Atenas entierra al Depor (1-0)
La derrota ante el Olympiakos elimina al cuadro de Irureta y pone fin a cuatro a?os de ¨¦xitos
Pase lo que pase de aqu¨ª al final de la temporada, el Deportivo recordar¨¢ su visita a Atenas como el d¨ªa en que se baj¨® el tel¨®n para cerrar un ciclo repleto de sue?os. Al grupo de Javier Irureta a¨²n le queda la Liga para intentar que la etapa que, inexorablemente, camina hacia su fin concluya del modo menos traum¨¢tico posible. Pero la derrota de anoche ante el Olympiakos tuvo el aire de una despedida para bastante tiempo y ser¨¢ un moj¨®n inesquivable en el momento del balance. Por primera vez en cuatro a?os, el Depor se qued¨® fuera de la Copa de Europa sin superar la fase inicial. Todas las grandes conquistas de las ¨²ltimas campa?as quedaron enterradas en Atenas, estaci¨®n t¨¦rmino para un equipo abocado a plantearse en adelante una nueva vida.
En el nov¨ªsimo estadio Karaiskaki, imagen simb¨®lica de los festivos tiempos que vive el f¨²tbol griego, el Deportivo estuvo a medio camino entre el conjunto renacido de las dos ¨²ltimas semanas y el enfermo con encefalograma plano que se hab¨ªa visto hasta ahora. Jug¨® con correcci¨®n y goz¨® de su habitual usufructo de la pelota, pero mastic¨® demasiado su f¨²tbol, al que siempre le falt¨® picante. En buena medida, porque Valer¨®n volvi¨® a apagarse tras los destellos de los ¨²ltimos d¨ªas, circunstancia que dej¨® la vena creativa del equipo a expensas de Fran, un manantial de ideas al que le falt¨® la compa?¨ªa de El Flaco. Y tambi¨¦n de un ariete.
Luque, al que las lesiones de Trist¨¢n y Pandiani forzaron a regresar a la posici¨®n en la que se abri¨® camino en el oficio, dio muchos s¨ªntomas de incomodidad, como si no pudiera desprenderse de los recuerdos de su ¨¦poca en la banda. A Luque le faltaron, por igual, pericia y suerte. Incurri¨® reiteradamente en el fuera de juego ante una defensa que achicaba hacia arriba a la menor ocasi¨®n. Y, cuando se las ingeni¨® para esquivar las continuas emboscadas griegas, fueron el ¨¢rbitro y los jueces de l¨ªnea quienes frustraron su empe?o. La ocasi¨®n m¨¢s palmaria fue en el ¨²nico pase por encima de la vulgaridad que traz¨® Valer¨®n, mediada la primera parte. Una asistencia buscando la carrera de Luque, quien logr¨® rebasar a los centrales hasta que se encontr¨® con la mano de Sch¨¹rrer para frenar lo que era ya una estampida en solitario hacia el portero. Pod¨ªa haber motivo de expulsi¨®n, pero el ¨¢rbitro lo dej¨® tan s¨®lo en tarjeta amarilla a pesar de los desesperados aspavientos de Irureta desde el banquillo.
Como su rival, el Deportivo tambi¨¦n se afan¨® por comprimir el campo y sacar a la defensa de la trinchera. Lo hizo con bastante menos coordinaci¨®n que el Olympiakos, al que regal¨® en la primera parte dos mano a mano con Molina. En el primero, el chipriota Okkas se descompuso miserablemente. En cuanto entr¨® en el ¨¢rea, sin ninguna amenaza en muchos metros a la redonda, se vio que el hombre era un oc¨¦ano de dudas. Todo lo contrario que Molina, al que nunca se le calienta la sangre en ese tipo de ocasiones. El temple del portero acab¨® de fulminar a Okkas, que se limit¨® a entregarle la pelota. M¨¢s atinado estuvo poco despu¨¦s el centrocampista Kafes para rematar por encima de Molina desde el borde del ¨¢rea, pero el bal¨®n se fue el larguero por apenas media cuarta. Fuera de esos golpes espor¨¢dicos, propiciados m¨¢s por los errores del Depor que por los propios m¨¦ritos, el Olympiakos tampoco ense?¨® nada que pudiera asustar. Se organiz¨® con eficacia para tapar al Depor, confiado en que aparecer¨ªa su oportunidad. De Rivaldo y Giovanni s¨®lo qued¨® la nostalgia de los viejos tiempos del Bar?a. Tampoco hubo mucho que rese?ar en el casillero de Djordjevic, otro que parece haber dejado atr¨¢s sus mejores d¨ªas.
El partido se fue consumiendo entre el intrascendente peloteo del Deportivo, con un Valer¨®n cada vez m¨¢s achicado, y las espor¨¢dicas punzadas del Olympiakos. Los griegos volvieron a encontrarse con un duelo solitario ante Molina en el arranque de la segunda parte. Esta vez le toc¨® estropearlo a Georgiadis, que hab¨ªa suplido precisamente a Okkas y se consumi¨® como ¨¦l ante el imperturbable portero deportivista. Aun as¨ª, la banalidad del Depor se hizo tan acusada que acab¨® brindando la crecida del Olympiakos. Y un nuevo error visitante, en esta ocasi¨®n de Duscher, permiti¨® que Rivaldo y Djordjevic saliesen de las sombras para echar la ¨²ltima palada de tierra sobre el Depor. Ni con la entrada de Pandiani fue capaz el conjunto de Irureta de abrirse paso hasta el ¨¢rea griega.
El Depor sum¨® su quinto partido sin marcar en la Liga de Campeones, una estad¨ªstica triste, ignominiosa, para un equipo que en los ¨²ltimos cuatro a?os se hab¨ªa forjado una peque?a leyenda europea.
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