ªn es animal, que en realidad Arlequ¨ªn es un gato, que tiene velocidad de movimiento y es astuto. Lo que quiero decir es que el teatro de la Commedia dell¡¯arte no necesitaba palabras para hacerse entender. Probaba esta cercan¨ªa humana que nos hace a todos iguales. A¨²n hoy el teatro llega a tu casa. Es decir, yo voy a Girona, a Madrid, cojo un avi¨®n y voy en persona. Esto tiene una enorme importancia, y m¨¢s hoy que en el pasado. Es un arte que, como la poes¨ªa, est¨¢ desapareciendo. En Italia, las que compran libros de poes¨ªa son sobre todo mujeres. Y son las que m¨¢s van al teatro. Si dejaran de hacerlo, los teatros cerrar¨ªan. La inteligencia del coraz¨®n femenino hace resistir el teatro y la poes¨ªa.
P. Ha elegido una puesta en escena desnuda, con una confianza total en el poder de las simples palabras.
R. Totalmente. Precisamente por las razones que estamos diciendo, y teniendo en cuenta la situaci¨®n general en la que nos encontramos, he sentido la necesidad, despu¨¦s de 43 a?os de teatro y 40 pel¨ªculas, y de adentrarme en ese maravilloso juego entre la ficci¨®n y la realidad, sent¨ª la necesidad, dec¨ªa, de volver a un teatro de los or¨ªgenes, en una forma ritual. Es decir, convocar al p¨²blico alrededor de un fuego, que son los textos fundamentales de la cultura occidental y dar testimonio de ello como Toni.
P. Tirando la m¨¢scara.
R. Tirando la m¨¢scara completamente por un momento. El p¨²blico tiene la sensaci¨®n de un encuentro con un actor. El espect¨¢culo es una prueba interpretativa, pero quien interpreta ese texto no es un personaje, es un actor que testimonia a trav¨¦s de esas palabras una condici¨®n en la que todos nos encontramos. Cuando interpreto este espect¨¢culo es como si pensara en los grandes int¨¦rpretes, por ejemplo, del piano. Sviatoslav Richter que interpreta a Schubert con la partitura, pero da testimonio de su felicidad al interpretar esa maravillosa m¨²sica. Es decir, en este momento necesito saltar la dimensi¨®n de ficci¨®n. Tambi¨¦n porque hoy la discusi¨®n entre realidad y ficci¨®n es mucho m¨¢s complicada que antes.
P. Como actor ha conocido el ¨¦xito a cierta edad. Cuando ha llegado ?era como esperaba?
R. Mire, ya tengo 65 a?os, ser¨¦ sincero: nunca he buscado el ¨¦xito. De ni?o cre¨ªa que trabajar¨ªa en el teatro toda mi vida, con los prop¨®sitos de los que estamos hablando. Y son los que sigo persiguiendo. El cine entr¨® en mi vida cuando era un adulto, ten¨ªa ya 40 a?os, no imagin¨¦ que yo entrar¨ªa en ese mundo de glamur, me importa un comino. Yo sigo viviendo en provincias, en Caserta, cerca de N¨¢poles, vengo a Roma peri¨®dicamente. Nunca en mi vida he hecho publicidad. Cuando lleg¨® el cine, siempre hice teatro al mismo tiempo. Es lo que hago, estaba de gira por Europa y era Jep Gambardella.
P. Un personaje que se ha convertido en un icono.
R. S¨ª, es m¨¢s, lo que m¨¢s me entusiasma es que, para las generaciones j¨®venes que me conocen a trav¨¦s de ese personaje de ocasiones perdidas, de una decadencia complaciente, Gambardella es precisamente lo contrario de lo que hago en el teatro.
P. Aunque era un dandi, como Baudelaire.
R. Pr¨¢cticamente s¨ª, pero en el peor sentido, porque los propios amigos de Baudelaire se sorprenden al ver a ese hombre vestido de negro con guantes rosas tomar un rifle en las barricadas en 1848.
P. Algo que Gambardella nunca habr¨ªa hecho.
R. ?Nunca! Yo nunca he buscado el ¨¦xito, el divismo. Me he mantenido siempre a salvo porque el teatro me mantiene protegido. Me da equilibrio. Un espect¨¢culo que una noche no sale bien es tal frustraci¨®n para un actor que nunca te dar¨¢ la sensaci¨®n de haber conseguido ya todo, siempre te pone en guardia. Y adem¨¢s tengo la suerte de ser napolitano. N¨¢poles es una ciudad que te mantiene a salvo del narcisismo. Sales de un teatro, has tenido un gran ¨¦xito, y est¨¢s en una ciudad que es un mundo tan complejo, tan rico, que te sientes una parte del todo.
