La libertad sexual de Emma Stone reta al festival de Venecia y al mundo entero
La actriz afronta numerosas secuencias de desnudo en la orgi¨¢stica ¡®Poor Things¡¯, de Yorgos Lanthimos, para encarnar a una mujer sin tab¨²es guiada solo por su sed de conocimiento y placer
Desde que resucit¨®, Bella Baxter ya no es la misma. Algo pasa con su cerebro, debe aprenderlo todo de nuevo. Decir ¡°hola¡± le supone d¨ªas de esfuerzos. Ni hablar de avisar cuando se hace pis. La chica, eso s¨ª, mejora r¨¢pido. En poco tiempo ya sabe indicar en el mapa Sudam¨¦rica, ah¨ª donde le han contado que murieron sus padres. Y, a medida que entiende, tambi¨¦n se opone, discute, quiere m¨¢s. De acuerdo, el cient¨ªfico al que llama Dios ¡ªes su nombre, al fin y al cabo¡ª siempre la ha tratado con cari?o. Pero, fuera de su hogar, hay un mundo entero por explorar. Y, tal vez, m¨¢s placeres como el que ha descubierto roz¨¢ndose entre las piernas. Junto con ella, la Mostra de Venecia se ha lanzado este viernes a un enloquecido viaje hasta los l¨ªmites del sexo, los esquemas sociales y el libre albedr¨ªo. Cortes¨ªa de Yorgos Lanthimos y su Poor Things. Y de una interpretaci¨®n dificil¨ªsima de Emma Stone. Quiz¨¢s el filme no llegara a culminar su ¨¦xtasis. Pero se qued¨®, sin duda, entre los mayores placeres del festival.
De ah¨ª que aumentara, a la vez, la pena por la ausencia de la int¨¦rprete en el Lido. Ni la rebeld¨ªsima Bella Baxter ha querido cuestionar la firmeza de la huelga de actores y guionistas contra grandes estudios y plataformas de Hollywood: nada de promoci¨®n, y punto. Le toc¨® al cineasta griego, pues, responder a las preguntas que sobrevolaron la proyecci¨®n: de d¨®nde sac¨® Stone el valor para encarnar a tan arriesgado personaje, c¨®mo afront¨® tantas secuencias de desnudo, cu¨¢l fue el mayor reto. Aunque el propio Lanthimos aclar¨®, ante todo, que compart¨ªa el sentimiento com¨²n a la sala: ¡°Es una l¨¢stima que Emma no est¨¦ aqu¨ª¡±. Es lo que tiene un par¨®n, y respetarlo.
El personaje, en cambio, rechaza cualquier regla. ¡°No se hace¡±, le repiten. ¡°No es admisible¡±, le insisten. En absoluto, sin embargo, logran pararla. Bella Baxter no reprime sus deseos: los satisface. Declara repugnante lo que le parece tal. Persigue lo que le fascina, deja atr¨¢s lo que le aburre. A costa de adentrarse tambi¨¦n en las sombras del mundo: verg¨¹enza, dolor, pobreza. Devora, en definitiva, la vida a bocados. Incluido ese ¡°saltar furioso¡± encima de otros humanos que tanto le gusta: no ve por qu¨¦ no hacerlo con quien y cuando siente ganas.
Cada vez que desviste su cuerpo, la criatura desnuda tambi¨¦n las absurdeces de la sociedad. Y, adem¨¢s, las que conlleva nacer con una vagina: patriarcado, puritanismo, condescendencia. Todos esos hombres que pretenden guiar su vida y acaban perdidos tras su estela, llorando por las esquinas. Aunque, a la vez, est¨¢n esas hermanas que hace por el camino. Por m¨¢s que le hablen de grandes ideales, Bella prefiere la acci¨®n. Todo instinto, cero tab¨²es. Como un beb¨¦ con cuerpo de mujer. O como una adulta empoderada, decidida y consciente. Tanto como para difundir cierta envidia y crisis de conciencia por las butacas. Ella, en la pantalla, lib¨¦rrima. Y el espectador, enfrente, encerrado en su jaula de convenciones. ?Cu¨¢ndo dej¨® de hacer lo que le apetec¨ªa? ?Qu¨¦ gan¨® a cambio? ?Mereci¨® la pena?
