Rehabilitaci¨®n (con sorpresa) del edificio m¨¢s antiguo del Ensanche de Barcelona
La recuperaci¨®n de La Carboner¨ªa es una historia de urbanismo, okupaci¨®n, pol¨ªtica, arte urbano, instinto comercial e ingenio arquitect¨®nico
Mucho antes de que La Carboner¨ªa fuera okupada y se convirtiera en un icono pol¨ªtico y de arte urbano, entre 2004 y 2008, el edificio enfad¨® al autor del Eixample de Barcelona, Idelfons Cerd¨¢. Y lo enfrent¨® al Ayuntamiento de esa ciudad. Corr¨ªan los primeros d¨ªas de la d¨¦cada de 1860. Y se debat¨ªa c¨®mo adoptar los inmuebles al Ensanche del urbanista. El Ayuntamiento quer¨ªa otra gran avenida. Cerd¨¢, no. Defend¨ªa el ensanche racional y socialmente progresista que el Ministerio de Fomento hab¨ªa aprobado. Pero, el consistorio barcelon¨¦s ¡ªexplica el arquitecto ?ngel Borrego¡ª quer¨ªa grandes avenidas para la capital de Catalu?a.
Este enfrentamiento acab¨® afectando a los constructores de la ¨¦poca. Incluido al humilde Tarrag¨®, el promotor original de La Carboner¨ªa, un edificio modesto que hoy es, sin embargo, el m¨¢s antiguo ¡ªen pie¡ª del Eixample. Como ese inmueble se proyect¨® en medio de la pol¨¦mica entre el Consistorio y Cerd¨¢, y como la parcela de su futuro edificio pod¨ªa verse afectada por la propuesta de ese supuesto gran bulevar, al estilo de los Campos El¨ªseos de Par¨ªs, su dise?o original reflej¨® esa incertidumbre. El promotor solucion¨® la duda colocando fachadas en todas las orientaciones del inmueble. Sin embargo, una de ellas qued¨® oculta al quedar descartado el bulevar.
Borrego cuenta que cuando recibi¨® el encargo de rehabilitar La Carboner¨ªa, el edificio guardaba esa sorpresa: el Ayuntamiento lo hab¨ªa declarado patrimonio protegido precisamente porque es el m¨¢s antiguo del Eixample. De modo que se enfrent¨® a retos hist¨®ricos, culturales ¡ªla convivencia de memorias¡ª, ecol¨®gicos y por supuesto arquitect¨®nicos. Para cumplir con las directrices del Ayuntamiento, la fachada posterior de La Carboner¨ªa deb¨ªa ser devuelta a su estado original. Esto es: deb¨ªa recuperar los grandes ventanales pensados para mirar a una gran avenida que nunca existi¨®.
?D¨®nde deb¨ªan mirar ahora? ?A la medianera? Borrego propuso que los vecinos se miraran en el patio. Solo en el patio, como llegando y saliendo de casa. Decidi¨® empujar el desaparecido n¨²cleo de comunicaciones fuera del edificio y conectarlo a las viviendas mediante pasarelas que permiten ver y tocar esa fachada. El resultado es un palimpsesto que habla del tiempo y un laberinto en el que nadie se pierde y se multiplica la convivencia.
M¨¢s all¨¢ de reordenar el espacio y cumplir con la protecci¨®n de un edificio sin mimetismos, Borrego ha reutilizado todo tipo de materiales, redundando la idea de recuperar las partes f¨ªsicas, adem¨¢s de la historia del inmueble. ¡°Las pasarelas saltan hoy por encima del antiguo Camino de Ronda y acercan y hacen visible esta fachada oculta que pasa a formar parte de la vida cotidiana de los vecinos¡±, explica. Cuenta tambi¨¦n que los t¨¦cnicos municipales apoyaron la idea, a pesar de ser formal y normativamente poco ortodoxa (la normativa de protecci¨®n del patrimonio exig¨ªa la restauraci¨®n de las fachadas a su estado original, algo que las pasarelas, en esencia, modifican) porque de lo contrario, la fachada hubiese continuado oculta a la vida cotidiana y, con ella, quedaba invisible una representaci¨®n de los hechos que dieron lugar a la Barcelona moderna.
El inmueble parece haberse dado la vuelta. Su fachada m¨¢s llamativa queda escondida, en un patio interior. Las pasarelas quebradas se sujetan sin tirantes gracias a un cruce de vigas y logran, con su tono claro, un aspecto ligero. El resultado es un edificio reforzado, saneado y recuperado que, gracias al ingenio de un arquitecto, permite la convivencia entre vida y patrimonio y deja hablar a la historia a capas, sin empujones ni borrones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.