El Valencia paga su taca?er¨ªa
El equipo de Quique Flores arriesga poco y empata en Mestalla ante un Getafe sin delanteros
La taca?er¨ªa tiene estas cosas. A veces cuesta cara. El Valencia quiso gastar hoy tan poco, exponer un f¨²tbol tan m¨ªnimo que, al final, acab¨® pag¨¢ndolo. No porque el Getafe hubiera merecido ese punto que se encontr¨® casi por casualidad a ¨²ltima hora en Mestalla. Casualidad que a punto estuvo de convertirse en premio gordo cuando G¨¹iza, en el descuento, arranc¨® desde el centro del campo, inici¨® un viaje hacia Ca?izares con ventaja respecto al ¨²ltimo defensa, pero lleg¨® a la orilla desfondado, sin resuello.
El cuadro de Quique actu¨® casi todo el encuentro armado atr¨¢s, sin soltar lastre, con mucha gente por detr¨¢s del bal¨®n, y sin intensidad, a pesar de que no hab¨ªa delanteros a los que marcar, puesto que Schuster no los hab¨ªa sacado. Cierto que el conjunto valenciano lanz¨® 16 c¨®rners y 11 faltas laterales, consecuencia natural de que el Getafe decidiera vivir toda la tarde en su madriguera, acumulando un gran n¨²mero de centrocampistas, tal y como propone Schuster ante cualquiera de los grandes.
Ante la aislada y poco inquietante figura de Paunovic, el Valencia mantuvo su l¨ªnea defensiva de cuatro en la que Moretti no pas¨® del centro del campo, ni se le esperaba. Y en la que Miguel, por el otro lateral, atraves¨® el t¨²nel de los horrores y fall¨® un pase tras otro, un regate tras otro. Hasta que fue sustituido. Vale que el de Quique sea el equipo compacto por excelencia y que tiene todo el derecho a presumir de ello. Gran trabajo t¨¢ctico del entrenador. Ahora bien, si se enfrenta a un rival sin pegada, que s¨®lo pretende defenderse, y que pierde, adem¨¢s, a uno de sus centrales por expulsi¨®n...
En medio de la vulgaridad, s¨®lo Aimar tuvo el m¨¦rito de librarse, con su cambio de ritmo, de un marcaje duro y pegajoso de Diego Rivas, enfrentarse a un pelot¨®n defensas azules y propiciar la expulsi¨®n de An¨ªbal, que lo caz¨® en sendas faltas, una en cada parte. Aimar y Villa fueron islas en el ataque, muy mal acompa?ados. La lesi¨®n de Baraja evidenci¨® otra realidad muy palpable: no tiene sustituto para llevar el hilo valencianista. Hugo Viana fracas¨® en el intento. Y a las bandas les falt¨® calidad. Como de costumbre. Angulo, por la derecha, sigue en plena fase de indefinici¨®n: no se sabe si avanza, retrocede, o todo lo contrario. Y Regueiro ratific¨® que ofrece mejor versi¨®n fuera de casa, donde aprovecha los espacios y su velocidad, que en Mestalla, donde no sabe asociarse. En fin, que a Quique se le presentan carencias creativas muy alargadas ante adversarios sin intenci¨®n de jugar el bal¨®n, como era el caso del Getafe.
El p¨²blico empez¨® a impacientarse en el segundo periodo y con raz¨®n. Su equipo no sab¨ªa filstrarse hacia el ataque. No sal¨ªa de la trampa que le hab¨ªan tendido. Y su juego iba de mal en peor hasta que lleg¨® un bal¨®n largo de Miguel hacia Aimar, que gan¨® la posici¨®n y recibi¨® la posterior falta de An¨ªbal, que repet¨ªa en el derribo al argentino y tambi¨¦n en la amonestaci¨®n. Con uno m¨¢s, Quique adelant¨® a Angulo a la segunda punta y Miguel asumi¨® toda la banda. Pero Hugo Viana sigui¨® perdiendo un pase tras otro. Y, mientras calentaba en la banda, Fabio Aurelio miraba al banquillo, por si llegaban noticias de su entrada. Que Quique tard¨® en decidir. R¨ªgido ante el banquillo, tard¨® en darse cuenta de que Miguel necesitaba un descanso. Y de que hac¨ªa falta Fabio Aurelio, aunque s¨®lo fuese por la calidad en el lanzamiento de las faltas, en un partido en que se sucedieron las jugadas a bal¨®n parado.
En la primera pelota que toc¨® Fabio, una falta enroscada al segundo palo, naci¨® el tanto valencianista. Probablemente en falta de Regueiro, que empuj¨® levemente a Pulido, al que desequilibr¨®, antes de cabecear hacia el centro, donde David Navarro s¨®lo hubo de embocar. Al ser concedido el tanto, los jugadores del Getafe se abalanzaron sobre el ¨¢rbitro y su asistente, reclam¨¢ndole la falta no se?alada.
El partido parec¨ªa resuelto. Quique volvi¨® a su defensa de cuatro con la entrada de Curro Torres. El Getafe no hab¨ªa dado ni medio susto en toda la tarde. Ni siquiera un grito al borde del ¨¢rea. Nada. Y, sin embargo, hubo un vuelco inesperado. El Valencia, el equipo m¨¢s herm¨¦tico, el m¨¢s fiable en su retaguardia, el m¨¢s impenetrable, practic¨® el hara-kiri.
En concreto su capit¨¢n Albelda, que, en posici¨®n de lateral izquierdo, envi¨® un pase al centro. Buscaba a David Navarro, quiz¨¢s, pero el receptor fue Nano, que pasaba por all¨ª y acababa de entrar en el campo. Chut¨® con la pierna derecha y esper¨® a que a Ca?izares, fr¨ªo como el resto de sus compa?eros, le flojearan los brazos. El bal¨®n, tras golpear en el portero, entr¨® en medio del suspense y la decepci¨®n de Mestalla, irritada con la taca?er¨ªa de su equipo.
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