El Depor renace al calor del hogar
Un gol de penalti le vali¨® al equipo gallego ante un Valencia que s¨®lo se luci¨® en la defensa
Est¨¢ visto que en los malos tiempos el Deportivo se junta en torno al calor del hogar y all¨ª resuelve sus problemas. El cuadro de Irureta volvi¨® a recuperar en Riazor gran parte de todo lo que se hab¨ªa dejado en el camino del calvario durante las ¨²ltimas semanas, empezando por el f¨²tbol en s¨ª y acabando por una actitud m¨¢s desenvuelta. No fue una victoria f¨¢cil: el Depor necesit¨® un penalti para abatir el acorazado del Valencia, un equipo que sigue escaso de juego pero que en los malos momentos se aferra a su imponente seguridad defensiva. Aunque en otros estadios puede que le sirva para ir empatando -no ha ganado ning¨²n partido fuera de casa-, en Riazor se requiere algo m¨¢s para tumbar a un inquilino tan hogare?o.
Abofeteado en Alemania, en Mallorca, en Montj¨¹ic ? ya ni se sabe d¨®nde, el grupo de Irureta retorn¨® a la tierra, se agrup¨® otra vez alrededor de la pelota y exhum¨® el f¨²tbol que mejor conoce y domina. Tard¨® un rato en captar el comp¨¢s preciso para el partido, porque en los primeros minutos anduvo acelerado.
Pero pronto encontr¨® la melod¨ªa adecuada, y el bal¨®n empez¨® a ir de un lado a otro del campo, acunado en las botas de Valer¨®n, de Fran o de Sergio, gente que siempre sabe buscar una salida para la pelota.
Tras el extenuante partido de Glasgow el pasado jueves, el Valencia compareci¨® en actitud contemplativa. Desde la primera mano, entreg¨® el mazo de cartas al Deportivo y le invit¨® a repartir juego. El equipo de Ben¨ªtez se fij¨® un plan a largo plazo, como esperando a que el Depor se desgastase d¨¢ndose de cabezazos contra la fortaleza de acero de la defensa visitante. Aunque el equipo de Irureta se vacun¨® contra la desesperaci¨®n y busc¨® con perseverancia alg¨²n modo de abatir al Valencia, pronto se pudo comprobar que aquel iba a ser un trabajo de paciencia, que a la defensa visitante hab¨ªa que erosionarla poco a poco.
Tanto temple requer¨ªa la tarea que algunos en el Deportivo se ofuscaron en el intento, particularmente Trist¨¢n, quien acab¨® desquiciado ante la perfecci¨®n de Ayala y Pellegrino para anticiparse al corte o esperar al contrario, seg¨²n lo requiriese la situaci¨®n. Durante toda la primera parte, ninguno de los dos centrales argentinos tom¨® una sola decisi¨®n incorrecta.
El problema para el Valencia fue que no le interesaba nada de lo que pudiese suceder a partir del medio del campo. Por all¨ª deambulaba Aimar, el encargado de buscar alguna conexi¨®n con Salva, pero el argentino persisti¨® en el apag¨®n informativo que ha decretado desde hace ya demasiado tiempo.
Con Aimar recluido en el anonimato, al Valencia s¨®lo le qued¨® el regate de Vicente para avanzar posiciones cada vez que se sacud¨ªa el asedio deportivista. Vicente, aun desplazado a la derecha, anunci¨® grandes cosas al principio. Si hubiese encontrado la complicidad de alguien, podr¨ªa haber sido otra gran tarde para ¨¦l. Pero nadie pudo o quiso entenderle, y acab¨® aburri¨¦ndose, como casi todo jugador del Valencia que no tuviese encomendada una misi¨®n defensiva.
El blindaje de Ben¨ªtez no dio los primeros s¨ªntomas de cierta debilidad hasta el inicio del segundo tiempo. El Deportivo aceler¨® el ritmo y Makaay acarici¨® el gol en un par de ocasiones. Ben¨ªtez debi¨® de pensar que aquello se le ven¨ªa abajo, introdujo dos cambios (Mista y Djukic) y pas¨® a jugar con tres centrales.
El nuevo dispositivo se le derrumb¨® de inmediato. Por la izquierda apareci¨® Valer¨®n, uno de los m¨¢s obstinados habitantes del limbo en las ¨²ltimas semanas y uno de los que ayer retorn¨® a la realidad con mayor ¨¦xito. Desde ese flanco, se meti¨® en el ¨¢rea y demostr¨® que Ayala es un ser humano.
Al ver que el regate le desbordaba, el argentino meti¨® la mano y derrib¨® a Valer¨®n. El lanzamiento del penalti tuvo su miga. En el ambiente flotaba la entereza de Ca?izares para ese tipo de acciones, revalidada en Glasgow. El portero, adem¨¢s, enred¨® lo que pudo para desconcentrar a Trist¨¢n, hasta el punto de que se gan¨® una tarjeta. El delantero, que ten¨ªa la tarde tonta, contribuy¨® al suspense: amag¨® el tiro en dos ocasiones, pero a la tercera, enga?¨® a Ca?izares.
Entonces le lleg¨® el turno al Valencia, que sigui¨® sin gran cosa que mostrar, mientras el Deportivo desde?aba la posibilidad de dictar sentencia, que se le present¨® en un par de contragolpes. El cuadro de Irureta padeci¨® ciertos sufrimientos en el arre¨®n final pero, arropado por el calor del hogar, resisti¨® con solvencia y captur¨® un triunfo indispensable para interrumpir su ca¨ªda.
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