¡®Country¡¯, cine, televisi¨®n y predicadores: de c¨®mo los evang¨¦licos blancos fracturaron EE UU
Un demoledor ensayo revela c¨®mo estos religiosos estadounidenses han creado una cultura de consumo en la que se defiende el supremacismo, el patriarcado, el racismo o la xenofobia
De Barack Obama a Donald Trump. El 20 de enero de 2017 fue el d¨ªa en el que Estados Unidos oficializ¨® un cambio hist¨®rico en la Casa Blanca al sustituir un presidente por otro, un dem¨®crata y un republicano, pero, sobre todo, dos modelos tan antag¨®nicos: el primer mandatario negro del pa¨ªs, progresista y dialogante, sustituido por un multimillonario reaccionario, ultraconservador y supremacista. ?C¨®mo pudo ser posible? Esta pregunta que se repiti¨® incansablemente en tertulias y tribunas de prensa en su d¨ªa tiene hoy una interesante respuesta en Jes¨²s y John Wayne. C¨®mo los evang¨¦licos blancos corrompieron una fe y fracturaron una naci¨®n (Capit¨¢n Swing), un demoledor ensayo escrito por la historiadora Kristin Kobes Du Mez, firma recurrente de The New York Times, The Washington Post o NBC News.
¡°El 81% de los votantes evang¨¦licos blancos votaron a Trump frente a Hillary Clinton y demostraron ser cruciales en la elecci¨®n¡±, escribe Du Mez, quien se pregunta c¨®mo pudo ser posible que se llevase tantos apoyos de los millones de conservadores con ¡°valores familiares¡± un personaje como Trump, la ant¨ªtesis de un salvador inspirado en Jes¨²s y que contraven¨ªa todos y cada uno de los principios por los que los evangelistas aseguran regirse. A partir de un detallado repaso a la evoluci¨®n del evangelismo estadounidense en el siglo XX, la historiadora, especializada en estudios de g¨¦nero, religi¨®n y pol¨ªtica, revela c¨®mo se hab¨ªa ido gestando un ambiente pol¨ªtico y social propicio a trav¨¦s de las ¨²ltimas d¨¦cadas para que sucediese un cambio tan radical.
Una cultura desarrollada con determinaci¨®n y disciplina que solo necesitaba de un l¨ªder que, como Trump, representase el cumplimiento de los valores evang¨¦licos blancos m¨¢s profundamente arraigados, como el patriarcado, el autoritarismo, la pol¨ªtica exterior agresiva, el miedo al islam y la oposici¨®n al movimiento feminista, Black Lives Matter o la comunidad LGTBIQ+.
De esta forma, el libro desarrolla un pormenorizado estudio de la cultura popular evang¨¦lica, ¡°un sistema de autoridad m¨¢s poderoso que el evangelismo tradicional¡±. Es decir, los pastores de parroquia dejaron de ser influyentes por todo un entramado de consumo evang¨¦lico que opera a lo largo y ancho del pa¨ªs. Productos religiosos como revistas, libros, discos, pel¨ªculas, emisoras de radio, programas de televisi¨®n, conferencias ministeriales, blogs y merchandising se suceden dentro de una ideolog¨ªa conservadora, machista y que defiende la violencia. En este sentido, el sistema est¨¢ tan articulado desde la d¨¦cada de los setenta que, si surge alguna voz cr¨ªtica, queda fuera del mismo, como cuando las tiendas LifeWay Christian Stores, la mayor cadena de venta al por mayor cristiana, retira los productos de las visiones disidentes a la ortodoxia conservadora relacionada con la sexualidad, el g¨¦nero o la raza.
Conviene detenerse aqu¨ª. Du Mez repasa esta cultura evang¨¦lica repleta de figuras decisivas como Billy Graham, el predicador showman e influyente que fue el primero en conectar con una masculinidad ruda y agresiva. Es quiz¨¢ el representante m¨¢s simb¨®lico de todo el sistema que acabar¨ªa desarroll¨¢ndose con los a?os. Desde los a?os cincuenta, Graham hizo sentir su influencia por todo Estados Unidos y en muchas partes del mundo a partir de su convicci¨®n religiosa y una presencia esc¨¦nica muy sagaz. De hecho, era visto como un modelo a seguir por evangelistas: muchos quer¨ªan copiar su cadencia al predicar, sus gestos e incluso su peinado. De esta forma, llev¨® a otro nivel su rol de evangelista, desde predicar en sitios peque?os cubiertos por lonas hasta los podios de estadios repletos en varias de las grandes ciudades del planeta.
El libro tambi¨¦n tiene lecturas musicales. Resulta especialmente aclarador en este terreno con el cantante country Pat Boone, una figura que compiti¨® en los a?os cincuenta por el reinado de las listas de ¨¦xito con Elvis Presley. Nunca hubo rivalidad entre ellos, pero s¨ª es verdad que ambos representaron dos espectros muy distintos de la sociedad norteamericana a mitad del siglo XX, antes de que Presley fuera devorado por las decisiones del Coronel Parker y acabara despojado de casi todo su esp¨ªritu rebelde. Boone era un modelo de conformidad con los valores estadounidenses propugnados en los a?os de la posguerra hasta el punto de que algunos periodistas le ve¨ªan como el ant¨ªdoto contra el virus con el que Presley amenaz¨® con infectar a la juventud de la naci¨®n. Boone ten¨ªa una imagen absolutamente limpia y era conocido como un actor que ¡°no besar¨ªa a una mujer en la pantalla que no fuera su esposa¡±. Su rol dentro de la Iglesia de Cristo (una gran congregaci¨®n) fue clave en el impulso y aceptaci¨®n de los evang¨¦licos en el pa¨ªs a partir de los cincuenta y sesenta. A d¨ªa de hoy, Boone sigue actuando y tambi¨¦n se dedica a hablar como orador motivacional evang¨¦lico y comentarista pol¨ªtico conservador.
Otro rostro importante fue John Wayne. El actor fue encarnaci¨®n en el celuloide del vaquero heroico y del soldado idealizado, que, pese a no ser cristiano evang¨¦lico y no llevar una vida moral dentro del est¨¢ndar, se erigi¨® como icono de esa masculinidad combativa, que, adem¨¢s, fue ¡°de la mano de la cultura del miedo aupada por la Guerra Fr¨ªa¡±. Otros nombres desfilan para entender las claves de esta consolidaci¨®n identitaria: el jugador de beisbol Billy Sunday, el pastor Bob Wells, el presentador Oliver North, los pol¨ªticos Barry Goldwater o Ronald Reagan, el actor Meb Gibson¡ y as¨ª hasta Donald Trump, todav¨ªa en primera l¨ªnea de pol¨ªtica y dispuesto a seguir incendiando Estados Unidos con sus mensajes supremacistas, racistas, machistas y xen¨®fobos.
Babelia
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