El genio del cineasta tambi¨¦n resulta digno de admiraci¨®n. A veces falla, pero siempre prueba, cambia, se la juega. Tras la peculiar¨ªsima familia de Canino, o las disparatadas intrigas de palacio de La favorita, Lanthimos invita al p¨²blico a una nueva orgia visual y creativa. El foco se alarga y se estrecha, los colores se saturan, Lisboa o Par¨ªs lucen alucinantes, los coitos se multiplican, las risas se repiten, igual que las bocas abiertas. Imposible, sin embargo, que el asombro dure dos horas y 20 minutos. Hasta la mayor sorpresa, si repetida, se vuelve norma, incluso aburrimiento. Y el propio idilio con la pel¨ªcula baja as¨ª alg¨²n escal¨®n. M¨¢s orgasmo arrollador que amor duradero. M¨¢s romance de verano que matrimonio para siempre. Adi¨®s, pero gracias por el baile.
¡°Era muy importante que el filme no fuera p¨²dico, porque estar¨ªa traicionando totalmente al personaje [sacado de la novela hom¨®nima de Alasdair Gray]. Deb¨ªamos confiar en que Emma no se avergonzara de su cuerpo, la desnudez, o la implicaci¨®n en esas secuencias. Y ella lo entendi¨® de inmediato¡±, afirm¨® Lanthimos. Desde luego, una vez visto el filme, no se antojaba sencillo. Seguramente ayudara la presencia en el plat¨® de una coordinadora de intimidad. El griego reconoci¨® que, al principio, muchos cineastas percibieron con ¡°escepticismo¡± estas figuras. Algunos las ve¨ªan directamente como censoras. Pero ¨¦l se dio cuenta de que la necesitaba, y constat¨® que lo hab¨ªa hecho ¡°m¨¢s f¨¢cil para todos¡±.
Hace apenas unos a?os que estas profesionales colaboran con directores e int¨¦rpretes para filmar las secuencias m¨¢s delicadas sin incomodar a nadie. Aunque hubieran venido bien, sin duda, tambi¨¦n en la Cinecitt¨¤ de los a?os cincuenta. Probablemente, eso s¨ª, no habr¨ªan sabido por d¨®nde empezar. Porque Finalmente l¡¯alba, de Saverio Costanzo, tambi¨¦n presentado este viernes en el concurso, regresa a aquella era dorada y fant¨¢stica de los estudios romanos, donde en un rodaje pod¨ªa suceder todo, y su contrario. As¨ª lo descubre la joven Mimosa, reclutada casi por casualidad para la gran f¨¢brica de las pel¨ªculas. Desde dentro, sin embargo, se parece solo en parte a lo que la chica so?aba e idolatraba.
El brillo de las estrellas no las salva de inseguridad y mezquindades. Los amigos se confunden con los rivales, a un abrazo puede seguir una traici¨®n. Una l¨ªnea muy fina, en definitiva, separa magia e hipocres¨ªa, arte y violencia. Igual que la ni?a encuentra a un le¨®n, se cruza acto seguido con depredadores incluso m¨¢s feroces: los desconocidos que le piden abrir la camiseta.
Es curioso que Costanzo subraye c¨®mo los hombres han contado de forma sesgada a las mujeres. A priori, se le podr¨ªa cuestionar por la misma raz¨®n. Aunque el cineasta ya mostr¨® en su adaptaci¨®n a la televisi¨®n de La amiga estupenda, la saga literaria de Elena Ferrante, la capacidad de narrar con matices y ¨¦xito, sin prejuicios, a la otra mitad del mundo. El problema del filme se encuentra, m¨¢s bien, en otro lado. El mismo del tercer largo en concurso, Bastarden, de Nikolaj Arcel, y de buena parte de la Mostra vista hasta ahora: pel¨ªculas v¨¢lidas, pero can¨®nicas, incluso conservadoras. Un festival como este debe acoger la vanguardia del s¨¦ptimo arte. Muchas obras, en cambio, parecen conformarse con el aprobado, en vez de aspirar al notable. Debe de ser que tiene raz¨®n Bella Baxter: es f¨¢cil atrincherarse en las convenciones. Lo que cuesta es romperlas.
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