El Madrid se acerca al abismo (1-1)
El declinante equipo madridista apela al coraje para rescatar un punto ante el Leverkussen y seguir vivo en Europa
El Madrid se acerca al abismo a toda m¨¢quina. Salv¨® su casi segura eliminaci¨®n de la Copa de Europa con un empate que no le garantiza nada. Tendr¨¢ que hacer m¨¦ritos en Roma. En otros d¨ªas ser¨ªa una empresa dif¨ªcil, pero no temible. Ahora resulta dif¨ªcil confiar en el Madrid. Confirm¨® en una infame primer tiempo todos los datos del Camp Nou. A saber: fatiga, desorganizaci¨®n, debilidad defensiva, ausencia de poder ofensivo. Fue la apoteosis de lo plano. Cuando convirti¨® el encuentro en un asalto, mereci¨® imponerse al Bayer. Pero fue tarde. Fue un acto de coraje m¨¢s que un ejercicio de f¨²tbol. Justo lo que no tiene este Madrid declinante.
Una mediocridad sorprendente domina el f¨²tbol del Madrid, destinado a un periodo de enormes dificultades. Le salv¨® el orgullo, y no ten¨ªa otro remedio. Concedi¨® el primer tiempo al Bayer, que aprovech¨® el regalo sin ning¨²n esfuerzo. Marc¨® Berbatov casi por obligaci¨®n. El gol se lo dio Samuel, que vive una tragedia. En cada partido comete un fallo irremediable. Esta vez entreg¨® la pelota a Berbatov, ante la sorpresa general. Samuel coron¨® en ese error la larga cuenta de equivocaciones del Madrid. Nada funciona bien en un equipo que se ha instalado en la crisis desde el comienzo de la temporada. Es un caso palmario de desplome: de ideas en el club, de irresponsabilidad del entrenador llamado a dirigir al equipo, de unos jugadores que anunciaban su declive y ahora lo proclaman en cada partido, de desafecto de una hinchada que observa al Madrid con irritaci¨®n. Hasta ahora, en el Bernab¨¦u persist¨ªa la idea de un equipo gastado pero capaz de ofrecer detalles y de imponer el prestigio de nombres como Zidane, Roberto Carlos, Beckham y dem¨¢s estrellas. Ese efecto disuasorio sobre los rivales, que se hac¨ªa particularmente evidente en la Liga de Campeones, ha desaparecido. Nadie le teme. O nadie repara en el prestigio de sus jugadores. Al Madrid se le ha pasado el arroz y la noticia corre por el mundo. La derrota frente al Bar?a certific¨® esa realidad. Lejos de resistirse a su decadencia, los jugadores dan toda la impresi¨®n de admitirla. Bast¨® verles frente al Bayer, un equipo que se limit¨® a hacer sus deberes. Estuvo a punto de ganar, sin hacer ning¨²n m¨¦rito.
Pocas veces se ha visto un equipo m¨¢s abatido que el Madrid del primer tiempo: por juego, por actitud, por soledad. Lo ¨²ltimo que se esperaba era la mediocridad, como si no hubiera nada que esperar del equipo. Hasta Guti se contagi¨® del des¨¢nimo. Despu¨¦s de dos meses magn¨ªficos, tuvo una actuaci¨®n irrelevante durante demasiado tiempo, la peor noticia para un equipo que se hab¨ªa sostenido alrededor de Guti. La primera parte fue un espanto. Uno por uno, los jugadores del Madrid fracasaron de manera clamorosa. Zidane se ausent¨® del encuentro. Est¨¢ exprimido. Aunque se alej¨® del ala izquierda, donde no puede aguantar los grandes recorridos defensivos, su presencia en el eje del campo fue testimonial. S¨®lo tir¨® de repertorio cuando el Madrid se lanz¨® a la heroica y asedi¨® al Bayer en el segundo tiempo, cuando el encuentro se jug¨® en los ¨²ltimos 25 metros. A Zidane le result¨® un poco m¨¢s f¨¢cil tirar alg¨²n pase, regatear un poco. Con un pase comenz¨® la jugada del empate, bien interpretada por Figo —decididamente mejor en la banda izquierda que en la derecha— y por Ra¨²l. Un regate le sirvi¨® para cobrarse un penalti que no sirvi¨® para nada: el portero se lo ataj¨® a Figo, que tiene precedentes. No transform¨® el penalti en la famosa semifinal frente a la Juve. Tampoco lo hizo ayer. A toque de corneta, el Madrid arroll¨® al Bayer, con Morientes, sin Beckham, con un medio centro, sin doble pivote, con Zidane cerca del ¨¢rea, con Figo desbordando por la izquierda, con ocasiones clar¨ªsimas de Ra¨²l y Morientes. Era un Madrid m¨¢s desaforado que coherente, pero la cosa ten¨ªa sentido. Y estuvo a punto de funcionar.
Antes de la obligada marea madridista, se observaron todos los defectos. Tiempo atr¨¢s, Zidane evitaba los esfuerzos defensivos por la inmensa contribuci¨®n de Roberto Carlos, lateral y extremo en un mismo paquete. Ahora Roberto Carlos ataca poco y marca peor que nunca. No le queda el recurso de la velocidad para revolverse. Beckham tiene los mismos problemas, pero con cinco a?os menos que el resto. Y con menos ideas para jugar. A Guti le sienta mal. Cuanto m¨¢s cerca est¨¢ Beckham, peor juega Guti.
Al Madrid le dio un ataque de orgullo en el segundo tiempo, despu¨¦s de conceder la ventaja decisiva al Bayer. A nadie se le ocurri¨® desbordar, tirar un par de centros, manifestar al equipo alem¨¢n que jugaba en el Bernab¨¦u y no en una playa. El primer remate decente del Madrid se produjo despu¨¦s del tanto de Berbatov, un jugador alt¨ªsimo, de tranco largo y bastante habilidad. Berbatov se encontr¨® sin oposici¨®n y le dio un mal trago al Madrid durante todo el encuentro. S¨®lo val¨ªa la heroica. Figo se fue a la izquierda y Beckham a la derecha, soluci¨®n no explorada hasta el momento. No hubo tiempo para apreciar el efecto en el partido, porque Garc¨ªa Rem¨®n retir¨® al ingl¨¦s cinco minutos despu¨¦s. Ingres¨® Morientes y comenz¨® el cerco en un partido que se volvi¨® trepidante por fin. Sirvi¨® para el empate y fue raro que no sirviera para la victoria del Madrid. Pero en ning¨²n momento se alej¨® la certeza de su debilidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.