Una vida contada en casas
El escritor italiano Andrea Bajani recorre las viviendas que ha habitado, de ni?o y de adulto, temporal o mentalmente, con una arquitectura de dormitorios y sue?os
?Nuestras casas saben bien c¨®mo somos? Creo que este verso de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez es el que m¨¢s he utilizado para escribir sobre la vivienda como retrato, deseo, castillo o escaparate. El escritor Andrea Bajani (Roma, 47 a?os) desarrolla esa idea de la casa como retrato en El libro de las casas (Anagrama), recorriendo la geograf¨ªa ¡ªde Roma a Tur¨ªn¡ª y la arquitectura ¡ªde un s¨®tano a una casa se?orial¡ª de su vida. Pero el libro no solo habla de ¨¦l.
Esta singular novela disecciona la arquitectura ¡ªa partir de su capacidad para aislar o empujar, acoger o expulsar, dar un paso atr¨¢s o aparentar¡ª y el urbanismo. Para hacerlo, se aparta de las personas ¡ªadjetiv¨¢ndolas, o llam¨¢ndolas por su papel en el relato: yo, esposa, hija, padre, madre¡ª y convierte a las viviendas en protagonistas con nombre propio en may¨²sculas: Casa de Familia, Casa del Abuelo que nunca existi¨®, Casa del Adulterio, Casa Se?orial de Familia o Casa de la Felicidad.
Otras casas son m¨¢s metaf¨®ricas, y, siendo reales, no han sido habitadas por Bajani m¨¢s que mentalmente. Pero construyen el contexto cronol¨®gico-mental de la historia, ubican la mente de quienes protagonizaban aquellos momentos de su vida. As¨ª, aparece sin nombrarlo el zulo donde fue secuestrado Aldo Moro. O Casa de la Muerte del Poeta introduce a Pier Paolo Pasolini tambi¨¦n sin nombrarlo. Y describe el barrio donde se encontraba. ¡°Si en otros barrios se construyen edificios de varias plantas, en el Idroscalo no pasan de la primera. No son empresas constructoras, sino manos desnudas e inexpertas. Pero el sue?o sigue siendo el mismo: el sue?o peque?oburgu¨¦s de ser protagonista del progreso teniendo casa propia¡±.
Eso, fijarse en las casas en lugar de en las personas para describir las vivencias, produce un efecto igualador. Casi todas las reflexiones personales podr¨ªan ser universales. Veamos: ¡°La Casa de Familia se ha formado por la uni¨®n de dos mobiliarios preexistentes. Es f¨¢cil saber qu¨¦ objetos son de Yo y qu¨¦ objetos son de Esposa e Hija, es f¨¢cil reconstruir las dos casas originales¡±. Est¨¢ en un barrio de Tur¨ªn donde hay ¡°pasteler¨ªas, domingos de dulces, restaurantes con familias bien vestidas, pero todo sin ostentaci¨®n. A dos metros de la estaci¨®n central¡±.
En la Casa del Colch¨®n habitan estudiantes. Pasan fr¨ªo. Y ¡°nadie habla de revoluci¨®n, lo importante es no volver a casa de los padres¡±. La Casa Se?orial de Familia, en cambio, ¡°aunque est¨¢ solo a dos calles, se sit¨²a bastante m¨¢s arriba en la escala social: supone pasar de clase media acomodada a burgues¨ªa rica y con solera¡±. Tiene ¡°suelos de m¨¢rmol y, donde no hay m¨¢rmol, parqu¨¦ como Dios manda. Para Esposa es como volver a la clase de la que proviene; para Yo, es cumplir un sue?o peque?oburgu¨¦s¡±. En el barrio donde est¨¢ la casa ¡°la fruta se ofrece a los vecinos bien dispuesta y sin polvo: la buena educaci¨®n se extiende al reino vegetal. Los precios rara vez se muestran, es cuesti¨®n de buena crianza. Son elevados y eso tranquiliza: el precio selecciona al cliente¡±. En el portal, ¡°la portera limpia ese suelo dos o tres veces al d¨ªa. Contagiada del se?or¨ªo con el que se codea, se ensa?a con los criados y trata de usted a los propietarios. Tambi¨¦n a los obreros, pero es una amabilidad detergente¡±. Y Bajani, el ¡°Yo¡± del libro, ¡°mantiene la casa, la limpia de ¨¢caros e insectos y contiene la hemorragia de los gastos¡±.
La Casa de los Recuerdos Fugados ¡°es la caja negra de lo que Yo no recuerda, contiene aquello que hasta la memoria ha expulsado, aunque haya ocurrido. Es lo que le permite a Yo decir constantemente Yo, sabiendo que miente¡±. Y La Casa del S¨®tano, Sucursal de la Playa, le sirve a Bajani para hablar de su propia familia tanto como de urbanismo: ¡°El concepto b¨¢sico es que la costa, la playa, produce beneficio. Urban¨ªsticamente, supone construir a gran velocidad y con mucho hormig¨®n. Socialmente, la idea de veranear se adapta al capitalismo: ya no es el chal¨¦, sino el bloque de viviendas, ya no son unos pocos, p¨¢lidos y bien vestidos, sino todos, vestidos igual¡±.
Las paredes levantadas por Bajani encierran dolor y amor, vidas ficticias y reales, b¨²squedas y equivocaciones; seres humanos pasivos e ilusiones perdidas, miedo, muerte y enfermedad. Tambi¨¦n esperanza y autoconocimiento. Hay abrazos tras un divorcio y abrazos que no se sabe que van a ser los ¨²ltimos. Lo habr¨¢n visto, el libro de las casas de Bajani cuenta, en realidad, su vida.
Babelia
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