¡®Vivir el momento¡¯: un caprichoso rompecabezas de amor bobo
Ni el talento de Florence Pugh y Andrew Garfield, sus protagonistas, salvan este drama amoroso con rancio toque de pel¨ªcula de cocina
Algunos creadores se creen artistas solo por romper su relato en mil pedazos y ciscarse en el orden cronol¨®gico. Pero para ser Nicolas Roeg o Julio Cort¨¢zar, para ser brillante con las desestructuras narrativas, para trasladar las historias a una nueva dimensi¨®n, para obtener una lectura que no tendr¨ªan si se hubiesen puesto las piezas en el orden convencional, hay que tener mucho m¨¢s talento del que muestran John Crowley desde la direcci¨®n y Nick Payne en el guion de la producci¨®n brit¨¢nica Vivir el momento. Rayuela, de Cort¨¢zar, en literatura, y Contratiempo, de Roeg, en cine, podr¨ªan ser el paradigma de la fragmentaci¨®n verdaderamente art¨ªstica. La pel¨ªcula de Crowley y Payne, el del mero capricho.
Vivir el momento pretende ser una gran historia de amor. Aun con sus diferencias, que son muchas, en la l¨ªnea de la serie televisiva del momento: la espa?ola Los d¨ªas nuevos, de Sorogoyen, Fabra y Cano. Otro artefacto de dispositivo que elige algunos de los peque?os o de los grandes momentos de una relaci¨®n sentimental, aunque en este caso desordenados hasta un cierto sinsentido. De hecho, en el ¨²ltimo trecho, se olvidan de que han elegido la f¨®rmula del rompecabezas dram¨¢tico para contar con una amplitud desacostumbrada hasta ese momento un episodio que, de por s¨ª, quiz¨¢ sea de los menos interesantes de su relaci¨®n: la lucha de ella, cocinera profesional de ¨¦xito, por el Bocuse d¡¯Or, la competici¨®n m¨¢s prestigiosa del mundo en el sector, en unas circunstancias personales muy especiales.
Un episodio preferente en la historia que parece decirnos cu¨¢l es el gran tema que pulula alrededor de la pel¨ªcula: la segmentaci¨®n de la existencia del ser humano entre el amor a una persona, la conquista personal en lo profesional, y la salud, que todo lo marca. Material sin duda interesante, al que hay que sumar otros de semejante calado. Algunos, expuestos con cierto sentido, y otros por los que se pasa de soslayo sin la menor trascendencia: las diferencias en la pareja entre el car¨¢cter met¨®dico de ¨¦l y el espont¨¢neo de ella; la dicotom¨ªa, cuando se est¨¢ enfermo, entre el tiempo de calidad y la cantidad de tiempo; la necesidad (o no) de tener hijos y los conflictos que pueden crear sus diferencias (¡°Hay un mundo en el que los ni?os no son lo m¨ªo¡±); la obstinaci¨®n en huir ¡°de todas las condiciones heteronormativas¡±; la cargante tendencia masculina a inmiscuirse en el universo femenino de la amistad; y las dificultades para sobrellevar los reveses en materia de concepci¨®n.
Crowley, director de la bonita pero remilgada Brooklyn (que sorprendentemente aspir¨® al Oscar a la mejor pel¨ªcula de 2015), y que hace un par de a?os ensay¨® el relato de dispositivo y la desestructura en la interesante serie Una y otra vez, ha compuesto una pel¨ªcula que aparenta m¨¢s de lo que es gracias a sus dos excelentes protagonistas (Florence Pugh y Andrew Garfield), a su toque elegante y c¨¢lido (pese a sus interferencias y afectaciones) y, sobre todo, a ese artificio de la fragmentaci¨®n que parece otorgar presencia art¨ªstica.
Sin embargo, adem¨¢s de que tanto los momentos de complicidad de la pareja como los de comedia est¨¢n expuestos desde una falsa ocurrencia que casi da verg¨¹enza ajena, a la pel¨ªcula le falta grandeza por los cuatro costados. Y no necesariamente intelectual, sino simple grandeza humana, y dejarse de bobadas graciosillas y de su rancio toque de pel¨ªcula de cocina.
Vivir el momento
Dirección: John Crowley.
Intérpretes: Florence Pugh, Andrew Garfield, Adam James, Marama Corlett.
Género: romance. Reino Unido, 2024.
Duración: 107 minutos.
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