¡®Anselm¡¯: el cineasta Wenders y el pintor Kiefer meditan sobre el arte y la herida nazi

Anselm Kiefer naci¨® en el a?o cero de Alemania, y as¨ª lo ha reconstruido Wim Wenders. Al igual que el ni?o de la inmortal pel¨ªcula de Roberto Rossellini, que juega entre la destrucci¨®n f¨ªsica y el derrumbe moral de un pa¨ªs. Sin entender, con ansias de o¨ªr, con ganas de entender y con hambre de epatar. Kiefer, pintor y escultor alem¨¢n adscrito al neoexpresionismo, figura fundamental del arte de su pa¨ªs en el ¨²ltimo medio siglo, naci¨® en marzo de 1945. Wenders, en agosto del mismo a?o. Y eso marca.

Considerado por algunos cr¨ªticos como un ¡°maestro de la irritaci¨®n sutil¡±, Kiefer dibuj¨® su casa siendo un cr¨ªo con las distintas estancias abiertas en canal, a la manera de los tebeos de 13, Rue del Percebe, aunque por una raz¨®n mucho m¨¢s contundente: tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial las casas apenas conservaban las paredes; abiertos los hogares al viento de la autodestrucci¨®n o de la reconstrucci¨®n tras la derrota del nazismo. En ese dibujo infantil, una estancia paradigm¨¢tica: el cuarto de los ni?os malos. Desde entonces, Kiefer ha reflexionado sobre aquel tiempo sombr¨ªo y cruel del modo m¨¢s enigm¨¢tico. Rompiendo tab¨²es con continuidad.

As¨ª lo retrata Wenders en uno de esos documentales tranquilos tan suyos: Rel¨¢mpago sobre agua (1980), sobre el cineasta Nicholas Ray; Tokyo-Ga (1985), sobre otro director, Yasujiro Ozu; The Soul of a Man (2003), con los pioneros de la m¨²sica americana; Pina (2011), acerca de la core¨®grafa Pina Bausch; La sal de la tierra (2014), sobre el fot¨®grafo Sebasti?o Salgado. Tan misteriosos como sus personajes. Narrados con sus personal¨ªsimas voz y dicci¨®n, y a trav¨¦s de im¨¢genes elegantes y limpias, pero cargadas de significados interiores. Anselm, que as¨ª se titula con sencillez, es el ¨²ltimo de ellos. Dirigido adem¨¢s en un 2023 de triunfos para Wenders, pues tambi¨¦n es la temporada de su ¨²ltima obra maestra: Perfect Days.

Para retratar a Kiefer, su trabajo y su ideario, Wenders utiliza algunas im¨¢genes audiovisuales de archivo, tanto de entrevistas con el artista como de la posguerra mundial. Pero tambi¨¦n ejercita el siempre discutible recurso de las recreaciones con un par de actores interpretando al artista (en la infancia y en la mediana edad). Sin texto, solo con imagen, tienen una enorme eficacia. Ahora bien, el principal reclamo de la pel¨ªcula es su figura actual, cerca de convertirse en octogenario, trabajando en su taller de Croisy, en las afueras de Par¨ªs. Una nave mastod¨®ntica con aspecto de pel¨ªcula cyberpunk, hogar de montones de piezas de todos los tama?os, que Kiefer recorre en su bicicleta, como un juego. Igual que el cr¨ªo de Alemania, a?o cero recorr¨ªa los escombros de su ciudad entre el trauma del nazismo. Y he ah¨ª la principal clave de la obra del artista, y tambi¨¦n de la pel¨ªcula de Wenders, un documental art¨ªstico, cultural y pol¨ªtico para espectadores abiertos a la calma, a la reflexi¨®n y a la belleza tenebrosa del alma humana.

Con ecos de la poes¨ªa de Paul Celan y de la filosof¨ªa y del pasado nazi de Martin Heidegger, Anselm, a trav¨¦s de la obra del pintor, se introduce en la herida abierta en la historia de Alemania. Y en esa l¨ªnea est¨¢ presente la habitual ruptura de tab¨²es de Kiefer, tildado a veces de fascista y de neorreaccionario por sus trabajos con algunos de los mitos de la historia germana, como el poeta Friedrich H?lderlin, el compositor Richard Wagner o el arquitecto Albert Speer, ensalzados en su d¨ªa por el nacionalsocialismo. ¡°No tiene sentido abandonar ciertos temas y figuras solo porque los nazis los malinterpretaran¡±, dijo en su d¨ªa.

Las im¨¢genes finales de la reconstrucci¨®n alemana tras la guerra evocan, m¨¢s que el sentimiento de culpa, el deseo de una nueva Alemania que avance, aunque siempre sin olvidar. Wenders y Kiefer, ambos de 79 a?os, fueron ni?os del a?o cero alem¨¢n. Ahora buscan la luz y la meditaci¨®n con un documental poco convencional.