P. Nunca se ha ido de N¨¢poles. Muchos s¨ª.
R. Una raz¨®n es la que dec¨ªa, N¨¢poles es una ciudad que no te hace sentir protagonista, como si tuvieras la sensaci¨®n de estar siempre en deuda con ella. Dos: el idioma. Nunca he dicho una palabra en italiano con mis padres, siempre habl¨¦ en napolitano. Para comprender profundamente ciertas cosas que conciernen a la parte m¨¢s sincera de nosotros mismos, necesito mi lenguaje. Y el napolitano es un lenguaje teatral por excelencia, contiene en s¨ª mismo indicaciones de c¨®mo comportarte f¨ªsicamente. Y esto desde el punto de vista teatral es una riqueza enorme. Tercera raz¨®n, creo que cuanto m¨¢s atado est¨¢ uno a sus ra¨ªces, m¨¢s abierto est¨¢ a encontrarse con aquellos que son diferentes. Lo contrario de los separatistas, de los nacionalismos.
P. En Italia hay un talento esc¨¦nico para interpretar situaciones ya entre la gente corriente. Y tambi¨¦n da la sensaci¨®n de que la verdad no sabes d¨®nde est¨¢.
R. S¨ª, s¨ª, hay una definici¨®n de un antrop¨®logo para los napolitanos: tienen un comportamiento social recitado. Est¨¢ en la naturaleza del napolitano verse a s¨ª mismo vivir. Esto es un beneficio para quien hace mi trabajo. Pero muchas veces tambi¨¦n puede ser un perjuicio, puede usarse con fines negativos, es decir, no mostrar nunca¡
P. Ocultarse tras la m¨¢scara.
R. Exacto. Tambi¨¦n sabemos hasta qu¨¦ punto la vida est¨¢ hecha de m¨¢scaras e ilusiones, los napolitanos tienen una actitud extraordinaria e ir¨®nica ante la vida. Hasta tratan la muerte con una gran familiaridad. Nacer en N¨¢poles para un actor es una gran fortuna.
P. Se dice que los actores italianos se mueven entre dos extremos de referencia, Marcello Mastroianni y Gian Maria Volont¨¦. ?Usted d¨®nde est¨¢?
R. Yo por supuesto no me coloco en absoluto entre estos dos gigantes. Mastroianni es f¨ªsicamente, biol¨®gicamente chejoviano, parece que todo le resulte f¨¢cil, tiene una capacidad de describir una condici¨®n humana extremadamente cercana, lo sentimos como un amigo, como un hermano, como un padre. En mi opini¨®n, su naturalidad proviene sobre todo de una actitud que ya ten¨ªa ante la vida. Volont¨¦ es lo contrario. Es la obsesi¨®n por la documentaci¨®n, prepararse, nunca salirse del personaje hasta que no termina el trabajo, era como una mujer embarazada que despu¨¦s de nueve meses da a luz. ?l da a luz el personaje, es un parto. Son dos estilos de actor. En el caso de Mastroianni, serena, tan feliz, infantil como la de un ni?o jugando al juego m¨¢s hermoso del mundo. Y por otro lado, Volont¨¦ es la obsesi¨®n, la maceraci¨®n, el dolor. Son dos modelos. Yo, por las limitaciones de mi car¨¢cter, envidio mucho la condici¨®n de Mastroianni, que es inalcanzable para m¨ª, y tiendo a trabajar como Volont¨¦.
P. En La dolce vita, Mastroianni antes de entrar en la Fontana de Trevi dice: ¡°Nos hemos equivocado en todo¡±. Es una pel¨ªcula en realidad muy oscura. En muchos filmes italianos se explora este mal de vivir, el no saber d¨®nde se perdi¨® el camino, del personaje y de todo el pa¨ªs, se busca una receta para vivir. Como en su espect¨¢culo.
R. S¨ª. Fellini, que es universalmente reconocido como el director de la fantas¨ªa m¨¢s desenfrenada, en realidad ofreci¨® en algunas de sus pel¨ªculas una lecci¨®n de antropolog¨ªa del italiano y de Italia, de ese malestar, y todo el gran cine italiano lo hace.
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