Will Smith y la hipocres¨ªa dorada de Hollywood
Pese a su evidente p¨¦rdida del norte, el actor celebr¨® su Oscar en la fiesta de ¡®Vanity Fair¡¯ como si nada. La industria ha demostrado que solo conoce una bandera, la del negocio
En Good Hair, documental de 2009 dirigido por Chris Rock, el c¨®mico de Carolina del Sur indagaba en los complejos de las mujeres afroamericanas con su pelo. Lo hac¨ªa desde la caricatura y el chiste pese a que el asunto, seg¨²n el filme, roza el tab¨² colectivo. Con el pelo de esas mujeres, ni media broma, ven¨ªa a decir Rock, que reun¨ªa a representantes de diferentes generaciones en este hilarante filme sobre los secretos pol¨ªticos, sociales, econ¨®micos y est¨¦ticos del cuero cabelludo de las negras.
En un pa¨ªs donde la libertad de expresi¨®n es sagrada, el pasado domingo un c¨®mico abofete¨® a otro c¨®mico por un chiste sobre la calva de su mujer, rebajando la 94? gala de los premios Oscar a un tugurio de Los ?ngeles o de Filadelfia, ciudad donde naci¨® hace 53 a?os Will Smith, todo un ¨ªdolo de la cultura afroamericana que a partir de ahora tendr¨¢ que lidiar con la carga de haber contribuido ante millones de espectadores al fatal estereotipo del hombre negro violento y peligroso contra el que lleva a?os luchando el movimiento Black Lives Matter. A todos los que le vieron perder los estribos en directo, o desde casa, se les cort¨® la digesti¨®n de una gala que ya no se repuso y que a¨²n traer¨¢ cola. La inicial tibieza de la Academia se corrigi¨® el lunes con la apertura de un expediente a Smith que podr¨ªa derivar en una investigaci¨®n y en alg¨²n tipo de sanci¨®n disciplinar. La reacci¨®n del actor, o de sus representantes, no tard¨® en llegar con un comunicado colgado en Instagram: ¡°La violencia en todas sus formas es venenosa y destructiva. Mi comportamiento fue inaceptable e inexcusable¡±.
La esposa de Will Smith, Jada Pinkett Smith, padece alopecia y ha declarado en varias ocasiones que su empe?o es visibilizar y normalizar una enfermedad que afecta a muchas mujeres. Pese a ello, a Pinkett Smith se le torci¨® el gesto cuando Rock la compar¨® con la rapada Demi Moore en La teniente O¡¯Neil. El desafortunado chiste, que no estaba en el guion, provoc¨® el vergonzoso incidente.
Hace dos a?os, la Universidad del Sur de California (USC) cancel¨® una exposici¨®n dedicada a las pel¨ªculas de John Wayne acusando de racista al protagonista de Centauros del desierto, cl¨¢sico de John Ford que es un claro ajuste de cuentas contra la tradici¨®n racista del w¨¦stern. El principal argumento de esta acusaci¨®n se remontaba a la actitud de Wayne cuando en 1973 Marlon Brando gan¨® el Oscar por El padrino y en su nombre sali¨® a rechazar la estatuilla la activista apache Sacheen Littlefeather. Al menos seis personas tuvieron que rebajar a un Wayne fuera de s¨ª por el discurso que Littlefeather pronunci¨® denunciando el denigrante tratamiento de los nativos americanos en el cine.
El domingo de madrugada, la familia Smith se fue a celebrar su Oscar despu¨¦s de un discurso plagado de l¨¢grimas autocompasivas y excusas delirantes, que, por desgracia, muchos dentro y fuera de Hollywood compraron. En el escenario, Will Smith mostr¨® una cara inquietante y preocupante. Un ¨ªdolo iluminado, que ha ganado un Oscar interpretando al padre iluminado de otros dos ¨ªdolos de la comunidad afroamericana, ostent¨® su poder (terrenal y divino) de manera impresentable con un arrebato de violencia f¨ªsica que jam¨¢s deber¨ªa equipararse con la verbal, por muy ofensiva que esta sea. ¡°Estuve fuera de lugar y me equivoqu¨¦¡±, dec¨ªa ayer el comunicado que rebat¨ªa las pobres justificaciones de Smith sobre el escenario.
En un pozo
Pese a su evidente p¨¦rdida del norte, Will Smith celebr¨® su Oscar en la fiesta de Vanity Fair como si nada, mientras a Rock no se le volvi¨® a ver (ay) el pelo. Esa imagen festiva bajo la cabecera de una compa?¨ªa con un f¨¦rreo c¨®digo de correcci¨®n pol¨ªtica resum¨ªa la hipocres¨ªa de una industria sin escr¨²pulos que solo conoce una bandera, la del negocio.
Cuesta creer que un suceso tan desagradable se pasase por alto en un mundo donde ya no se tolera ni media. El da?o a la gala de los Oscar es irreversible, porque lo que aflor¨® en el teatro Dolby de Los ?ngeles es el lado oscuro de una industria que no est¨¢ para muchos golpes que la bajen, definitivamente, a tierra. Un espect¨¢culo bochornoso en una ceremonia que en su obsesi¨®n por atraer m¨¢s audiencia y nuevos p¨²blicos cava cada vez m¨¢s hondo en el pozo de la absoluta irrelevancia.
En Good Hair, Chris Rock reivindica la libertad para que cada mujer disfrute de su propia belleza y eso incluye a la dise?adora de interiores Sheila Bridges, una mujer calva que ha decidido mostrar su alopecia y no llevar peluca. El c¨®mico la mira con admiraci¨®n cuando dice: ¡°Quiero mirarme al espejo y sentirme guapa. Nuestra autoestima depende de nuestra cabellera y eso es algo inasumible, y m¨¢s para una mujer negra¡±. Cuesta, con estos precedentes, adivinar mala intenci¨®n en la broma de Rock, cuyo cuajo en el escenario del Dolby fue, por cierto, admirable. Sea como sea, lo que est¨¢ por ver ahora es qu¨¦ c¨®micos se atrever¨¢n a soltar su lengua contra una audiencia que se cree con derecho a censurar, tambi¨¦n a bofetones, sus chistes.
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